“El entrevistado es mueeeerto” es una frase que muchos periodistas acostumbran a decir, cuando su nota no sale como planeaban porque su interlocutor no dio las declaraciones que esperaban. Sin embargo, lo que pasó en Brasil cruza todos los límites.
El reportero de TV Atalaia cubría una persecución policial en el municipio de Aracaju, al este del país, que terminó con la detención de dos delincuentes y la muerte de otro de ellos.
Luego de hablar con el policía encargado del procedimiento, el reportero se acercó a los dos detenidos que yacían echados boca abajo en la pista con las manos esposadas. Tras preguntar a uno de ellos si era menor de edad, el profesional se acercó a un tercer sujeto que estaba tendido a un lado del automóvil interceptado.
Tras preguntarle cuántos años tenía y al no recibir respuesta, el periodista intentó disimular su error al decir que “increíblemente” estaba entrevistando a un muerto.
