Presupuesto 2026 y la guinda de la torta
Mientras el Presidente y sus ministros insisten en hablar de respeto a la institucionalidad, son ellos mismos quienes, una y otra vez, socavan sus cimientos.
Mientras el Presidente y sus ministros insisten en hablar de respeto a la institucionalidad, son ellos mismos quienes, una y otra vez, socavan sus cimientos.
La pregunta no es quién dirige TVN, sino para qué existe TVN. Si es para seguir siendo un botín político, más vale sincerar las cosas: el canal no tiene futuro. Pero si de verdad se quiere un medio público robusto y moderno, el primer paso es cortar con la lógica de favores políticos y poner a gente que sepa de televisión, de gestión y de audiencias.
El principal obstáculo para acceder a una casa propia no es el dividendo, sino el pie inicial, equivalente a prácticamente un 20% del valor de la propiedad. Miles de familias podrían pagar mes a mes una cuota de crédito hipotecario, pero quedan fuera simplemente porque no logran reunir ese ahorro inicial.
Hoy miramos atrás y la pregunta es inevitable: ¿podemos recuperar ese orden perdido, esa institucionalidad que alguna vez fue motivo de orgullo? La respuesta no está en refundar todo de nuevo ni en abrazar los extremos —ya sabemos a dónde llevan esos experimentos—, sino en recuperar la seriedad de la política, la responsabilidad en el uso del poder y la confianza en que las reglas están para cumplirse, no para acomodarse al humor del día.
En tiempos de crisis no necesitamos discursos vacíos ni guiños a la galería, y mucho menos callar —o excusarse de un debate— o intentar saltarse las reglas del sistema político. Necesitamos a quien ya ha demostrado que sabe, puede y quiere hacer las cosas bien.
Si seguimos pisándonos los talones entre nosotros, no existirá matiz, reglas flexibles, democracia diferente ni discursos de amor que nos liberen. Y ese es el verdadero riesgo: que, al final, todos terminemos —perdónenme lo estúpido— con recursos naturales nacionalizados, discurso único, terrenos expropiados y, pero claro, con iPhones propios.
Ambos extremos, Cuba y Hungría, terminan encontrándose en un punto común: la tentación autoritaria. Se presentan como mundos incompatibles, pero comparten la misma esencia: restringir derechos en nombre de un ideal superior, ya sea la revolución o la patria. Y en ese espacio, Chile aparece como el laboratorio perfecto.
Lamentablemente, muchos solo buscan llegar a la meta, sin importar el camino, los codazos o a quién deban pisotear.
Hoy algunos se visten de verde, otros de animalistas, otros de pueblo. Pero hay una prenda que nunca pasa de temporada: la democracia; tal como la chaqueta de tweed de Chanel. Solo que, para algunos, no es más que un disfraz contingente. Para otros, siempre ha representado una forma civilizada de vivir y convivir. Y ahí está el punto: la democracia no es un accesorio, ni una consigna más.
Al final, esta nueva Contraloría —tan técnica, tan prudente, tan institucional— no es más que otro apéndice del poder estatal. Muy conocidos del barrio, sí… pero el amor —como decía la canción— es muy especial y extraño en estos tiempos.