El economistas Guillermo Larraín conversó con EL DÍNAMO sobre sus impresiones del último balotaje. El sorpresivo tercer lugar de Franco Parisi, comenta, debe detener a los candidatos a analizar el discurso que representa a quienes votaron por el candidato.
Larraín, académico de la Facultad y Economía de la Universidad de Chile y ex Superintendente de Valores y Seguros, dice que es un fenómeno que hay que desmenuzar con la cabeza fría y que “la primera reflexión que surge es que estamos viviendo las lentas consecuencias de absorber la masificación del voto”.
– ¿A quién cree que representa ese votante?
– Primero hay que ponerlo en contexto. En los años 50 el voto se hizo universal y las consecuencias las vinimos a ver recién en los 60 y los 70. Grandes bolsones de la población que no tenían derechos comienzan a hacer más exigencias. Es un análisis largo que también tuvo razones en las causas sociológicas previas al Golpe.
– ¿Cómo evoluciona?
– Después del regreso a la democracia esto no fue problema porque la participación era espontáneamente alta y las ansias por recuperar la democracia muy fuertes, y eso disciplinó al país. Pero tras ello la participación fue cayendo, porque las generaciones no se inscribían. Y ahora estamos viendo un segundo impulso de la masificación del voto, el mismo fenómeno de los años 70, que es esta fuerza motriz pero que no está claro por dónde se va a conducir. Claro que no hay riesgos de perder la democracia, por más duro que sea Kast.
– ¿Qué leyó Parisi que el resto de los candidatos no?
– Supongamos que Parisi tiene una lectura mejor. El mundo del votante obligado es ese mundo donde el reclamo por seguridad es relevante, pero no tan importante como el trato con dignidad. Kast estuvo marcado por la seguridad únicamente, y eso a este mundo de los votantes obligados es un reclamo que es menos fuerte.
– ¿A qué apunta esa identificación con Parisi?
– El reclamo de Parisi es hacia una recomposición de la agenda y a darle más fuerza al tema de oportunidad económica, de inclusión social.
– ¿De qué deberían hacerse cargo los candidatos en segunda vuelta?
– Tienen que ser propuestas creíbles que tengan la capacidad de enarbolar propuestas de crecimiento inclusivo.
– Se parece un poco a la propuesta de Aylwin en los 90 del crecimiento con equidad.
– En el caso de Aylwin estaba marcado por la recuperación de la democracia. Acá las señales son que se adhirieron a las promesas de inclusión, y por tanto quien pueda enarbolar un buen discurso en torno a eso lo lee bien.
– ¿Pero basta con eso o deben tomar más forma las propuestas?
– El enfoque típico de los economistas para analizar estos problemas, cuando no se habla de pobreza, es hablar de desigualdad, pero me da la impresión de que en Chile hay dos otras variables que son más relevantes: la exclusión, o —en el sentido positivo— sentirse incluido. El voto de Parisi no me parece un voto antisistema. Es una demanda de inclusión en términos dignos. La otra variable es la vulnerabilidad, en particular de la clase media. Me parece que estos dos conceptos son claves.
– ¿Y eso a quién identifica más?
– Las vulnerabilidades son una característica de la clase media, personas que ven que son muy ricas para el Estado, pero pobres para el mercado. Están en el medio, el jamón del sándwich. Entonces ahí el tema más relevante parece ser no centrar el tema en la desigualdad, sino en esa vulnerabilidad.