Todos los días, cientos de personas descienden en el terminal de buses Pajaritos que conecta con la estación del Metro de Santiago del mismo nombre, debido a que es el punto de conexión más directo para quienes viajan desde la Región de Valparaíso y trabajan en la capital.
Son trayectos diarios de una hora y media por carretera que prometían reducirse a la mitad con un tren rápido entre Santiago y Valparaíso. Sin embargo, una vez más, el anhelado proyecto se convierte en un elefante blanco.
En su última Cuenta Pública, el presidente Gabriel Boric anunció que se licitaría el servicio que uniría ambas ciudades en 45 minutos. Pero, en tiempo récord, el Gobierno reconoció que no será posible llevar adelante la licitación. El tren, nuevamente, descarriló.
La idea de unir ambas ciudades con un tren de alta velocidad ha ilusionado a la ciudadanía durante al menos tres gobiernos, pero el proyecto —cuyo costo se ha estimado entre US$ 1.300 y US$ 3.900 millones— nunca ha logrado concretarse.
La primera promesa: el intento de Bachelet
En 2018, durante el segundo gobierno de la ex presidenta Michelle Bachelet, el consorcio TVS —formado por inversionistas chinos y el grupo chileno Sigdo Koppers de la familia Errázuriz— presentó una propuesta para construir un tren rápido entre Santiago y Valparaíso.
La iniciativa contemplaba una inversión de US$ 1.600 millones, capacidad para 890 pasajeros y una velocidad máxima de 200 km/h. El Gobierno, a través de la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE), había encargado un estudio de prefactibilidad, retomando una idea planteada por primera vez en 1997.
Pese a que TVS había definido un trazado y detallado el impacto del proyecto, la Ley de Ferrocarriles impidió su avance. Según estimaciones del propio consorcio, el tren podría transportar hasta 1.800 pasajeros cada 15 minutos entre ambas ciudades.
Piñera II y la promesa de “Chile sobre Rieles”
Durante el segundo mandato de Sebastián Piñera, el plan Chile sobre Rieles dio nueva vida a las expectativas. TVS volvió a la carga, esta vez con una propuesta que elevaba el costo a US$ 2.000 millones.
Sin embargo, no estuvieron solos. Agunsa, junto a un consorcio de empresas españolas, presentó una propuesta alternativa con un trazado distinto. Piñera incluso sugirió que San Antonio podría ser una opción para conectar con la capital.
Pero la pandemia detuvo todo. El Ministerio de Obras Públicas (MOP) suspendió los estudios de factibilidad de ambas propuestas. Una vez más, el tren quedó archivado.
El “revival” de Boric
En su Cuenta Pública de 2022, el presidente Boric reflotó el proyecto, esta vez enmarcado en el plan Trenes para Chile. El compromiso fue retomar desde cero los estudios de trazado, dejando atrás todas las propuestas anteriores.
El cronograma oficial contemplaba elaborar el estudio base en 2023, licitar las obras en 2025, iniciar la construcción en 2028 y comenzar a operar en 2030.
Pero el nuevo trazado —que proyectaba una línea por Llay-Llay— aumentó significativamente los costos. La propuesta del Gobierno elevó la inversión estimada a US$ 3.820 millones, con un tiempo de viaje que subió a 90 minutos.
El proyecto quedó congelado nuevamente. Todo, hasta que el 1 de junio pasado, el mandatario volvió a mencionarlo. “Finalmente, ya está en proceso el estudio integral del futuro servicio que unirá Santiago y Valparaíso”, dijo Boric.
Pero solo semanas después, el MOP reconoció que no será posible concretar la licitación durante esta administración. En la presentación de la ejecución presupuestaria, la ministra Jessica López explicó que:
“La licitación para la ejecución va a ser con posterioridad al término de esta administración”, aunque añadió que la precalificación de interesados podría realizarse antes de que termine el Gobierno.
Con todo, las demoras, los constantes ajustes de trazado y el elevado costo hacen poco probable que el tren Santiago-Valparaíso avance con rapidez. Un sueño que, por ahora, sigue varado en los rieles del tiempo.