Nació en 1919 en una reconocida familia adinerada de Santiago, sin embargo, la muerte de su abuelo precipitó el término de una vida donde los viajes a Europa y los trajes enviados a hacer a la medida a París eran parte de la vida diaria.
Sin embargo, a pesar de esto, a Julita Astaburuaga nunca les faltó nada, tal como señala en una entrevista concedida a revista Caras, meses antes de su fallecimiento, ocurrido durante la noche de este domingo tras una dura batalla contra el cáncer. “Mi mamá continuó siendo igual de elegante, por lo que yo seguí naturalmente en ese mundo” afirmaba con orgullo.
Y fue así que su vida, desde su estreno en sociedad, estuvo rodeada de eventos sociales, y de una fama que la hizo reconocible para muchos que la señalaban siempre como la reina de la fiesta, en cada lugar donde llegaba, donde disfrutaba bailando con una copa de champagne “tal como una chica de 20”.
Una vida de la que sentía “enamorada” y que según señaló en la entrevista, donde al ser consultada por su posible epitafio respondió: “Ha sido una vida tan intensa, tan maravillosa. Podría ser ¡Que viva el champagne!”.