Secciones
Entretención

FOTO | Leonardo DiCaprio recibió otra estatuilla tras su primer Oscar

El ganador del premio de la Academia colgó en su cuenta de Instagram una imagen con su nuevo trofeo.

El actor estadounidense Leonardo DiCaprio, que fue galardonado este año con su primer Óscar por su actuación en “The Revenant”, recibió una segunda estatuilla de oro y plata forjada en Siberia.

“Muchas gracias a la gente de Yakutia por este maravilloso regalo, especialmente a las mujeres que donaron el material para hacer esta estatua“, escribió el actor en su cuenta de Instagram.

Antes incluso de que DiCaprio lograra el Óscar, un grupo de admiradoras de la república siberiana de Yakutia donaron varios gramos de oro y 1,3 kilos de plata en joyas para esculpir una estatuilla.

A diferencia de la original, la que diseñaron los maestros de Yakutia, que acoge algunos de las mayores yacimientos de oro del mundo, la estatuilla siberiana es un hombre con rasgos mongoles que sostiene un cáliz típico de Yakutia.

“Yakutia acoge el lugar poblado más frío de la tierra y la región es extremadamente vulnerable al cambio climático. El aumento de las temperaturas supone una gran amenaza para su pueblo, su estilo de vida y su hábitat natural”, agregó DiCaprio en su mensaje de agradecimiento.

DiCaprio, cuya abuela es de origen ruso, ha expresado su interés en interpretar al jefe del Kremlin, Vladímir Putin, y a otros personajes de la historia de este país, como Rasputin.

Notas relacionadas







Ojo al Charqui: Durazneándola

Ojo al Charqui: Durazneándola

El durazno simboliza la época feliz del año. Calor, terrazas y vino helado. El durazno chorreado en la mano de un niño, tartas de nectarines, y sobre todo el magnífico vino con fruta, el Clery, que queda inmejorable con duraznos pelados y es mucho más rico que con frutillas.

Juan Diego Santa Cruz
Libertad como decisión diaria

Libertad como decisión diaria

El Nobel otorgado a María Corina Machado es una invitación a mirar con mayor detenimiento lo que ocurre en la región. No como un ejercicio comparativo superficial, sino como un recordatorio del deterioro institucional que puede instalarse silenciosamente cuando se normalizan discursos que minimizan el autoritarismo y demonizan a quienes lo denuncian.

Foto del Columnista Bárbara Bayolo Bárbara Bayolo