La compañía Teatrocinema regresa a M100 con La contadora de películas, adaptación de la novela homónima de Hernán Rivera Letelier. El montaje, que fusiona actuación, cine, animación y música, revive la memoria del norte chileno y reflexiona sobre la resiliencia en tiempos de crisis. El Dínamo conversó con su director, Juan Carlos Zagal, sobre la vigencia de la obra, el desafío de convocar a nuevos públicos y el rol del teatro en un Chile en transformación.
—Diez años después del estreno de La contadora de películas. ¿Qué significa reponerla para ustedes como compañía?
—Siempre es una alegría volver a mostrar nuestras creaciones a un público nuevo. El teatro es efímero: una escenografía o un vestuario no son la obra, la obra se hace en ese momento irrepetible con actores, técnicos y espectadores. Cada vez que volvemos al escenario, la literatura deja paso al teatro, se produce la alquimia y la obra revive.
—¿Qué vigencia encuentra hoy en el relato de Hernán Rivera Letelier?
—Es absolutamente contingente, política y socialmente. La historia habla de una familia trabajadora en la salitrera que lucha por sobrevivir. Esos problemas de subsistencia son los mismos que viven muchas familias hoy. Rivera Letelier nos recuerda que, pese al dolor, la resiliencia y la resistencia siguen siendo parte de nuestra experiencia colectiva.
La trama de La contadora de películas transcurre en una salitrera del norte de Chile donde vive María Margarita, una niña con un don especial: ser la mejor narradora del lugar. Después de asistir al cine de la oficina salitrera, relata con pasión y dramatiza las películas para los trabajadores y sus familias que no pueden pagar una entrada. En un contexto donde todo parece destinado a desaparecer, su capacidad de contar historias se convierte en un acto de resistencia frente al olvido
Zagal, creador de obras que suelen basarse en textos literarios como Pinocchio, de Carlos collodi; Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne, y Gemelos, de Agota Kristof, define su mirada sobre esta novela nacional que en 2024 incluso llego al cine: “Yo respeto mucho a Hernán Rivera Letelier y su lucha incansable de transmitirnos que no se pierda en el desierto la cantidad de historias que se vivieron en las salitreras. A pesar del dolor y el sufrimiento, se gozaba y se vivía intensamente. Esa mirada única de Rivera Letelier es la que nosotros queremos mantener viva en el escenario”
LENGUAJES INNOVADORES
El grupo Teatrocinema cumple 20 años en escena. Sus fundadores, Zagal y Laura Pizarro provenían del grupo La Troppa con 18 años de existencia. Junto a un nuevo colectivo artístico se embarcaron en la experimentación transmedia de teatro, cine, fotografía, cómic, literatura y composición musical. Así la propuesta escénica de La contadora de películas se distingue por la fusión de lenguajes. La compañía señala que su desafío fue traducir la imaginación de la novela de Rivera Letelier en un lenguaje escénico propio del siglo XXI, capaz de ofrecer un viaje sensorial que rescata la memoria del norte chileno y su gente.
—En tiempos de pantallas, ¿cómo perciben el interés del público por el teatro?
—La gente sigue queriendo ver teatro. Lo he visto en salas llenas en giras de Arica a Punta Arenas. El desafío está en nosotros, los creadores, en ofrecer propuestas que interesen. *La contadora* emociona, sorprende y provoca conversación entre padres, hijos y abuelos. Eso es lo que más nos conmueve: ver cómo generaciones completas se reúnen alrededor de una obra.
—Ustedes han sido pioneros en el uso de tecnología en escena. ¿Cómo observa los avances de la inteligencia artificial?
—La inteligencia artificial podrá cambiar muchas cosas, pero no puede reemplazar el momento en vivo del teatro. El teatro es un acto único e irrepetible, un rito colectivo donde actores y público se encuentran. Seguirá existiendo, aunque pasen cien o mil años porque en tiempos de lo digital, el teatro es de los pocos ritos que van quedando y de las pocas cosas en que no hay clonación. Hoy día hacemos La contadora de películas y en ningún otro lugar del mundo se está dando eso. Una serie la pueden ver millones al mismo tiempo, pero el teatro es un acto único, irrepetible, colectivo.
UNA COMPAÑÍA INTERNACIONAL
Zagal y Pizarro han ganado fama internacional, recorriendo varios países del mundo con sus obras y siendo elegidos por el gobierno francés para realizar residencias creativas dentro de la red de salas teatrales de ese país. Teatrocinema también ha sido reconocido por instituciones nacionales, públicas y privadas.
—En plena carrera presidencial en Chile, la cultura no aparece en los programas. ¿Cómo lo interpreta?
—No me sorprende. Vivimos en un materialismo salvaje, donde lo que no tiene valor transable no importa. Ningún candidato va a hacer énfasis en la cultura. Pero hay una minoría exquisita que sigue sosteniéndola: quienes leen, van al teatro, a los museos. Esa es nuestra responsabilidad, ofrecer propuestas que convoquen y emocionen aunque no estén en la agenda política.
—¿Qué políticas de Estado hacen falta para fortalecer al teatro chileno?
—En Chile se ha avanzado mucho en infraestructura. Hoy hay más teatros que antes. Se han estado construyendo montones de teatros en los distintos gobiernos, partiendo con el primer gobierno de Bachelet. Recuerdo que en nuestra primera gira, el 80% de las funciones fue en gimnasios y solo el 20% en teatros. La segunda vez fue al revés: el 80% en teatros y el 20% en gimnasios. Eso me pareció una verdadera revolución silenciosa. Pero el desafío pendiente sigue siendo la itinerancia, crear circuitos que permitan a las compañías circular y al público acceder. Para eso se requieren equipos técnicos, recursos y gestión. Francia es un referente con su red de teatros, pero nosotros tenemos un país más difícil geográficamente. Aun así, confío en que el público quiere ver teatro y en que ese camino se va a construir.
—¿Por qué el optimismo?
—Hemos notado más público en las funciones. En M100, por ejemplo, vimos salas llenas y jóvenes muy sorprendidos por el lenguaje escénico en La contadora de películas. Eso nos da esperanza: el teatro sigue convocando a nuevas generaciones. Hay una teoría que dice que cuando empieza una obra, el ritmo cardíaco del público se unifica. Ese latido común es parte de la experiencia única del teatro, un acto colectivo e irrepetible.
Agrega: “Por eso yo tengo confianza de que el público quiere ver teatro. Las compañías como nosotros, que nos dedicamos al teatro, no hacemos otra cosa que no sea teatro, queremos seguir haciéndolo aunque nos cueste. Y tarde o temprano tiene que volver la confianza a la empresa privada, la confianza y la capacidad de gestión en el Estado, y que todos recuperemos un poco el espíritu de contribuir. Eso significa que cada cual contribuye con lo que tiene: nosotros con la creación, el Estado con su infraestructura y la empresa privada con recursos, porque los que nos van a ir a ver son sus clientes, que son los ciudadanos libres de este país. Las personas necesitan más cosas que solo consumir. Esa es la famosa responsabilidad social empresarial, y hay que retomarla con fuerza.
ENVEJECER EN EL TEATRO
Juan Carlos Zagal y Laura Pizarro se conocieron estudiando teatro en la Universidad católica, fueron padres y hoy son abuelos. Sus hijos trabajan junto a ellos. Es una verdadera familia teatral.
—¿Cómo se vive la experiencia de ser familia en el teatro?
—Maravilloso. Mis hijos son muy trabajadores, creativos y propositivos. En la compañía, más allá de ser familia, son todos individuos con talentos propios. Eso me recuerda a las compañías antiguas, donde las familias itineraban juntas por los escenarios. Yo aprendí a trabajar con Laura, que fuimos, somos y seremos pareja. Como vivimos juntos, nos vemos todo el día, todos los días, y eso genera problemas, roces, pero también te enseña independencia, incluso con el otro al lado. Lo mismo pasa con mis hijos: dentro de la compañía ya no son ‘los hijos de’, son individuos que desarrollan su talento con absoluta independencia.
“Tarde o temprano tiene que volver la confianza a la empresa privada, la confianza y la capacidad de gestión en el Estado, y que todos recuperemos un poco el espíritu de contribuir. Eso significa que cada cual contribuye con lo que tiene: nosotros con la creación, el Estado con su infraestructura y la empresa privada con recursos”.
Zagal cuenta que el paso de los años en escena también le sirve para habitar los roles con un sentido de mayor verdad: “Volví a actuar en Viaje al centro de la Tierra. Antes yo interpretaba a un viejo, y hoy soy realmente ese viejo que baja a la locomotora con más esfuerzo (ríe). Me duele el cuerpo, sudo, pero eso mismo provoca una emoción especial en el público, porque ven que la vida real se entrelaza con la ficción sobre el escenario”, cuenta. Y agrega: “Estamos concentrados en no dejar de hacer teatro… Antes de jubilar…. El otro día leía que la palabra trabajo en inglés viene de tortura. Y en castellano, cuando dejas de trabajar, no es solo ‘retiro’, es júbilo. El trabajo implica un esfuerzo demasiado grande, y no debiera ser así. Uno debería tomarlo también como un goce, porque eso es”.
La contadora de películas se presenta en la Sala Principal de M100, del 24 de septiembre al 5 de octubre, con funciones de jueves a domingo.
Ficha técnica:
- Obra: La contadora de películas
- Compañía: Teatrocinema
- Elenco: Laura Pizarro, Sofía Belén Zagal, Christian Aguilera, Daniel Gallo, Luciano Reinoso
- Lugar: Teatro Principal, Matucana 100
- Fecha de estreno: 24 de septiembre de 2025
- Funciones: Jueves y viernes – 20:00 hrs / Sábado y domingo – 18:30 hrs
- Entradas: Jueves y viernes $5.000 (todo público) / Sábado y domingo $7.000 general – $4.000 estudiantes y tercera edad