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Silencio digital: vacaciones de las redes sociales

Cada vez más personas optan por reducir su presencia en línea, motivadas por el estrés, la sobrecarga de información o la búsqueda de un equilibrio. Cuales son las causas, beneficios y como llevamos adelante esta tendencia.

En los últimos años, cada vez más personas, especialmente adultos y adultos mayores, están dejando atrás el uso de las plataformas de redes sociales, algunos abandonándolas por completo, y otros cambiando el uso en otra dirección.

La tendencia es buscar que la navegación sea más tranquila sin sentir la presión de la interacción logrando un equilibrio, desarrollado un nuevo patrón de uso y ciertamente poco congruente con el negocio de las redes sociales.

Pero, qué está pasando realmente, por qué tantas personas están siguiendo esta tendencia. ¿Es tan real?, y más importante aún, cuál es el significado de esto en un momento en que las redes sociales parecían ser el camino a seguir para la comunicación futura.

Cómo pasó esto

Para entender donde estamos parados, siempre es útil revisar para atrás y cómo las redes sociales se metieron en nuestras vidas. Hace poco más de 20 años, nos sorprende la llegada de Facebook (2004) y de la noche a la mañana se convirtió en un lugar donde podíamos compartir nuestras vidas, expresarnos o mantenernos en contacto con familiares y amigos. Nos seducía la visión de reencontrarnos con quienes no habíamos visto en años o poder compartir desde nuestro perfiles la vida al mundo.

Pronto surgieron otras plataformas (Twitter, Instagram, TikTok, Whatsapp) cada una con sus propias leyes; pero todas conspirando para empujarnos en una dirección, la de estar constantemente conectados, siempre haciendo algo y compartiendo inevitablemente un tiempo que hasta ese momento era dedicado principalmente al ocio, al descanso y la desconexión.

Estábamos bastante complacidos y no podíamos ser más felices hasta ese momento. Nos trajeron comunicación instantánea, facilitaron nuestra comunicación con otros y surgieron toda una gama de economías, nuevos negocios y culturas. Sin embargo, al mismo tiempo, el nuevo medio estaba plagado de excesos: dependencia, salud mental y emocional, preocupaciones sobre privacidad y efectos secundarios que creo todavía no alcanzamos a entender 100%.

Silencio digital

Hoy transitamos por un período de la historia que es muy lógico y las personas en todo el mundo están comenzando a plantearse que es momento de que reducir los tiempos de exposición en línea o dejar de hacerlo por completo.

En 2024, un estudio del Centro de Investigación Pew informó que el 30% de los usuarios en los Estados Unidos y Europa ha reducido drásticamente su tiempo en las plataformas de redes sociales más populares en los últimos dos años. Esto no es solo una tendencia de los jóvenes, sino que entre los 35 y los 60 años puede verse a usuarios queriendo un cambio de paradigma en la vida digital.

Se presentan una variedad de razones por las cuales las personas están modificando sus tiempos de conexión a las RRSS. Una es porque se han cansado simplemente del bombardeo constante de contenido, noticias o la necesidad de estar conectado 24/7. Es como si ya no pudieran mantenerse al día, por mucho que lo intenten, y simplemente necesiten tomarse un descanso.

Otros piensan que al cortar la conexión con estas plataformas, podemos aliviar el estrés o simplemente argumentan que liberan tiempo que pueden usar en actividades y experiencias personales, más útiles para la salud mental.

La protección de la privacidad es otro detonador, las dudas y desconfianza que esto genera principalmente en los usuarios. Las personas estamos más temerosas y cautelosas del uso de la información. Aprendimos que participar de este mundo abre nuevas posibilidades y pero trae nuevas reglas. Las filtraciones de audios y mensajes o que el acceso a la intimidad pueda ser público, también pesan al momento de decidir sobre una postura ante el “silencio digital”, mostrándonos que algunas personas preferirían no satisfacer las curiosidades de otros o involucrarse en el “espectáculo” del escrache público que presenta este mundo digital.

La salud mental es un factor importantísimo y tal vez el más visible. Varios estudios han demostrado que las redes sociales conducen a más ansiedad, depresión y baja autoestima. La comparación interminable y la negatividad producen fatiga mental; lo que también produce que más usuarios evalúen alejarse por completo en búsqueda de experiencias análogas.

A la vista está que el cambio de perspectiva en realidad responde a un deseo de más armonía, calma y autenticidad en tiempos de saturación de información y la filtración virtual de la vida diaria.

Cada una tiene su propio carácter

El fenómeno del “silencio digital” es mundial y su impacto es diferente en cada generación en respuesta a cómo cada una interactúa o como llegaron estas a sus vidas.

Para las generaciones jóvenes, las redes son simplemente una extensión de su persona, lo que los lleva a crear su “identidad digital”, algunos hasta utilizando su alias de redes sociales como nombre en su día a día. Son el lugar donde pueden expresarse o recibir comentarios sobre lo que está sucediendo; también es un medio a través del cual pueden conocer, sociabilizar, armar tribus o generar espacios de colaboración y trabajo. Pero en los últimos años, según un informe del 2024 del Instituto Reuters, en un número creciente de estos jóvenes se puede ver una búsqueda de una felicidad más auténtica y menos socialmente riesgosa al mantenerse alejados de las pantallas por completo: el 40% de los jóvenes menores de 25 años eliminan o reducen enormemente el número de perfiles que tienen en todas las plataformas.

No es que estos grupos quieran excluirse completamente de los asuntos digitales, pero sí están tratando de “limpiarse”, o al menos reducir seriamente su huella digital siempre que sea posible para hacer más tiempo y espacio para sí mismos emocionalmente. Pensando en mi adolescencia y la persecución que nos hacían para no ver tanta TV, hoy tiendo a pensar que el exceso de horas de pantallas que tienen los más jóvenes, los puede llevar a lograr o gestionar un estado de “madurez digital” y un equilibrio sano de uso.

Los millennials, ahora con edades entre 35 y 50 años, está en el centro de su etapa vital de vida y experiencias con la familia y el trabajo. Para este grupo, las redes sociales se han vuelto algo indispensable, no son solo un lugar de ocio, sino también les brindan una excelente oportunidad para relacionarse, informarse o desarrollar actividades laborales, es un espacio social. Por otro lado, también han descubierto o experimentado que el exceso eventualmente podría producir daño. Por eso, aparece esta tendencia de un camino selectivo en la gestión de plataformas, permitiendo contenido limitado y no siempre exponiéndose abiertamente, muchas veces manteniendo sus perfiles privados para proteger relativamente un poco su privacidad.

Por último, revisemos en que están la”Generación X y los boomers que, aunque aprecian las redes sociales, nunca establecieron líneas de contacto fuertes con estas plataformas para tener que entrar en una etapa de “silencio digital”. Sin embargo, con el tiempo, muchos han descubierto que pueden acercarlos y mantenerlos actualizados, pero teniendo la claridad que es una fuente de ansiedad y “fake news”, haciendo que muchos ahora sean más selectivos al momento de conectarse. En términos generales, este grupo usa las redes sociales pero no vive según sus estándares lo que les facilita su alejamiento.

Al final, todos a su tiempo debemos ser capaces de desconectarnos, buscar la tranquilidad a nuestro modo, entendiendo que el mundo digital es una herramienta y un medio que debe ser usado para tu bienestar, eficiencia y autonomía sin alterar nuestras facultades físicas o mentales.

A quien afecta más

Desde mi punto de vista, no todas las redes se verán igualmente castigadas por el silencio digital; su impacto podría ser hasta bastante diferente, dependiendo de la naturaleza y dinámica del feed de redes sociales.

Por ejemplo, X (ex Twitter) se asocia generalmente con debates, opiniones personales y, a veces, con la naturaleza tóxica de los contenidos u opiniones polarizadas. Esta mirada puede hacer que algunos usuarios, especialmente aquellos que esperan un lugar tranquilo y alentador, con contenidos menos expuestos, eviten participar o se retiren de la plataforma para encontrar un lugar más seguro.

TikTok, en cambio, que se basa en contenido visual y algoritmos súper personalizados que están diseñados para retener la atención del usuario. Muchos de los grupos de jóvenes que conforman la mayor parte de su audiencia preferirían quedarse porque la encuentran cautivadora y adictiva, y tienden a actuar desde la creencia de perderse en el contenido dinamico si se desconectan, pese a las posibles consecuencias negativas que puedan experimentar.

En el caso de Instagram, es probable que la tendencia hacia el silencio digital avance en segmentos que buscan alejamiento de las presiones sociales y exposición excesiva. Sin embargo, también existen usuarios que seguirán en ella motivados por la posibilidad de construir comunidades, compartir contenidos atractivos y aprovechar sus beneficios comerciales y sociales. La clave en ambos casos será cómo cada uno ajusta su relación con la plataforma en función de su bienestar.

En resumen, el silencio digital puede afectar directamente a plataformas donde afloran percepciones de toxicidad, polarización o agotamiento, como en el caso de X, donde algunas personas sienten que no pueden encontrar un espacio saludable o positivo. Mientras tanto, plataformas como TikTok, con su contenido efímero y su naturaleza de entretenimiento y captación de atención, podrían retener a una base de usuarios más activa. Por supuesto, esto podría variar según las modas y políticas, además del comportamiento de los usuarios en cada red.

Qué viene

La invitación al “silencio digital” no solo tiene relación con retirarse del mundo virtual, sino también muestra una imagen concreta de cómo estamos cambiando nuestras actitudes de vida modificada por la tecnología o ansiedad social, ayudándonos a crear nuevas reglas de conducta que establecerán patrones de en las nuevas sociedades.

Para aquellos de nosotros que estamos en una etapa de nuestras vidas donde la calidad de las relaciones, la salud mental y el tiempo personal son primordiales, comprender esta tendencia puede ser un paso hacia un equilibrio digital y personal. El desarrollo de la tecnología continuará cambiando nuestro mundo, pero saber cuándo poner un límite, entenderlo y obligarnos a establecer un equilibrio personal son habilidades esenciales que debemos desarrollar.

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