Convertido en un fenómeno cultural global, Labubu fusiona lo adorable con el lujo y la nostalgia. Celebridades y marcas premium lo integran en moda y relato, redefiniendo tendencias. Como en el pasado con “Cabbage Patch” o “Furbys”, su estrategia de marketing y coleccionismo conecta con generaciones. Te contamos cómo este pequeño duende está revolucionando la cultura pop, las redes sociales y el mercado del lujo.
filosos dientes y orejas puntiagudas que vive en los bosques nórdicos. Hoy, se ha transformado
en un codiciado “charm” de lujo, adornando bolsos de marcas como Hermès, Louis Vuitton o
Chanel, evocando una nostalgia similar a la de los Tamagotchis y Monchichis. La visibilidad de
“Labubu” entre celebridades como Lisa de BlackPink, Rihanna y Kimora Lee Simmons ha
consolidado su estatus como símbolo de moda y ternura. Este impulso mediático, junto con la
estrategia de marketing de su empresa matriz, Pop Mart, ha sido clave para su éxito.
De China con amor
El mercado de los juguetes coleccionables en China ha sido el caldo de cultivo perfecto para
“Labubu”. Ha crecido de manera exponencial, y este personaje, en particular, se ha convertido
en el buque insignia de Pop Mart, la empresa detrás de su éxito arrollador. Su influencia va
mucho más allá del nicho de los coleccionistas, actualmente estamos viendo a marcas de
diversos sectores integrando a “Labubu” en sus campañas, lo que demuestra su alcance
masivo y su capacidad para revitalizar el interés de los consumidores, trascendido las barreras
de ser solamente un juguete para convertirse en un verdadero ícono de la cultura pop.
Los números no mienten. Las ganancias de sus creadores se han casi triplicado durante este
año, un dato que subraya la demanda global y el fervor que despiertan estos muñecos. Es una
clara indicación del poder que tienen los objetos de deseo en el mercado actual. Se podría
argumentar, incluso, que este ascenso meteórico está energizando el “poder blando” de
China, proyectando una imagen cultural vibrante y atractiva a nivel mundial. Un claro ejemplo
de cómo un producto de entretenimiento puede tener un impacto significativo en la
percepción internacional de un país.
El 2025 es un año clave para Labubu. Las tendencias indican que su popularidad sigue en
ascenso, con nuevas colecciones, colaboraciones y lanzamientos que mantienen la frescura y el
interés. Hay un mercado mayorista activo, con precios que reflejan la alta demanda y el valor
percibido de estas figuras. La clave reside en esa combinación de diseño cautivador, la
emoción de la colección y la sensación de logro al adquirir estas piezas únicas, una fórmula que
ya hemos visto antes en fenómenos como los Funko Pop o los famosos Art Toys, pero que
Labubu ha sabido perfeccionar y llevar a un nuevo nivel, el lujo.
Labubu ofrece lecciones valiosas de marketing: la importancia de la narrativa visual, la
creación de una comunidad leal y el manejo inteligente de la cultura pop, pilares
fundamentales de su estrategia. No se trata solo de vender un producto, sino de vender una
experiencia, una conexión emocional y un sentido de pertenencia a una tendencia global. Es la
perfecta sinergia entre arte, comercio y psicología del consumidor.
La tendencia Kawaii
Kawaii representa un juego artístico al estilo Andy Warhol, “una imagen popular que atrae las
miradas y te hace querer llevarla a casa”. Labubu, la figura creada en 2015 por el artista
hongkonés Kasing Lung, es un poderoso ejemplo de cómo el consumismo pop captura el
mundo.
Labubu encarna un estilo particular dentro del Kawaii: el “creepy-cute” (aterradoramente
tierno). Un muñeco de peluche que se asemeja a un pequeño monstruo, pero con una
apariencia inexplicablemente adorable que lo ha convertido en una sensación viral. Su encanto
reside en esta dualidad, demostrando que lo lindo y lo aventurero pueden coexistir. No solo
busca divertir y destacarse, sino que también convertirse en un símbolo de creatividad y gusto
individual en la cultura juvenil.
Parte del atractivo y una estrategia brillante dentro de la tendencia Kawaii, es la venta en
“blind boxes” (cajas misteriosas). Esto significa que la figura exacta dentro del paquete es un
secreto hasta que se abre, añadiendo un elemento de sorpresa y emoción a la experiencia de
compra. Los expertos ven la popularidad de estos monstruos como un fenómeno de moda que
indica pertenencia a un grupo, un claro signo de que ser parte de esta tendencia es una
declaración de estilo.
Esta película ya la vi
Si Labubu está en la cima hoy, es porque la historia de los juguetes es un eterno viaje retro
que nos lleva desde los Cabbage Patch Kids hasta los Furbys. Recuerdo perfectamente cuando
las muñecas Cabbage Patch causaron furor en los 80; la gente hacía filas interminables para
comprar estos bebes dentro de un repollo. Una locura similar a lo que vemos ahora con los
Labubu, con la genialidad que el repollo se cambió por carteras de lujo. Es ese mismo
sentimiento obsesivo coleccionable, esa necesidad de tener el original o la edición limitada,
lo que impulsa el mercado. Según recuerdo también los Cabbage respondían a la tendencia
“blind boxes” lo cual fue parte de su repercusión en ventas.
Después llegaron los Furbys, esos pequeños bichos parlanchines que fueron un fenómeno
navideño, demostrando que la innovación y la interacción podían llevar a un juguete a lo más
alto. Piensen también en clásicos atemporales de ventas como los LEGO, la siempre
reinventada Barbie, la intriga del Cubo de Rubik, o la adicción del Tamagotchi y el Tetris.
Todos ellos comparten que supieron conectar con su época y crear una demanda insaciable.
Hoy, tanto los Cabbage Patch Kids como los Furbys siguen siendo objetos de culto para
coleccionistas y aficionados, con un activo mercado de artículos nuevos y usados. Labubu, con
su diseño singular y su estrategia de escasez, ha sabido capitalizar esa nostalgia y ese deseo
inherente en el ser humano de poseer algo único. Es la misma dinámica de marketing, pero
adaptada a los nuevos tiempos, donde las redes sociales y la globalización amplifican el
fenómeno a una velocidad vertiginosa.
La conquista de las redes sociales
Labubu no es solo un muñeco coleccionable; está siendo un fenómeno impulsado por una
estrategia digital impecable. Las redes sociales se han consolidado como una de las
herramientas más poderosas en el marketing digital, y Labubu ha aprovechado esta dinámica a
la perfección. La presencia de sus imágenes en plataformas como TikTok, con millones de
visualizaciones, demuestra que su contenido es visualmente atractivo y emocionalmente
resonante puede volverse viral.
El impacto de Labubu en el entorno digital es innegable, permitiendo que marcas como Pop
Mart crezcan de forma inmediata. Un caso de estudio sobre cómo la combinación de un
producto atractivo, accesible y una distribución inteligente del contenido en la era digital
puede generar un éxito sin precedentes.
El mercado del lujo
El mercado del lujo, ese bastión de la exclusividad y la sofisticación, está viviendo también la
dulce invasión. La tendencia “Kawaii”, que hemos visto explotar con fenómenos como Labubu,
está abriéndose paso a lo grande, y con ella, los colgantes para carteras se han convertido en
el accesorio de moda. Ya no es solo una tendencia; es un espacio de consumismo de lo
adorable que está replanteando las bases del diseño de lujo.
Si hablamos de sacudir el juego, no podemos dejar de mencionar a Louis Vuitton. En 2003 la
colaboración entre LV y Takashi Murakami introdujo elementos kawaii y motivos de anime en
la moda de lujo, creando una tendencia que resonó fuertemente hasta el presente. Hoy no se
queda atrás y ha lanzado sus propios “charms” coleccionables que prometen dar mucho de
qué hablar. Ellos son Vivienne Fashionista y Louis Bear, dos encantadores accesorios creados
por Pharrell Williams, que inyectan una dosis de lujo juguetón a sus emblemáticas carteras y
demás complementos.
Y no estamos hablando de simples llaveros; son pequeñas obras de arte que representan la
perfecta fusión entre la artesanía de Louis Vuitton y la demanda de esa estética tierna y
coleccionable. La Vivienne Fashionista, por ejemplo, tiene un precio de venta de $1,390,
mientras que el Louis Bear se sitúa en los $1,270. Precios que, si bien son elevados, reflejan la
exclusividad, la artesanía y la deseada asociación con la marca Louis Vuitton.
Ahora, la gran pregunta que flota en el aire es: ¿podrían estos “charms” de Louis Vuitton
eclipsar a Labubu y convertirse en la próxima gran sensación viral?
Labubu ha sentado un precedente innegable, llevando los colgantes a la cima de las
tendencias. Sin embargo, los encantos de Louis Vuitton, con su diseño inherente de lujo y el
respaldo de una marca con siglos de historia, representan una propuesta distinta. Su
exclusividad y la asociación con el prestigio de LV los hacen muy deseables para coleccionistas
que buscan no solo estilo, sino también una pieza con valor intrínseco.
Desde los vibrantes Labubu hasta los muñecos Jellycat, esta tendencia demuestra que el
consumidor moderno busca formas creativas y divertidas de personalizar sus artículos de lujo.
Y Louis Vuitton, Marc Jacobs y otros lideres del lujo han dado un paso audaz para liderar este
movimiento, ofreciendo piezas que son, a la vez, adorables y un símbolo de estatus. La era del
“Kawaii” en el lujo ha llegado para quedarse, y estos pequeños compañeros son solo el
principio de lo que está por venir.