Iryna Zarutska era una más de los cientos de pasajeros que abordaron el tren Blue Line de noche en la estación Scaleybark, a solo unos kilómetros del centro de la ciudad de Charlotte, Estados Unidos.
Refugiada por la guerra, la ucraniana de 23 años llevaba su cabello rubio debajo de un gorro de Zepeddie’s Pizzeria, el local donde trabajaba, eligiendo para sentarse en una fila vacía del metro.
Detrás de ella se encontraba Decarlos Brown, quien metió su mano dentro de su sudadera roja y sacó entre sus ropas lo que parecía ser un cuchillo. En un momento de dilación, miró por la ventana como si en eso hubiera quedado su acción. Sin embargo, en un movimiento veloz, se levantó y pasó su brazo por encima del asiento, apuñalando mortalmente a Zarutska, quien solo logró reaccionar a llevarse las manos a su rostro y garganta antes de desplomarse al suelo.

La ucraniana falleció en pleno metro a causa de sus heridas mientras el resto de pasajeros intentaban ayudarla. Brown fue acusado de homicidio premeditado por su muerte.
Durante los últimos días, luego de que se viralizara el video del ataque ocurrido el 22 de agosto, el apuñalamiento y el extenso historial criminal de Brown —que incluye 14 causas y condenas por robo a mano armada, hurto y allanamiento de morada— han sido denunciados por el Gobierno de Trump y políticos conservadores como un ejemplo del crimen violento que, según su consideración, afecta a muchas ciudades lideradas por demócratas en Estados Unidos.

El debate se intensificó luego de que Brown, según reconstruyó el diario británico The Daily Mail, responsabilizara a unos supuestos “materiales dentro de su cuerpo” por el ataque, un razonamiento que expuso múltiples veces durante una conversación telefónica con su hermana grabada y filtrada a la prensa. “Quiero que la policía investigue qué fue lo que mi cuerpo recibió“, insistió Brown.
En ese sentido, según declaraciones recogidas por Newsweek, la familia del agresor intentó en varias ocasiones previas que él fuera internado. “Mi hermano no tendría que haber estado en la calle“, aseguró Tracy Brown, indicando que había solicitado durante años su ingreso en un centro psiquiátrico. Su madre, en tanto, compartió públicamente esa percepción.
El trágico final de Zarutska, luego de escapar de la violencia en Ucrania para sucumbir ante ella en Estados Unidos, es ahora el caso insigne para buscar justificar el despliegue de militares federales en Los Ángeles y Washington, en medio de la amenaza de Trump con enviar la Guardia Nacional a Chicago.
Al mismo tiempo, en frente está la historia de un hombre cuya familia siente que fue abandonado, tanto por el sistema de justicia penal como el de salud, que deja la sensación que su crimen podría haber sido evitado.