El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió poner fin a los esfuerzos diplomáticos con Venezuela, abriendo la puerta a una posible escalada militar contra el régimen de Nicolás Maduro, quien ha movilizado sus milicias durante las últimas semanas. Se trata de una decisión que ordenó a Richard Grenell, enviado especial y principal negociador con Caracas.
Grenell había encabezado durante meses canales diplomáticos por Trump con el gobierno de Maduro, que se intensificó recientemente, coincidiendo con ataques del ejército estadounidense a embarcaciones supuestamente vinculadas al narcotráfico en Venezuela. La falta de avances y la negativa de Maduro a abandonar el poder habrían motivado el giro en la estrategia estadounidense.
La administración notificó al Congreso que Estados Unidos se encuentra en un “conflicto armado” con los cárteles, calificados como organizaciones terroristas, mientras que sus miembros han sido considerados como “combatientes ilegales”. Esta declaración ha sido interpretada como el preámbulo a una posible intensificación militar, incluso más allá de Venezuela.
La suspensión pareció indicar que Estados Unidos planeaba intensificar las operaciones militares. Algunos funcionarios, tanto actuales como anteriores, aseguraron incluso que el líder republicano podría autorizar ataques contra objetivos de los cárteles de la droga en México, aunque no hay claridad si el mandatario ya lo ha hecho ni qué plan militar podría aprobar, de acuerdo al The New York Times.
Quienes se ubican en contra de abandonar la diplomacia dentro de la administración Trump temen que cualquier expansión de la campaña antinarcóticos en la propia Venezuela, o cualquier esfuerzo directo para expulsar a Maduro del poder, podría implicar un conflicto armado directo y más amplio entre Washington y Caracas.
Contraria a las promesas de Trump, las consecuencias de las decisiones podrían desembocar en una guerra prolongada, una instancia que el mandatario aseguró que evitaría a toda costa una vez regresó al poder. No obstante, la suspensión de los canales diplomáticos sugiere que la opción militar cada vez más gana mayor terreno en Washington.