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Los crudos relatos de 40 venezolanos que denuncian haber sido torturados en megaprisión de El Salvador

“Caí en depresión. Quería suicidarme porque pensaba que, muerto, iba a estar mejor”, fue uno de los relatos por brutales golpizas y torturas.

Golpeados con bastones, patadas estando arrodillados y abusos sexuales. Así describieron cómo fueron torturados 40 de los 252 migrantes venezolanos deportados entre marzo y abril por el Gobierno del presidente Donald Trump y enviados al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la cárcel de máxima seguridad de El Salvador.

La denuncia la dio a conocer esta jornada las organizaciones internacionales Human Rights Watch (HRW) y Cristosal, que recopilaron testimonios donde se da a conocer un patrón de tortura física, sexual y psicológica que, según su visión, constituye un trato cruel e inhumano en dicho penal.

Asimismo, HRW y Crostosal acusan en su informe al Cecot y a otras prisiones en El Salvador de violaciones sistemáticas de derechos humanos, y a Estados Unidos de complicidad en torturas, desapariciones forzadas y otro tipo de violaciones.

En respuesta a CNN, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos defendió la decisión del Gobierno de Trump de enviar a los migrantes venezolanos al Cecot debido a que “ya no representan una amenaza para el pueblo estadounidense“.

“Llegaron al infierno”: el relato de los venezolanos que dicen haber sido torturados

Desde que me bajaron del avión empezó la pesadilla“, indica el informe que cita a Gonzalo, un joven de 26 años del estado de Zulia, Venezuela, quien contó que un guardia lo golpeó en la nuca con un bastón al bajar del avión.

Siendo todos los migrantes sometidos al mismo trato según su declaración, los golpes siguieron en su traslado al Cecot: “El director de la prisión nos dijo: Llegaron al infierno“.

Una vez dentro, los entrevistados por HRW y Cristosal relatan que los guardias los golpeaban periódicamente. “Nos sacaban de la celda a todos, nos colocaban en posición de requisa, arrodillados, esposados de manos a la espalda y con los brazos en la cabeza, y nos golpeaban con los bastones, patadas y puños, y luego nos dejaban arrodillados durante 30 o 40 minutos”, detalló Tirso Z.

Tres denunciantes incluso narraron que sufrieron violencia sexual. “Caí en depresión. Quería suicidarme porque pensaba que muerto iba a estar mejor. Al final, lo único que me daba fuerzas es Dios, y mi familia, mi esposa, mi hija y mi madre”, contó Nelson, según el reporte.

El Gobierno estadounidense acusó, sin presentar pruebas, a personas como Nelson, Gonzalo y Tirso de estar vinculados al Tren de Aragua.

HRW y Cristosal, en tanto, concluyeron que aproximadamente la mitad de los venezolanos enviados al Cecot no tenían condenas penales y que solo el 3% había sido condenado en Estados Unidos por un delito violento o potencialmente violento.

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Ambos optaron por eslóganes inflados y fórmulas ya vistas mil veces. Los inmigrantes fueron tratados como muebles que se reubican. Los delincuentes, como residuos que deben barrerse bajo la alfombra.

Foto del Columnista Rafael Gumucio Rafael Gumucio