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13 de Junio de 2017

Bájese senadora Goic, no complazca a los vejetes concertacionistas

"¿Por qué de pronto las esperanzas de una senadora relativamente nueva en política se transformaron en el albergue en donde los señorones corren a esconderse del presente para cubrirse con su pasado?".

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Columnista.

Debe ser muy alentador para una senadora con una carrera política aún joven liderar el partido al que ha pertenecido su familia por años. Es una tarea que requiere de habilidades especiales que sus “camaradas” vieron en ella, por lo que le da un gustito aún más especial que luego de este honor haya sido la llamada a ser la candidata de la misma colectividad, reafirmando así su importancia en mundo como el demócratacristiano.

Debe una gran alegría ver que, por medio de su candidatura a La Moneda, los militantes de su partido, sin importar la rama de la que vengan, se unan tras ella sintiéndose orgullosos de lo que representa la cultura DC. Sin embargo, lo que parece bastante triste es que esta alegría no sea mayoritariamente compartida por la centroizquierda, ni convoque a quienes se busca convocar, debido a la poca fuerza que ha tenido la campaña y su “relato”. Ya que, aunque se diga lo contrario, esta no es una propuesta de futuro, sino un llamado a revivir las temerosas acciones de la transición.

Carolina Goic lamentablemente se ha transformado en la representación de los miedos de los viejos concertacionistas quienes, por medio de su joven figura, han querido traer nuevamente sus “formas” a dominar el centro del debate progresista, contándonos que sería adecuado actuar de la misma forma en que se hizo con el dictador vivo, hoy que está muerto. Como si la prudencia y la gradualidad sean patrimonio exclusivos de ellos.

Es cosa de ver las páginas de El Mercurio en las que circulan laguistas y ex militantes PPD uniéndose a la candidatura de Goic como si estuvieran refugiándose de una tormenta revolucionaria que solamente vive en sus cabezas. Brunner, Tironi y otros pocos ven en Carolina Goic un buen refugio para no mirar hacia adelante y, en cambio, regodearse en recuerdos de glorias pasadas, para así no preguntarse qué hicieron mal y cuánto de lo recorrido no es producto de un cuento épico, sino de una lista interminable de derrotas ideológicas a las que terminaron acostumbrándose.

La DC se ha transformado en una trinchera de esos ex izquierdistas, los que creen que hay un sector que debe seguir bajo las lógicas noventeras. Son quienes aún no han dado el paso definitivo hacia la derecha por una cuestión de respeto a su historia personal y al recuerdo de los grises años dictatoriales, pero no por lejanía a sus ideas.

¿Por qué de pronto las esperanzas de una senadora relativamente nueva en política se transformaron en el albergue en donde los señorones corren a esconderse del presente para cubrirse con su pasado? Todo parece indicar que sucede debido a que en la Democracia Cristiana ganaron los que tienen más presencia en los medios que en las bases, quienes le abrieron las puertas a los otrora progresistas que hoy confunden la socialdemocracia con un neoliberalismo ligeramente regulado.

Lo anterior debería dejar en claro que esta candidatura no está llamada a triunfar ni siquiera en la propia cabeza de Goic, sino que a ser recordada como otro sacrificio en vano por complacer a esos vejetes que dejaron hace bastante tiempo de lado las preguntas para reemplazarlas por una carencia de autocrítica bastante cómoda. Por ello todo pareciera indicar que, en honor a su autoestima y a la sobrevivencia de la centroizquierda, la senadora debería pensar bien lo que está haciendo, para así dejar de darles en el gusto a quienes dejaron hace bastante tiempo de pensar de acuerdo a un proyecto colectivo para así ensimismarse en sus individualistas egoísmos autocomplacientes.

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