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Después de la vacuna, una política pública agresiva

Habiendo decidido el Gobierno una política que tiene su principal acción en la vacunación masiva que alcanza los 8 millones de personas, es menester entender que la gente se sigue infectando y sigue muriendo. Esto, significa que los cuatro pilares de la gestión del riesgo contra el Coronavirus se deben reforzar.

Frente a un escenario líquido, totalmente cambiante como es el de pandemia, producto del COVID-19; lo fundamental es establecer en qué se basa esta estrategia que es parte de lo que llamamos “Gestión del Riesgo”. La gestión del riesgo se define como el proceso de identificar, analizar y cuantificar las probabilidades de pérdidas y efectos secundarios que se desprenden de los desastres, así como de las acciones preventivas, correctivas y reductivas correspondientes que deben emprenderse.

Las políticas públicas son el curso de acción y decisión que toma el Estado con la finalidad de transformar o modificar una situación determinada, y dar respuesta a distintos sectores de la población. Según Manuel Tamayo Sáez, Doctor en Ciencia Política: “Las políticas públicas son el conjunto de objetivos, decisiones y acciones que lleva a cabo un gobierno para solucionar los problemas que en un momento determinado los ciudadanos y el propio gobierno consideran prioritarios”.

De tal forma que, habiendo decidido el Gobierno una política que tiene su principal acción en la vacunación masiva que alcanza los 8 millones de personas, es menester entender que la gente se sigue infectando y sigue muriendo; y que el aspecto referencial en Europa y otros países muestran una tercera ola, y en algunos casos una cuarta ola de contagios con nuevas cepas.

Esto, significa que los cuatro pilares de la gestión del riesgo contra el Coronavirus se deben reforzar: PCR y trazabilidad, que se presentan como una solución para tanta gente que debe salir necesariamente y otros que no debiendo salir a la calle, salen; donde se entiende que son potenciales contaminadores o personas potencialmente contaminados.

Sin embargo, quiero hacer especial énfasis a tres elementos que si bien se presentan, a mi parecer no han tenido la fuerza o el refuerzo en la entrega a las personas, para así lograr el cambio de conducta. Me refiero a un lavado de manos correcto y reiterado, ¿es descabellado aumentar los lugares de lavados de manos? ¿Es posible pedirle a la televisión, radio y periódicos una campaña agresiva que indique el lavado correcto de las manos? Distancia física, ¿es posible reiterar la acción de remarcar los espacios y distancias correctas y necesarias?

Finalmente, una campaña agresiva por todos los medios de la importancia del uso de la mascarilla, estableciendo cuál es la mascarilla correcta y cómo se logra el uso efectivo, donde se muestre en pantallas y programas reiteradamente cómo se colocan las mismas, cómo se usan correctamente, cuál es el modelo eficaz y cómo se usa de forma eficiente. Y, agregando que; en lugares públicos se deberían regalar mascarillas, e incentivar el uso de doble mascarilla en lugares cerrados para una mayor protección.

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