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8 de Junio de 2024

La protección que aún le debemos a nuestros océanos

El continuo afán de crecimiento de las economías del mundo ha empujado a la extracción inescrupulosa de recursos de todos los territorios, y el marítimo no ha sido una excepción. La pesca industrial, la salmonicultura, la minería submarina, entre tantas otras, están degradando de forma acelerada nuestros océanos y la única posibilidad de sanarlos viene desde una adecuada protección.

Por Estefanía González
Este 8 de junio conmemoramos el Día Mundial de los Océanos, una fecha creada para concientizar sobre su relevancia de estos ecosistemas sobre toda la vida en la Tierra. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Estefanía González

Estefanía González es subdirectora de Campañas de Greenpeace

A comienzos de este año, el Senado chileno aprobó el Tratado Global de los Océanos de Naciones Unidas, lo que nos permitió convertirnos en el primer país en el mundo, junto a Palau, en ratificar este acuerdo, un hito enorme para la protección de la diversidad de nuestros océanos y que hasta el día de hoy nos enorgullece.

El continuo afán de crecimiento de las economías del mundo ha empujado a la extracción inescrupulosa de recursos de todos los territorios, y el marítimo no ha sido una excepción. La pesca industrial, la salmonicultura, la minería submarina, entre tantas otras, están degradando de forma acelerada nuestros océanos y la única posibilidad de sanarlos viene desde una adecuada protección.

Es precisamente ahí donde radica la importancia de este acuerdo, que permite proteger el 30% de los océanos del mundo para el año 2030, algo que la ciencia ha establecido como necesario para que los mares del mundo tengan la oportunidad de recuperarse.

Sin embargo, y pese al liderazgo de Chile para la protección de las aguas internacionales a través de este importante tratado, lo cierto es que poco o nada se está haciendo dentro de nuestro país para avanzar en la protección efectiva de los ecosistemas costeros. Me referiré a un asunto que se sigue promoviendo o permitiendo desde el Estado aún cuando está degradando los territorios: el fomento a la expansión de la salmonicultura.

Esta industria se ha posicionado como la segunda exportadora del país, creciendo año a año, tanto en producción como en ganancias. Pero su desarrollo no ha sido inocuo para los territorios, sino que ha dejado una estela de contaminación y degradación de fondos marinos y la biodiversidad en general.

Sin ir más lejos, en 2023 un relator especial sobre derechos humanos y medio ambiente de la ONU, David R. Boyd, visitó diversos lugares en el país, con el objetivo de documentar y conocer de primera fuente los principales conflictos medioambientales que enfrenta nuestro país. Al terminar su visita, aseguró haber sido testigo de las “flagrantes violaciones cometidas durante años a su derecho (de las comunidades) a vivir en un ambiente limpio, saludable y sostenible”, haciendo una especial mención a los daños ecológicos a ecosistemas ocasionados por la industria salmonera en los mares del sur del país.

La industria salmonera una y otra vez nos ha mostrado la peor cara de la avaricia empresarial con sus ‘accidentes’, contaminaciones, mentiras, fraudes al fisco y la sobreproducción de especies, llevando a los ecosistemas donde se ha insertado al límite. Pese a ello, el Estado obvía sus faltas y no sólo no les impone sanciones, sino que las pocas veces que lo hace, luego las retira, como se ha visto en innumerables casos. Que el Ejecutivo, y el Estado en su conjunto, avale estas conductas, va directamente en contra del liderazgo internacional que Chile muestra en materia de océanos y contra los ejes programáticos de este mismo gobierno.

Este 8 de junio conmemoramos el Día Mundial de los Océanos, una fecha creada para concientizar sobre su relevancia de estos ecosistemas sobre toda la vida en la Tierra, su rol en la regulación climática global, así como educar acerca de las amenazas que los afectan. En el marco de esto, reconocemos el liderazgo de Chile en su política exterior en materia de océanos, pero invitamos a las autoridades a mostrar consecuencia en el ámbito local, recuperando el rumbo en la materia y a comprometerse en serio con la defensa de nuestros ecosistemas costeros, especialmente en la Patagonia donde la industria salmonera está asfixiando al mar y toda su biodiversidad.

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