
Uno de los desafíos más urgentes del sistema educativo es reconstruir el vínculo entre las familias, los establecimientos escolares y los niños, niñas y adolescentes. Núñez y Lagos (2022) señalan que, en sectores con mayores índices de vulnerabilidad social y económica, la necesidad de fortalecer el vínculo se ha convertido en un problema estructural. Si los niños deben preocuparse de cuestiones que no son propias de la etapa en que viven, como la falta de recursos o de seguridad, podemos concluir que no estamos asegurando condiciones mínimas para que el aprendizaje ocurra. En este escenario, dos dimensiones han demostrado ser herramientas poderosas para la restauración del vínculo: el fomento lector y el desarrollo de habilidades socioemocionales (SEL). Trabajadas en conjunto, fortalecen el sentido de comunidad.
En primer lugar, es fundamental comprender que la lectura y las habilidades socioemocionales se entrelazan y su relación es bidireccional. van Leeuwen y Janssen lo destacan en su estudio: leer mejora la capacidad de ponerse en el lugar del otro, regula emociones y fortalece la identidad; contar con herramientas sociales y emocionales sólidas favorece una lectura más profunda, reflexiva y significativa.
Con respecto a la lectura, Chile enfrenta un desafío persistente. Aunque los resultados del SIMCE 2024 en 4° básico nos dan un mensaje esperanzador —con un incremento de 14 puntos respecto a 2014, y de 6 puntos con relación al año anterior—, la situación en 6° básico es diferente: los resultados en lectura han descendido 3 puntos respecto de la década pasada y 2 puntos si se compara con el año anterior.
En el escenario internacional, Chile se ubica bajo el promedio OCDE en Lectura, como se señala en el último informe de la Prueba PISA, aunque se mantiene como el país con mejor rendimiento en nuestra región. Los datos expuestos nos dejan el mensaje implícito de que enseñar la técnica de decodificación textual no es suficiente; se debe enseñar una lectura comprensiva profunda, en contextos emocionalmente seguros, en los que cada niño se sienta acompañado y valorado.
El desarrollo socioemocional en nuestro país también enfrenta desafíos relevantes. Un estudio reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2024) muestra un descenso en el desarrollo de habilidades específicas entre la niñez y la adolescencia, como la resistencia al estrés (−7 puntos porcentuales), la autoconfianza (−9 puntos) y el optimismo (−10 puntos).
A lo anterior se suman dos brechas: una socioeconómica, caracterizada por la presencia de menores niveles de habilidades socioemocionales en contextos vulnerables, y otra de género, en la que las niñas reportan índices más bajos de regulación emocional y bienestar psicológico que los niños. El informe también identifica una relación negativa entre la resistencia al estrés y el rendimiento académico en lectura en el caso específico de los hombres chilenos: aquellos con mayor resistencia al estrés tienden a obtener peores resultados académicos en este ámbito.
Estos hallazgos inciden en el aprendizaje y el bienestar individual, además de la capacidad para construir comunidades escolares cohesionadas y solidarias. Como sostiene el informe, las habilidades socioemocionales, benefician el desempeño académico y el bienestar individual. Además, fomentan el compromiso cívico, la cooperación y la capacidad de vivir juntos en contextos diversos, fortaleciendo así el sentido de comunidad.
En definitiva, el fortalecimiento del vínculo, a través de la lectura y el desarrollo de habilidades socioemocionales, es un objetivo profundamente humano. Los niños en Chile requieren de herramientas para comprender su realidad circundante, pero también para comprenderse a sí mismos, encontrar su propia voz y construir desde ahí un lugar en el mundo.