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En la barra con Ingrid Parra

Menuda y dulce, así es Ingrid Parra. La actriz y bailarina no se mueve por la vida como aquella bomba sexy que seduce a la cámara en Morandé con Compañía, pero con sólo observarla en detalle aprendimos mucho de coquetería.

Menuda y dulce, así es Ingrid Parra. La actriz y bailarina no se mueve por la vida como aquella bomba sexy que seduce a la cámara en Morandé con Compañía, pero con sólo observarla en detalle aprendimos mucho de coquetería. Nos juntamos con ella en el Sky Club 23, del Hotel Icon.

Allí, en la barra con piscina más alta de Santiago tuvimos una refrescante conversación con esta chica que fuera de pantalla también arrasa por redes sociales. Trago en mano -y con Santiago a nuestros pies- hablamos de las etiquetas que la persiguen, sobre audacia, de quienes la miran cuando llega a un bar.

También nos comentó sobre manejar el impulso de guardar esos ‘momentos especiales’ en el celular. Una tarde con una mujer tan o más burbujeante que el cóctel con St. Germain que sostenía.

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Dicho eso no pretendo evangelizar a nadie. No vengo a dictar cátedra ni a levantar un tótem. Simplemente me animo, en este momento del año tan dado a los balances, a hablar de un disco. No el disco. Mi disco. El que, sin avisar, fue compañía, refugio y espejo. En mi caso, ese viaje personal tuvo nombre propio: Twilight Override, de Jeff Tweedy.

Foto del Columnista Mauricio Jürgensen Mauricio Jürgensen