Secciones
Política

Loncon, Ávila, Campillai y Santibáñez: Boric pide no acostumbrarse a una “barbarie” y “falta de humanidad”

En la última parte de su discurso en la cuenta pública, el presidente intentó tocar la sensibilidad ciudadana después de varios hechos que van en contra de esta idea.

Sobre el final de la cuenta pública más larga en democracia, el presidente Gabriel Boric hizo un llamado a la ciudadanía para evitar conflictos que tocan la parte humana de las personas.

Sin dar nombres, el mandatario se refirió al caso de Elisa Loncon, quien debió justificar sus títulos universitarios; al del ministro Marco Antonio Ávila por la educación sexual y los dichos homofóbicos que recibió; a la ocasión en que la doctora María Luisa Cordero dijo que Fabiola Campillai no es ciega y al último episodio que protagonizó el pastor Soto al recordarle la muerte de su hija a la diputada Marisela Santibáñez.

“No sólo debemos cuidar nuestra democracia, también debemos cuidar nuestra convivencia y respeto mutuo. En un país moderno y civilizado, no es aceptable que se hostigue a una académica por ser mapuche; o enrostrarle a una diputada la muerte de su hija y su duelo; o que un ministro tenga que dar explicaciones especiales respecto a una política pública por ser homosexual; o que una senadora que sufrió una gravísima violación a sus derechos humanos tenga que responder a acusaciones absurdas y revictimizantes. No nos podemos acostumbrar a estos retrocesos civilizatorios, a esta falta de humanidad, a este afán de humillar, a esta barbarie”, expresó.

“Estamos en el siglo XXI y en este país se debe respetar a cada una a cada uno de los seres humanos que lo habitan. Mi compromiso es que como presidente pondré toda mi fuerza, mi constancia y cariño para lograr una convivencia distinta, una basada en el respeto y la dignidad humana”, sentenció.

Notas relacionadas











Vuélveme a querer

Vuélveme a querer

El extraño caso de Cristian Castro es, finalmente, el de un artista que perdió el centro, vagó por los bordes y regresó sin pedir permiso. No volvió a través de un hit nuevo ni de una estrategia de marketing: lo hizo mediante algo más simple y más raro -una autenticidad torpe, luminosa e irresistible, respaldada por una carrera que, vista desde hoy, nunca dejó de importar.

Foto del Columnista Mauricio Jürgensen Mauricio Jürgensen