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Cristóbal Bellolio y descuelgues en Chile Vamos en favor de Kast: “Habla muy mal de una coalición que no es capaz de mantener la palabra empeñada”

En entrevista con EL DÍNAMO, el analista político y filósofo aborda la eventual “fuga” de adherentes de Matthei desde Chile Vamos hacia Republicanos y la traición al legado político de Piñera.

Una tormenta política se desató en Chile Vamos esta semana. La candidata presidencial de la coalición, Evelyn Matthei, dobló la apuesta en su arremetida contra José Antonio Kast y anunció que un grupo de senadores de RN iba a interponer una denuncia por los ataques de cuentas troll —supuestamente vinculadas al Partido Republicano—, e incluso, insinuó la posibilidad de interponer una querella. 

No sólo eso. Matthei puso en duda su apoyo a Kast en segunda vuelta. 

El balance de la arremetida, sin embargo, fue adverso: los senadores echaron pié atrás en la arremetida judicial y la foto de la semana fue un inminente descuelgue de parlamentarios de Chile Vamos

Para el politólogo, filósofo y analista Cristóbal Bellolio, esta controversia no surge de la nada, sino que es resultado de una serie de estrategias fallidas de Matthei que han fracasado en posicionarla como la alternativa moderada que se proyectó tras el triunfo de Jeannette Jara en las primarias del oficialismo.

En ese sentido, advierte que los desmarques en Chile Vamos —aislados de momento— podrían comenzar a ser una tónica: “El punto es que cuando ya te das cuenta de que tu candidata no va a ser un buen paraguas para tu lista parlamentaria, lo que haces es mirar para otro lado”, dice en entrevista con EL DÍNAMO.

—Matthei acusó a Kast de una “campaña asquerosa” y puso en duda su apoyo en segunda vuelta, pero su propia coalición no la respaldó completamente. ¿Qué explica que la candidata no haya obtenido el apoyo unánime de su sector?

—Hay que entender el contexto. Cuando Jara gana la primaria, se genera en principio la posibilidad de que Matthei apele a un votante moderado, de centro-izquierda, que no votaría por Jara y que por lo tanto podría ver con buenos ojos su candidatura. Ese electorado que no quiere extremos, que no quiere a Jara pero tampoco a Kast.

Me da la impresión de que eso no ocurrió. Ese escenario que era una probabilidad no se concretó. Por el contrario, lo que pasó con el triunfo de Jara es que se potenció una dinámica polar donde Kast se benefició. La pregunta relevante se transformó en quién es el mejor para evitar al otro, tanto en términos de estrategia electoral como en términos discursivos: quién presenta un discurso más antagónico al de Jara y quién presenta un discurso más antagónico al de Kast.

En esa dinámica polar, la posición de Matthei se hace irrelevante, como el jamón del sándwich que no tiene cómo entrar.

—¿Y por eso empezó esta arremetida contra Kast?

—Ella trató de penetrar en la conversación de distintas maneras y ninguna dio resultado mirando las encuestas. Primero con la idea de “yo represento gobernabilidad, responsabilidad, experiencia y equipos”, a diferencia de Kast y Jara. Matthei puede decir, por ejemplo, que los mejores equipos económicos están con ella.

Pero eso, aunque sea cierto, aunque sea la respuesta correcta —tiene mejores equipos, asegura mayor gobernabilidad, asegura un escenario de menor conflictividad social— pareciera que no fue la preocupación de los chilenos y por lo tanto esa respuesta se la llevó el viento.

Después intentó, a propósito del debate, decir mira, estos dos son pura confrontación, yo soy colaboración. Trató de recuperar el espíritu más piñerista y decir que lo que vamos a ver si gana uno u otro es un escenario de alta confrontación, muy crispado, muy polarizado, yo aquí no vengo a pelear con nadie, yo vengo casi que a ser un gobierno de unidad. Y tampoco resultó desde el punto de vista de que no generó mayor tracción en la opinión pública.

—Puede ser también que estos debates los veamos solo nosotros y a la gente le importe poco.

—También está esa posibilidad. Pero trató de desplegar un tipo de discurso que no fue muy efectivo. Por eso me parece interesante contextualizar por qué estamos donde estamos. Yo creo que es la constatación de una serie de estrategias que no han resultado. Una serie de estrategias fallidas.

Entonces, en el esfuerzo del comando de Matthei por no desfondarse, en el esfuerzo por dar con el tono correcto, en el esfuerzo por responder la pregunta correcta, ella asume una posición de adversarialidad respecto de Kast.

—¿Era el camino correcto, considerando que había fallado todo lo anterior?

—Lo que yo decía es que cuando te han fallado todas las estrategias anteriores y tienes poco tiempo para dar un golpe de timón, tienes poco tiempo para cambiar la situación —porque las inscripciones de las candidaturas presidenciales están a la vuelta de la esquina, en agosto—, y si ella sigue bajando o sigue haciéndose cuesta arriba la posibilidad de que le dispute a Kast el paso a segunda vuelta, la gente de su coalición va a empezar a mirar con buenos ojos la idea de sacarse la foto con Kast pensando en su supervivencia parlamentaria.

En ese contexto, entiendo que el entorno de Matthei viera la oportunidad para hacer un punto de inflexión adversarial respecto de Kast. Porque ya trataron antes con el tema de responsabilidad, gobernabilidad, equipos, y antes de eso con el tema de colaboración o confrontación. Recordemos que ella también se prendió en la parada de pena de muerte, golpe de estado, cuántos alambres de púa iba a poner en la zanja en el norte. En definitiva, salir a pelearle el electorado a la derecha más dura. Pero no le dio resultados.

Por eso creo que la reflexión por parte de su equipo fue que se fumó la posibilidad de que dos derechas estén en segunda vuelta y, a la vez, entender que en verdad el adversario es Kast. La derecha, tal como hace 20 años, está ocupando la primera vuelta como primaria. Va a pasar uno.

Matthei vs Kast

—¿Eso explica la necesidad de Matthei de diferenciarse de Kast.

—Lo que necesita Matthei es pegarle a Kast. Y necesita pegarle ahora porque ya está abajo. Cuando uno va arriba, mantiene el ritmo. Pero cuando uno va atrás, tiene que ser más agresivo.

Y en este caso, lo que ella está haciendo es tratar de presentar a Kast como si fuera en su peor versión, en su peor luz. Lo hace a través de varios mensajes. Primero, cuando presenta esta idea de la campaña asquerosa en redes sociales, lo que dice es “yo no estoy muerta, esta candidatura no está muerta, quien pelea vive”. Ese es un mensaje para adentro, para su sector.

Segundo, le recuerda a la opinión pública es que Kast, por mucho que ahora se vista de seda, en el fondo maneja huestes que son súper agresivas y practican malas artes en la política, y trata de recordarles eso para romper un poco este embrujo de que Kast es casi un estadista en el contraste con Jara.

Y en tercer lugar busca tocar también la tecla de las mujeres: “este tipo me está atacando porque soy mujer”. Y el mensaje es que no es primera vez que desde ese mundo se minimiza la contribución de las mujeres a la vida pública. Cabe recordar que ese es el mismo mundo republicano trató de hacer una constitución que ella misma llamó antimujeres. Y es el mismo Kast que tiene techo especialmente con las mujeres jóvenes como se mostró en la segunda vuelta del 2021.

Por lo tanto, ella activa distintas claves discursivas que le ponen un cerco a Kast: nos recuerdan que el tipo anda a cargo de una pandilla agresiva y nos recuerda que esa pandilla además es media misógina.

—¿Qué ocurrió después? Porque han pasado dos semanas desde que empezó esto.

—Las encuestas todavía no reaccionan mucho. Es cierto, ella tuvo una baja importante, pero no siguió bajando, se quedó más o menos donde estaba. Pero creo que lo que está haciendo ahora es doblar la apuesta. Ya que está enojada, va todo o nada.

Ahora lo que acusa es que Kast ya no solamente dirige una pandilla agresiva en redes sociales y no lo reconoce, sino que además podría representar un retroceso democrático. Un tipo de gobierno como el de Kast, un tipo de liderazgo como el de Kast, podría ser un retroceso para la democracia chilena porque sus prácticas son prácticas que en otras partes del mundo han terminado por ser dañinas para la democracia.

Ya no es “está haciendo mala onda conmigo”, ya no es “está haciendo mala onda con las mujeres”, ahora es “es un peligro para la democracia”.

—Una estrategia es muy parecida a la que usó Kamala Harris contra Trump.

—Exacto. Esto es muy parecido a la campaña que hizo Kamala en la recta final frente a Trump. Kamala partió con un discurso muy buena onda, su campaña al principio tenía el eslogan “Joy”, alegría, copiandole al Obama “Hope”, pero cuando se dio cuenta de que eso no estaba sirviendo mucho, en las últimas dos semanas se dedicó a insistir en que Trump era un peligro para la democracia.

Pero si miramos lo que ocurrió, la gente no compró mucho ese discurso. No porque la gente no crea que Trump sea un peligro para la democracia —si es verdad o mentira es otra discusión—, el punto es que yo creo que a la gente no le importa tanto la democracia.

Entonces meter cuco con que Kast es un peligro para la democracia, aunque hay gente que dice que eso puede ser cierto, el tipo de gente que está eligiendo a Kast lo está eligiendo para que se haga cargo del orden público. Entonces mucha gente prefiere sacrificar libertades individuales y ciertas garantías democráticas a cambio de poder caminar por la calle tranquilo.

—Entonces no sirve esa estrategia.

—Creo que la estrategia de decir que Kast es un peligro para la democracia es una estrategia que tiene muchas limitaciones. No es una estrategia ganadora, pero como no tiene otra alternativa a estas alturas, está buscando por todos los lados posibles.

Curiosamente, lo que ella no ha hecho, y que sí ha hecho Kast, es priorizar su campaña con los lemas de sus distintos planes: plan escudo fronterizo, por ejemplo. Es muy pedagógico, explica lo que va a hacer.

Y si tú me preguntas a mí, que estoy medianamente informado, identifica una propuesta emblemática de un eventual gobierno de Matthei, yo no te sabría decir ninguna.

—¿Por qué los parlamentarios de Chile Vamos no la acompañaron en esta estrategia? De hecho algunos diputados, más bien de segunda línea, han abierto la puerta a que se baje Matthei.

—Lo que hizo Matthei internamente fue bien evaluado inicialmente. La vieron súper envalentonada, empoderada, y a la gente de su sector le gustó eso, hasta las mujeres de Chile Vamos hicieron un video. Pero ahora esa estrategia también demostró tener ciertos pies de barro.

Cuando ella dobló la apuesta y dijo “vamos a ir por esta querella”, los diputados y senadores dijeron “están locos”. ¿Por qué? Porque a ellos no les conviene enemistarse con Kast, porque si Matthei se sigue desinflando como le ocurrió a Sichel en la elección pasada, ¿con quién se van a querer sacar la foto?

—En algún momento van a tener que tocar esa puerta.

—Eventualmente, ojalá no les toque. Pero si le va bien a Kast, le va mejor a la lista parlamentaria republicana. Por el contrario, si le va mal a Matthei, le va mal a la lista de Chile Vamos. El punto es que cuando ya te das cuenta de que tu candidata no va a ser un buen paraguas para tu lista parlamentaria, lo que haces es mirar para otro lado.

Me da la impresión de que los parlamentarios de Chile Vamos no le creyeron mucho el bluff a Matthei, no le creyeron que esta actitud adversarial esté justificada ni doctrinaria ni estratégicamente, y están tratando de resguardar sus propios intereses.

—¿En qué pie queda Matthei después de que su propia coalición no la respalde?

—Lo ideal hubiera sido que la coalición hubiese apoyado a la candidata en esta estrategia. Creo que es lo ideal no solo para darle coherencia a la estrategia de la candidata, sino también siguiendo el mensaje póstumo, el testamento político de Sebastián Piñera.

A la gente se le olvida, pero Piñera antes de morir trágicamente dijo que fue un error de Chile Vamos seguirle el amén a los republicanos en el Consejo Constitucional. Y 80 dirigentes de Chile Vamos hicieron una autocrítica después de haber perdido el segundo plebiscito diciendo “no debimos haber seguido a los republicanos en su constitución maximalista y adversarial”.

Parecía que habían aprendido la lección. Y después, incluso en las municipales, parecía que le volvía el alma al cuerpo a Chile Vamos. Por eso creo que sus parlamentarios se han comportado de forma errática respecto de las conclusiones que ellos mismos habían sacado.

En esta última jugada de Matthei, lo que correspondía era acompañarla, porque ya no va a ser la misma lista parlamentaria que los republicanos. Esa micro no tiene suficientes asientos. No da ir en una lista donde republicano va con el diente largo, además va el partido de Kaiser. Es iluso pensar que va a haber una sola lista con todos los partidos de la derecha.

—¿Matthei debería mantener viva esta polémica de las cuentas troll o dejar que muera?

—Hay dos factores. Hay un factor humano que muchas veces cuesta ponderar. Aquí hay cuentas del ecosistema de la derecha radical en Chile que efectivamente no conocen límites y como son cuentas anónimas viven de la difamación y nadie hace nada, nadie dice nada.

Es una ridiculez que medios tradicionales entrevisten cuentas anónimas, se reporte sobre cuentas anónimas. Nosotros deberíamos tener un consenso transversal en que estas cuentas son tóxicas para la convivencia democrática y aquí las analizamos como si fuese una curiosidad simpática.

Si Matthei logra generar una especie de consenso transversal de que ya tenemos que terminar con esta forma de hacer política, me parecería fantástico. Porque curiosamente los mismos que hablan del estallido delictual y tiran pestes contra la izquierda, se comportan exactamente de la misma manera al otro lado.

También está el factor humano, porque a uno le duele cuando te difaman. No deberíamos relajar tanto nuestro estándar ético para decir que es exactamente lo mismo, porque el día de mañana esto va a ser contra ti, contra los tuyos, contra tu familia.

—¿Kast debería haber condenado más enfáticamente estos ataques?

—Como ciudadano, sabiendo que el próximo presidente de Chile va a ser probablemente Kast, a mí sí me preocupa que él no sea capaz de reconocer un fenómeno que él sabe que sí existe. No lo dice, no lo defiende en la forma burlona de Milei. Kast no es Milei, Kast no es Bolsonaro, Kast no es Trump, pero se hace el loco de un fenómeno que él sabe cómo opera su ecosistema. Todos hemos sido víctimas de ese ecosistema. 

Creo que ganaría mucho en este nuevo perfil de Kast maduro, Kast estadista, Kast más moderado, si es capaz de decir algo al respecto y no sencillamente hacerse el loco.

—¿Crees que algo de esta polémica refleja el estado actual del sistema político?

—Probablemente, la gran crisis que tiene nuestro país es que hay un sistema político que dialoga poco y que la ciudadanía siente que se ve poco reflejada en sus necesidades. Entonces, si la sensación de la ciudadanía no es que lo que estamos poniendo en el centro son sus problemas, si no está en el centro la persona, entonces tenemos un lío. Y ese no es un problema de un partido, es un problema de todo el sistema.

Cuando el objetivo principal de sectores políticos como Chile Vamos y Republicanos es ver cómo atacan al adversario, hacen caricaturas, entregan argumentos que muchas veces no dan con la solidez de un proyecto sino más bien con la crítica descarnada al otro porque lo tienen que sacar del mapa, eso daña a todo el sistema y finalmente a toda la política. Lo que hace es que desafecta más a la ciudadanía. Y eso es muy preocupante.

La fuga de Chile Vamos hacia la candidatura de Kast

—Ya se han empezado a insinuar descuelgues en Chile Vamos, con dirigentes como Carlos Larraín que dijo que si candidato es Kast. ¿Qué lectura hace de esto?

—Lo que está ocurriendo habla muy mal de Chile Vamos, habla pésimo de una coalición que por segunda vez consecutiva escoge a través de sus canales oficiales a una candidata y la deja tirada en la mitad del camino. Me parece que habla muy mal de una coalición que no es capaz de mantener la palabra empeñada, que no es capaz de dar la pelea de acuerdo a los términos que ella misma definió, y que se sube al caballo ganador desesperada por tratar de salvar algunos cupos parlamentarios.

Me parece penoso, me parece patético. Yo sé que algunos consideran que es simpático que lo diga Carlos Larraín, o valiente o realista. A mí me parece que es la decadencia política de una coalición cuando ocurre algo como esto. Además de un nivel de deslealtad respecto de quien ejerció la presidencia del partido, de quien supuestamente debería entender que aquí los proyectos colectivos son más importantes que los personales.

Yo entiendo que hay algunos parlamentarios que por la libre se bajen porque están más interesados en sacarse la foto con Kast para salvar su propio pellejo. Pero que lo diga un expresidente de partido, creo que hay pocas cosas más penosas en política.

—¿Cree que van a seguir sumándose más descuelgues?

—Creo que finalmente estos no van a ser los primeros descuelgues, creo que esto va a seguir sumando. La prensa va a ir a buscar a gente que tiene ganas de decir algo al respecto, así que esto puede terminar efectivamente con mucha gente pidiéndole a Matthei que se baje. Lamentablemente, creo que esto es una posibilidad.

Y Chile Vamos va a terminar traicionando un poco lo mismo que dijo hace unos meses atrás, eso que te decía del legado político de Piñera, de que no había que ser un vagón de cola republicano, de que por eso habían perdido el Consejo Constitucional. Bueno, ahora van a hacer un vagón de cola de republicanos nuevamente.

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