El triunfo de José Antonio Kast ha teñido la conversación política de varias lecturas. Desde que se trata de un cambio de clivaje que sepulta al Sí y al No hasta que se trata de la inauguración de una nueva etapa política que, bajo el paraguas de “gobierno de emergencia”, reforzará el marco ideológico del sector. Es decir, que además de responder a las demandas urgentes de la ciudadanía y trabajar desde el más puro pragmatismo, las derechas podrían construir un soporte de ideas que los proyecte para dos o más períodos en el poder. Esa es la tesis que abraza Ernesto Silva, abogado, expresidente de la UDI, actual prorrector de la Universidad del Desarrollo y director ejecutivo de Faro UDD. A su juicio, es demasiado pronto para concluir que el país giró a la derecha y en esa reflexión anota una advertencia: en una segunda vuelta presidencial siempre se gana con votos prestados. Por lo tanto, advierte que el desafío para el gobierno de José Antonio Kast es conectar con esos votantes apolíticos y legitimar sus frustraciones.
—Desde una perspectiva más profunda, ¿qué devela el triunfo de José Antonio Kast? ¿Hay también un factor generacional que subrayar?
“Creo que con Kast se abre un nuevo ciclo político. Es un cambio significativo marcado por una nueva generación del mundo de la derecha que llega al poder. Eso no significa que sea una generación sin arraigo o sin historia. Al contrario, tiene una construcción de ideas muy profundas”.
—¿Cuáles?
“Bueno, es la historia que representa Kast en términos de haber sido formado al alero del gremialismo de Jaime Guzmán y de ser hermano de quien fue uno de los principales Chicago Boys. Entonces, ahí hay un arraigo, un significado muy profundo para toda una generación. Falta ver cómo evoluciona el nuevo gobierno, pero sin duda estamos ad portas de un cambio que puede tener un impacto muy relevante en la conformación de las estructuras políticas de aquí hacia delante”.
—Usted habla de un cambio de ciclo. ¿Sebastián Piñera no marcó un cambio también? Llevo a la derecha dos veces a La Moneda.
“Es distinto. Durante mucho tiempo la manera de ordenarse políticamente era en relación a lo que había pasado en Chile entre los 70 y los 90. O sea, el alineamiento político estaba producido principalmente en torno a Pinochet, a Allende…”.
—La frontera del Sí y el No.
“Exactamente. Pero lo que pasó en el rechazo al primer proceso constitucional es que se consolidó un cruce significa-tivo de personas. Lo vimos el día del triunfo de Kast. Ahí esta-ba Ximena Rincón, Johannes Kaiser, Andrés Jouannete. Eso da señales de que hay un cruce de fronteras desde la perspectiva política que puede abrir una nueva cancha”.
—¿Qué cancha?
“Una nueva cancha que puede reivindicar —sin miedos ni complejos— el Chile de los años 90 al 2010. Ese progreso que le hizo tan bien a Chile”.
—¿Una revaloración de los 30 años?
“Claro, pero no es solamente la manera de hacer política, sino las ideas que subyacen a ese período político: crecimiento, eficacia para lograr una mayor cobertura en la política social, los esfuerzos para hacer del Estado algo más eficiente. Esas ideas, que fueron denostadas por el Frente Amplio, hoy vuelven a tomar vigor”.
—¿Y qué encarna José Antonio Kast en este nuevo ciclo?
“El sentido común. Al lograr sintonizar con los problemas concretos de la gente, sacó la discusión del debate ideológico y lo llevó a la realidad cotidiana de las personas. Además, lo hizo coincidir en aquellos temas que son valores propios de la derecha: seguridad, orden y crecimiento. Ese es el match que él hizo”.
—Para alguien de derecha, ¿es bueno o malo sacar la ideología de la discusión?
“Creo que para el proyecto de la derecha es una súper buena noticia que pueda ofrecer alternativas en los temas que le son propios y que, a la vez, son las urgencias de la ciudadanía”.
—El rector de la UAI, Francisco Covarrubias, dice que Kast es como una versión 2.0 de Joaquín Lavín en el sentido de poner foco en los problemas reales de las personas…
“Son muy diferentes, pero es verdad que tienen en común el hecho de haber sabido enfocarse en las personas y sus problemas. Ahí hay un triunfo que algunos llamarán pragmatismo o cosismo, pero es una conexión con las conversaciones que se dan en los hogares. El gran aprendizaje para la derecha es que su posibilidad de triunfo está en conectar directamente con la gente. Cuando eso se logra, se gana”.
—Pero gobernar también requiere soporte ideológico, ¿o no?
“La tarea del gobierno es gobernar y resolver las emergencias adecuadamente. El grupo político e intelectual que le dé sustento debe acompañar ese trabajo con la articulación de ideas, aproximaciones y miradas. Pero son cosas distintas”.
—¿Cuánto debería durar la emergencia?
“Es muy probable que un gobierno de emergencia dure, al menos, el gobierno completo”.
—¿Realmente el país está una situación tan compleja como para plantear una “emergencia de cuatro años”?
“Hay ámbitos de la vida cotidiana donde sí, y hay otros en que no. Los chilenos saben distinguir entre lo urgente y lo importan-te. Hay muchos problemas de largo plazo que no pueden abordarse si antes no resuelves las urgencias. Por ejemplo: la calidad de la educación es una tarea demasiado importante, pero no la vamos a poder abordar adecuadamente si antes no aseguramos que nuestros hijos pueden ir caminando seguros al colegio”.
Las expectativas
—Usted conoce bien a Kast, compartían militancia en la UDI. ¿Cuáles son sus cualidades y cuáles los riesgos que advierte?
“Kast tiene un sentido muy claro de la responsabilidad que hoy tiene sobre sus hombros. Eso va a guiar sus acciones. De lo que he podido ver hasta ahora, su llamado a la unidad, el lenguaje con que busca mantener el tono de la emergencia, me parece que es una buena señal”.
—¿Y los riesgos?
“Las dificultades van a estar dadas por la complejidad de los problemas que tiene Chile y por la capacidad que tengamos los chilenos para tolerar la velocidad en resolverlos”.
—Es sabido que la ciudadanía es impaciente y que las lunas de miel son breves…
“Yo creo que la luna de miel va a durar mucho menos de cien días. Sin embargo, uno de los grandes atributos del Presidente (e) Kast es que tiene un conocimiento profundo de Chile. Recorrió todas las comunas del país durante años y su conexión es con personas de carne y hueso, con dolores reales. Por lo tanto, no se va a perder en las prioridades y va a ordenar a su equipo en torno a eso”.
—¿Ese es el desafío?
“El desafío es no olvidar que en segunda vuelta ganó con vo-tos prestados. Yo creo que gran parte de los votantes de Franco Parisi están en esa categoría. Por eso, más que preocuparse de Parisi, hay que conectar con esos chilenos que sienten que el Es-tado les ha fallado, que no los ha acompañado en su progreso…”.
—¿Pero cómo se capitaliza a un votante inasible?
“Lo primero que tiene que hacer el gobierno de Kast es tratar de legitimar la frustración de esas personas, reconocer su esfuerzo personal y sus méritos. Hay que entenderlas, estudiarlas. Si tú las miras territorialmente son de lugares muy concretos: el norte con los temas de inmigración e inseguridad y la violencia en la macrozona sur”.
—¿Diría que esos sectores son de derecha?
“Pensar que la sociedad chilena giró hacia la derecha es un apuro y un sinsentido. Atribuirles doctrina política a esos votos prestados puede ser un error profundo. Lo que pasa es que los temas que urgen a la gente como orden, seguridad y progreso, son valores propios de la derecha. Pero para que eso persevere se necesita un gobierno exitoso y una coalición que le dé fondo a esas ideas”.
—¿Su impresión es que esas ideas están al alza?
“Creo que hay un anhelo pragmático y profundo de orden, empleo ycertezas que es la oferta principal del mundo de las derechas y que coincide con el momento del país. Sin embargo, para poder de-cir que el país se derechizó, necesitamos mucha más información”.
—¿Cuáles son las advertencias, los botones rojos que usted le aconsejaría al nuevo gobierno?
“Para partir, el gobierno tiene que ser transparente con la ciudadanía. Transmitir claramente las cosas que está haciendo y aquellas que son más difíciles. Otra cosa es que el tono, el lenguaje del Presidente Kast respecto a cómo se aproxima al país, a sus opositores, va a ser determinante para sentar las bases que le permitan enfrentar los primeros conflictos que naturalmente van a venir durante el año 2026”.
—¿Y cuál debería ser ese tono?
“Un tono muy duro respecto de los problemas y de las urgen-cias y muy convocante respecto a los llamados a enfrentarlas”.
—¿Cuánto pueden incidirlas expectativas que se generaron en la campaña?
“La respuesta a las expectativas es la actitud del líder. Los chilenos que votaron por Kast, saben que es imposible expulsara esos cientos de miles de inmigrantes en un periodo corto de tiempo. Pero si ven a un Presidente decidido, movilizado y dando señales potentes, la gente lo va a entender. Te doy un ejemplo. En la primera elección de Trump él hablaba de poner un muro para evitar la inmigración. La élite lo criticaba, decía que era imposible. Pero la ciudadanía lo leía de otra forma y pensaba: este señor se toma tan en serio el tema que está dispuesto a tomar medidas tan radicales como esa. Por eso yo hago el punto en la actitud que debe mostrar un Presidente a diario y cómo comunica sus acciones”.
—¿No se le exigirá pasar rápidamente de la actitud a los hechos?
“Seguro que sí, pero me refiero a que, si los primeros 100 días de gobierno la gente percibe algunos avances y observa un notorio esfuerzo por ir resolviendo sus urgencias, se van a sentar las bases para confiar en la resolución de los problemas. Dicho eso, no tengo dudas de que este gobierno va a ser muy difícil”.
—¿Por qué?
“Primero porque las expectativas ciudadanas son muy altas. Como te decía, aquí hay muchos votantes apolíticos y que no van a tener fidelidad. Y segundo, porque la última experiencia de quiénes ahora volverán a ser oposición fue muy lamentable. Es incierto cómo se van a comportar ahora. Eso será determinante para la convivencia democrática y para las posibilidades de un gobierno de expresar su proyecto”.
—¿De esos factores dependerá el próximo gobierno?
“Creo que la valoración de un gobierno de este tipo va a estar dada por dos cosas fundamentales. Primero, por los resultados respecto a la emergencia y, segundo, por las ideas que dominen la conversación futura. Mi convicción es que aquí también se tienen que sentar las bases del nuevo ciclo político. Es decir, necesita caminar y masticar chicle para abordar lo urgente, pero mantener una orientación en las ideas que van a ser dominantes en la conversación”.
—¿Es la batalla cultural que planteaba Kaiser?
“Para que los países progresen, necesitan una discusión razonada de ideas. Esa discusión se da a través de la forma en que tú actúas y también en cómo los intelectuales participan en la construcción de esas orientaciones. Ahora, si por batalla cultural alguien entiende lo que pasó en el último debate de Anatel, no, eso no. Yo me refiero a una batalla cultural en que se dé una legítima discusión sobre perspectivas de feminismo, de los bordes entre crecimiento y los límites al poder del Estado. De ese tipo de ideas estamos hablando y deben dominar la mente y los corazones de los chilenos”.
—Respecto de las ideas en disputa, en las derechas hubo una pelea por la hegemonía. ¿Cómo puede marcar el debate hacia delante?
“El resultado de esa disputa es que los republicanos ganaron con nitidez teniendo una estructura ordenada, una narrativa nítida y una conexión muy concreta con los intereses de la ciudadanía. Eso les permitió llegar al gobierno y las señales que está dando el Presidente (e) Kast es que quiere gobernar de una manera mucho más amplia y no establecer una hegemonía”.
—Generalmente, los gallitos por la hegemonía cruzan a todos los partidos. ¿Cómo cree que el próximo gobierno deberían administrarlos?
“El inicio de un nuevo ciclo político le va a plantear a los partidos no sólo la tarea de ser parte del gobierno, sino también de repensar cómo posicionarse, a quién le hablan. Hay partidos como la UDI que durante mucho tiempo le hablaban a un cierto tipo de votantes, pero hoy algunos de esos votan-tes están apoyando a candidatos de otros partidos. Ahí veo al votante de Parisi”.
—¿Y por qué esos electorales van a querer sumarse a la UDI si encontraron en Parisi la voz que los representaba?
“La UDI en los años 80 y 90 interpretó y acompañó a personas que no tenían una posición política. Eran personas que estaban en un mundo de pobreza, de vulnerabilidad y que creían que ciertas ideas podían acompañarlos a salir adelante. Esas personas no eligieron a la UDI por posicionamiento político, sino porque sintieron en la actitud de sus líderes y en el testimonio que daban, había un camino de progreso. Eso es lo que habría que recuperar”.