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15 de Julio de 2014

La violación en las mujeres lesbianas

Si tu pareja, tu hija, tu amiga, tu familiar, es una mujer lesbiana, no significa que no pueda ser violada. Las personas que violan no preguntan la orientación sexual de las víctimas y no les interesa.

Por Janet Noseda
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Janet Noseda es Psicóloga. Magister en psicología clínica. Especialista en género y diversidad sexual.

Ya son ocho años de ejercicio como Psicóloga con personas LGBTI. He escuchado y visto muchas cosas. Me siento contenta de que se estén hablando de muchas de ellas en la actualidad, como el matrimonio igualitario y la ley de género pero… ¡hay tantas cosas que se quedan en el tintero! Y se seguirán quedando en la oscuridad, mientras no las digamos.

Uno de los aspectos que más me preocupa y me duele, es la violación en mujeres lesbianas. Son muchas las historias que escucho, el llanto, el dolor y creo que es tiempo de visibilizar este tema.

La gente pensaría que, únicamente, quienes son víctimas de violación son mujeres heterosexuales. No es así. En mi práctica clínica, veo bastantes mujeres lesbianas y bisexuales violadas. Lo que no veo, es una correcta visibilización para ellas y correcto protocolo de ayuda y acompañamiento como política pública, pues sus vivencias de la violación son diferentes y a mi juicio, más traumáticas que en las mujeres heterosexuales.

Las mujeres lesbianas víctimas de violación, sienten mayor sensación de asco y repudio corporal posterior a la agresión. El repudio corporal post violación es un síntoma normal luego de una agresión. El asco y rechazo hacia el propio cuerpo es recurrente, como también las constantes duchas, como intentando limpiar la sensación de suciedad psíquica a través de refregar el cuerpo con jabón una y otra vez, muchas veces hasta dañar la piel. Lo que señalan las mujeres es que “aún puedo sentir su olor en mí”.

Me gustaría crear un poco de empatía en quien esté leyendo este artículo: imagínese que a usted no le atraen los hombres y que nunca ha sido penetrada por uno. Su vida sexual es y ha sido siempre con mujeres. Ahora imagínese que un hombre la violenta, la golpea y luego la penetra. ¿Puede imaginarse el repudio que sentiría?, ¿el asco?, ¿la rabia?, ¿el fuerte dolor y sangrado vaginal? Este punto es muy importante, pues al no existir penetración previa, habrá mayor dolor que el que ya vivencia una mujer violada y mayor sangrado. Por ende, mayor peligro de adquirir VIH. Es muy importante que para poder crear real empatía, usted pueda intentar imaginar estos aspectos y saber también que el dolor genital en una violación es muy grande, puesto que no hay lubricación por parte de la mujer que se presenta naturalmente en una relación sexual consentida.

El shock post traumático en las mujeres violadas es muy grande. He visto a decenas de mujeres avergonzadas (“¿cómo diré que me violaron?”, “¿cómo le digo a mi pareja, a mi familia?”) y esto es más doloroso en las mujeres lesbianas. Muchas lesbianas no han contado su orientación sexual a sus padres y luego de saber de la violación, estos tienden a creer que el lesbianismo de su hija es producto de la violación, patologizando su orientación sexual. Lo que llama mi atención es que las parejas de las mujeres lesbianas tienden a ser más empáticas y a ser mejores acompañantes en el proceso post traumático. En casi la mayoría de los casos, las acompañan a la consulta y las esperan hasta el final. Esto es muy importante: acompañar. Es menester entender que obviamente y por mucho tiempo, la persona no querrá tener relaciones sexuales, estará irritable y parecerá ser otra. Esto es normal. Las mismas mujeres violadas relatan “sentirse otra”. Es común escuchar que algo, lo más profundo y esencial del ser, se hubiera roto. Eso, lo más íntimo que tenemos como seres humanos fue invadido, traspasado y… roto.

Estuve buscando información sobre mujeres lesbianas y violación y lamentablemente, no fue mucho lo que encontré y en Chile, no encontré nada. Ni siquiera un trabajo o un escrito. Esto me preocupa, pues las mujeres agredidas sexualmente son diversas y distintas y no todas son heterosexuales. Se necesita guía y preparación para quienes atienden agresiones sexuales acerca de las vivencias de las mujeres lesbianas en la violación.

Hay violaciones a lesbianas que son también crímenes de odio y lesbofobia. Se han registrado algunos de estos episodios y en estos casos, la agresión puede terminar con la vida de la otra persona y se acompaña de palabras ofensivas por ser lesbiana. De hecho en África, existen numerosos casos de “violaciones de reparación”, como se le ha llamado a ese fenómeno, pues tiene como objetivo (o la errónea creencia) de que se revertirá la orientación sexual de la persona por violarla. Se intentaron hacer llamados internacionales para frenar esta situación, pero hasta el día de hoy, lamentablemente, perdura.

Me parece importante, reflexionar sobre los siguientes puntos:

  • Debe existir un protocolo de política pública sanitaria de las agresiones sexuales en mujeres lesbianas de formación y guía para quienes atienden a estas personas.
  • En el sector público al menos, se le llama “agresión sexual” a las violaciones. Yo quisiera rescatar que la agresión sexual es un continuum que va desde el acoso callejero hasta la violación y por ende, apoyo enérgicamente las iniciativas de los grupos que se están formando para frenar y sensibilizar a la población acerca del acoso callejero. El “piropo” y la violación tienen un discurso en común: creer que la mujer se lo busca o está llamando a ser agredida ya sea con su vestimenta o su actuar y creer que los hombres tienen el derecho de decir, mirar o tocar a una mujer, traspasando sus límites.
  • Es necesario prevenir la violación. Esto no se hace solamente inculcando a las niñas de cuidarse de no ser violadas sino también enseñar a los niños a no violar y a respetar los límites corporales de las mujeres (también se traspasan con una mirada hacia los senos, el trasero o los genitales a una mujer que va caminando por la calle).
  • Debe existir una sensibilización hacia la población en general sobre las temáticas LGBTI, las cuales no giran sólo en torno al VIH y al matrimonio igualitario.
  • Si has sido víctima de abuso sexual, busca ayuda. Con el apropiado acompañamiento, las víctimas salen adelante y logran resignificar esta experiencia. El primer paso, es romper el silencio con la persona de mayor confianza que tengas.
  • Si sospechas que tu pareja o tu hija ha sido víctima de violación, lo mejor es preguntarle directa pero sutilmente, entregando siempre tu apoyo y tu acompañamiento, sin realizar juicios ni menos llamar la atención sobre nada. El evento ya sucedió y no hay nada que la víctima “puediera haber hecho distinto” para que no sucediera. Eso sólo acongojará más a la víctima.
  • Si tu pareja, tu hija, tu amiga, tu familiar, es una mujer lesbiana, NO SIGNIFICA QUE NO PUEDA SER VIOLADA. Las personas que violan no preguntan la orientación sexual de las víctimas y no les interesa, por lo que es necesario conversar este tema y tomar las precauciones (en mi experiencia, he visto que las violaciones se dan preferentemente luego de una fiesta, cuando las mujeres regresan solas a sus hogares y esto lo veo el doble en fiestas patrias, en las llamadas fondas)

Prevengamos todxs juntxs las agresiones sexuales, conversando sobre estos tópicos y considerando que existen muchas mujeres diversas y que las mujeres lesbianas también son o pueden ser víctimas de violación.

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