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11 de Agosto de 2014

Mujer: digna, libre y constructora de la historia

Por Javiera Delgadillo
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Javiera Delgadillo es Estudiante IIIº medio. Presidenta Centro de Estudiantes Internado Nacional Femenino de Ñuñoa.

Para nadie es desconocido el avance que ha tenido en los últimos tiempos el rol de la mujer en la sociedad chilena. Esto ha estado a la par de los avances en Latinoamérica y en la escena mundial. En efecto, en nuestro país la mujer ha estado presente en forma determinante en el transcurrir de la historia nacional, especialmente en las últimas décadas.

Baste señalar que fuimos mujeres quienes encabezamos desde el primer día la resistencia a la bestial dictadura cívico militar que asoló nuestra patria a partir de 1973 hasta fines de los ochenta, fuimos nosotras quienes posteriormente jugamos un papel activo en la reconstrucción democrática de nuestra sociedad. Una mujer, Gladys Marín, fue la primera en presentar una querella contra el principal responsable de las violaciones a los derechos humanos en Chile, el dictador Pinochet, la primera en conducir un partido político y la primera en presentarse como candidata presidencial.

Una mujer, Michelle Bachelet, ha sido la primera mujer en reelegirse en la primera magistratura de la nación.  Una mujer, Bárbara Figueroa, preside la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). También una mujer, Isabel Allende, preside el Senado de la República. Mujeres presiden federaciones estudiantiles, colegios profesionales como el de periodistas con Javiera Olivares a la cabeza, también conducen sindicatos, juntas de vecinos y diferentes organizaciones sociales.

Mujeres han llegado al Parlamento y también son parte importante de diversas organizaciones del más amplio espectro. Mujeres son las que llevan la responsabilidad en sus hogares, otorgando  el sustento diario a sus familias a través de su esforzado trabajo  y conduciendo la crianza de sus hijos. Mujeres son estudiantes, profesoras, educadoras y docentes universitarias.

Este avance ha sido en condiciones muy difíciles, como la fuerte discriminación laboral que todavía subsiste, la agresividad expresada en violencia intrafamiliar – femicidios y el desconocimiento  por sectores minoritarios del relevante papel de la mujer en nuestra sociedad, sectores que no buscan nada más que amordazar nuestra importante y emancipadora labor, sectores que de manera irrespetuosa y al alero de concepciones machistas y retrógradas no escatiman en ofender y malograr el arduo trabajo de hacer frente a una sociedad que comienza a desprenderse de las amarras del machismo.

Casos recientes se vienen a la retina cuando hablamos de faltar el respeto, sin ir más lejos las pronunciadas por el Alcalde Sabat, haciendo mención al Internado Nacional Femenino, expresiones que requieren de un rechazo generalizado por ser una ofensa a la honra y condición de ser mujer.

Hoy, las mujeres estamos llamadas a romper todos los cerrojos que entrampan nuestro desarrollo y tenemos un mandato y responsabilidad histórica en realizar las transformaciones que las grandes mayorías necesitan, transformaciones en áreas diversas, fundamentalmente avanzar hacia la participación equitativa de la mujer y sin duda alguna, construir una educación democrática, humanitaria, forjadora del conocimiento y que sea una herramienta real para cambiar el mundo.

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