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22 de Noviembre de 2014

Los pequeños revolucionarios del género

Convengamos en que un niño que quiere usar vestidos no ve nada más que un pedazo de tela brillante, y una niña que quiere jugar a la pelota no percibe otra cosa que un juego entretenido. Los juguetes, la ropa y los colores, no corresponden a un género específico por si solos, son solo cosas. Somos nosotros, los adultos, quienes socialmente otorgamos la connotación de que algo es femenino o masculino.

Por Francisca Burgos
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Francisca Burgos es Psicóloga Voluntaria en Fundación Todo Mejora, diplomada en Ps. Clínica mención Neurociencias (UAI), y actualmente cursando Diploma en Género, Desarrollo y Políticas Públicas (U de Chile). Trabajo con niños y adolescentes transexuales.

Historias de niños o niñas identificados/as como transexuales, como es el caso de Luana la pequeña niña de 6 años que logró un cambio en la identidad de género de su DNI en Argentina, o bien niños que usan vestidos a modo de juego o expresión, como el hijo del actor americano Seth Menachem, quien publicó hace unos meses en su cuenta de Instagram fotos de su hijo vistiendo coloridos vestidos de princesas, explicando que simplemente a su hijo le gusta vestirse así. Últimamente han sido publicados en los medios, una serie de artículos que muestran historias de niños y niñas incómodos/as con las limitaciones del género que se les ha asignado, y que por lo tanto, exploran con elementos entendidos socialmente como pertenecientes a un género diferente.

Toda esta nueva revolución de lo femenino y lo masculino ha provocado una serie de preguntas y temores en muchas personas, que ven derrumbarse muchas de las certezas existentes en la sociedad. Y es que efectivamente, lo propiamente “de hombres” y “de mujeres” está empezando a convertirse en algo cada vez menos claro y limitado. Hombres reconociendo características femeninas y mujeres aceptando un lado masculino nos muestran una clara flexibilización de lo que entendemos como propio o inherente a cada sexo.

¿Recuerda usted, hace años atrás, y quizás hasta hoy, cuando no podía llorar porque era de niñitas?¿O cuando debía esperar que un hombre la sacara a bailar para que usted pudiera entretenerse en una fiesta? ¿O recuerda aquella vez que fue tildado de maricón sólo porque le gustaba hacer algo que era entendido propiamente como de mujeres? ¿O cuando quizás su abuela, madre o usted misma no podían opinar en ciertas conversaciones que eran sólo de hombres porque no le correspondía o supuestamente no entendía? ¿Recuerda todas las cosas que no pudo hacer en su vida o reconocer que le gustaban de manera pública, sólo porque sería mal visto?

Esta flexibilización del género no se trata de nada más que tratar de terminar con esto. Quitar los límites impuestos por la sociedad, poder ser y explorar aquello que quiero, sin miedos ni restricciones. ¿No le gustaría que su hijo o hija pudiera crecer sin las limitaciones y temores que usted tuvo?¿Acaso no es un buen mensaje decir que está perfectamente bien ser y expresarse tal como uno es, sin que importe lo que digan los demás? ¿No es importante que su hijo/a entienda que usted lo/a quiere tal y como es, y no condicionado/a así cumple o no los estándares tradicionales?

Convengamos en que un niño que quiere usar vestidos no ve nada más que un pedazo de tela brillante, y una niña que quiere jugar a la pelota no percibe otra cosa que un juego entretenido. Los juguetes, la ropa y los colores, no corresponden a un género específico por si solos, son solo cosas. Somos nosotros, los adultos, quienes socialmente otorgamos la connotación de que algo es femenino o masculino.

Pareciera que las nuevas generaciones, traen consigo niños que preguntan y cuestionan los preceptos dicotómicos sobre los cuales nos basamos. Sumado a estos niños/as, hay una nueva generación de padres, que cansados de la represión que han vivido y recordando sus propios sueños frustrados, quieren algo mejor para sus hijos. Padres que no se dejan llevar por las presiones sociales, ni el que dirán, padres que, por sobre todo, quieren que sus hijos/as sean felices.

En TODO MEJORA, buscamos tranquilizar a los padres, madres, y adultos a cargo de estos/as niños/as, aclarando que el dejarlos jugar, explorar y expresarse con un género distinto al esperado, no constituye una amenaza para ellos. No hará que se modifique su orientación sexual ni su identidad de género, ya que de hecho, es imposible que usted o cualquier persona influya en estos aspectos de un niño, sólo por darle la libertad de explorar, jugar o expresarse de un modo distinto a lo esperado socialmente. La orientación sexual y la identidad de género son componentes complejos de la identidad sexual, que no se conciben por vestir de cierto color, usar cierto tipo de ropa o jugar con ciertos juguetes.

De todas maneras, si la orientación sexual o la identidad de género de su hijo/a termina siendo distinta a lo que la sociedad tradicionalmente espera, usted estará dándole la posibilidad de descubrirla de manera temprana, abierta, sin represiones ni prejuicios, y con el mensaje más valioso que un padre o madre puede entregarle a un hijo/a: que usted lo/a querrá sin condiciones, y que lo verdaderamente importante en la vida es ser fiel a uno mismo/a.  

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