Felipe Morandé es militante de Evópoli y, como tal, apoyará en la presidenciales a Evelyn Matthei. Hoy concejal de Vitacura, participó en el primer gobierno de Sebastián Piñera, cuando fue ministro de Transportes y Telecomunicaciones.
En entrevista con EL DÍNAMO, el académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, analiza el momento político, asegura que prefiere ver un debate realista en materia económica que promesas mágicas que sean difíciles de ejecutar de cara a las elecciones presidenciales.
-¿Siente que se ha ido estrechando la diferencia de propuestas para recuperar el crecimiento económico?
-Una manera de ponerlo es que la propuesta de Matthei se ve más sensata, más realista. Otra manera de verlo es que la propuesta de Kast es más más ambiciosa. Todavía falta información de lo que quieren cortar desde el punto de vista de la candidatura de Kast. El propio Jorge Quiroz lo dijo, que lo tenían bien determinado pero que no podían hacerlo público todavía. Pero la verdad es que sin esa información, es difícil juzgar si ese programa de Kast es o no realista.
– Pero más de 90% del gasto público comprometido por ley…
-Lo que pasa es que la ejecución de esas platas conforme a la ley puede que tenga todavía un grado de flexibilidad o puede haber algún tipo de uso indebido de la ley. Por ejemplo, las licencias médicas, que son cientos de millones de dólares. Cualquiera que sea presidente va a tener que enfrentar eso con bastante más disciplina que lo que ha sido la experiencia hasta ahora. Entonces, es verdad que hay una parte importante del gasto, más del 90%, que está determinado por leyes especiales, pero también hay algún tipo de grasa o mal uso de recursos que pudieran reconsiderarse.
– El tamaño del Estado de Chile ha crecido, ¿creció con ello la ineficiencia del gasto?
-En Chile tenemos un tamaño del Estado que es del orden de 25 puntos del PIB, que ha ido creciendo. Hace 30 años era más cercano a 20%. El volumen de ese gasto público representa las prioridades que los chilenos les han dado a sus gobernantes en estos años, de cómo resolver los problemas de salud, los problemas de educación. A veces, tal vez, no de forma muy eficiente, pero es lo que la sociedad ha pedido.
– ¿Y en ese contexto no parece lógico lo que dice el comando de Jeanette Jara, que no hay espacio para recortar el gasto social?
– Muchos nuevos programas tienen una estructura administrativa muy pesada y probablemente eso se podría hacer en forma mucho más eficiente. Después, hay otros programas, por ejemplo, como el de gratuidad en la educación superior, con una carga muy relevante, más de 1.500 millones de dólares y el propio Gobierno ha presentado un proyecto para ponerle coto. Probablemente un gobierno entrante va a tener que lidiar con este tema, modificando algunos parámetros y reorientando recursos.
Promesas de los presidenciables
– ¿Es sensata la promesa de los candidatos de comprometerse con una cantidad de nuevos empleos?
– Es una apuesta arriesgada, porque la creación de empleo depende de muchas cosas, por cierto del crecimiento de la economía. En la candidatura Matthei, por ejemplo, se plantea como meta llegar al final del periodo de cuatro años un crecimiento de 4% en el PIB, eso ciertamente ayudaría a conseguir ese resultado. Yo creo que es una meta difícil, arriesgada, pero es factible.
– Otra de las propuestas en tensión es la rebaja del impuesto corporativo, ¿qué efecto tendría en Chile?
– Si baja de las tasas de impuestos, aumenta la recaudación tributaria. También es una apuesta. No es claro que vaya a ser así, pero yo creo que el objetivo, más que recaudar recursos adicionales, es mejorar las perspectivas de inversión, más actividad económica, mayor crecimiento y por ese canal, tener una mayor recaudación. Si resulta más o menos por lo que se pierde por bajar la tasa, es algo que hay que ver. Hay experiencia en los dos sentidos en el mundo.
Lo que sí es cierto es que en los últimos 20 o 30 años los países occidentales, los que están en la OCDE, han bajado sistemáticamente sus tasas de interés corporativo y hoy día el promedio es del orden del 23%, que es el objetivo que se plantea la candidatura Matthei. Ahora, más importante que bajar la tasa de impuestos corporativos es que se reintegre el sistema tributario, que vuelva a premiarse la reinversión de utilidades de las empresas.
– ¿Qué efectos tuvo la reforma contraria?
– La reinversión de utilidades, que es el ahorro corporativo, es el grueso del ahorro nacional. En Chile el ahorro nacional es de 21% al PIB, de eso es más o menos cuatro o cinco puntos son ahorro privado a través de la AFP y el resto es ahorro corporativo. Y ese ahorro corporativo se ha visto resentido por la reforma tributaria de Michelle Bachelet su segundo gobierno.
– ¿Se demonizó este sistema?
– Bajo la influencia de algunos casos concretos que evidenciaban que había una reinversión de utilidades un poco mentirosa para beneficiar a sus dueños . Llegamos a esta medida de desintegrar el sistema parcialmente, entonces matan un poco la gallina de los huevos de oro, que había funcionado muy bien en Chile. Es más efectivo generar un interés por reinvertir y conseguir mejores resultados en materia de crecimiento.
– ¿Es sostenible una deuda como la que tenemos hoy día de 41%-43% del PIB?
– Tenemos una carga fiscal súper relevante, de 4 mil a 5 mil millones de dólares. Lo que ha señalado la candidatura de Matthei es una reducción del gasto público para que la deuda no siga creciendo, para evitar el riesgo de que se nos escape. En la propuesta de Kast, eso va más allá. Si son realmente 6.000 millones de dólares al año, implica ciertamente la posibilidad de que haya superávit fiscal y de esa manera repagar deuda o disminuir la deuda por esa vía. Pero ciertamente, creo que debe ser una cosa más cautelosa y razonable.
– ¿Ha castigado a Matthei el exceso de realismo en las cuentas fiscales?
– Eso la gente debería valorarlo porque significa no generar traumas. Es fácil generar sobre expectativas, sobre todo cuando hay un tema económico de prometer una solución mágica. Por eso me gustaría poder ver qué es lo que tiene Kast en su lista para recortar. Todos queremos saber de modo que podamos hacer una evaluación más precisa de lo que está ahí.
– ¿Y le parece que las propuestas de Jara no convergen el crecimiento económico?
– Cuando uno mira el programa de Jara, uno no coincide con muchas de sus propuestas, pero no hay ninguna locura. Insisten en algunas cosas que creo yo que no son poco asertivas, como la empresa nacional del litio. El sueldo vital es bien etéreo, es como una máxima. Lo que es más complejo es la propuesta de negociación ramal. Pero, aparte de eso, que yo creo que lo ponen ahí como un poco para salvar la carta respecto a lo que era el programa original, el resto es socialdemocracia.
– ¿Dónde está el quiebre entonces?
– Uno tiene sus dudas si Jara llega a ser presidenta, y tiene un Partido Comunista, cuál es la influencia y que sus políticas tipo programa de la primera vuelta se impongan. Y también por la praxis, porque el gobierno de Boric ha sido un gobierno que partió con un programa maximalista apoyado en la posibilidad de que hubiera una nueva Constitución y ha terminado siendo un gobierno de administración bastante socialdemócrata, un poco obligado por la fuerza de los hechos y por la correlación de fuerzas políticas.