En medio de un escenario de bajo dinamismo del consumo y mayores restricciones de financiamiento, el negocio de las franquicias sigue ganando terreno en Chile. Una de las marcas que ha acelerado su crecimiento es Buffalo Waffles, que actualmente suma 48 locales operativos entre Arica y Punta Arenas —41 franquicias y 7 propios—, con un plan que proyecta alcanzar entre 55 y 60 puntos de venta en 2025.
Las aperturas recientes en Arica e Iquique, junto con las próximas inauguraciones en Mallplaza La Serena, La Reina y Paseo Ross en Viña del Mar, forman parte de la estrategia de consolidación territorial. Según la compañía, el modelo de expansión combina inversión directa con la búsqueda de franquiciados para operar locaciones de alto valor comercial.
La cadena ofrece dos formatos de negocio: módulos, con una inversión desde $40 millones más franchise fee, y locales full, desde $50 millones. La optimización de costos y la estandarización de procesos permiten acortar tiempos de recuperación, lo que, según la empresa, otorga mayor previsibilidad a los inversionistas.
“El boom de las franquicias en Chile ha traído dinamismo, pero también riesgos. La escasez de buenas locaciones, la desaceleración económica y el ingreso de nuevos actores y marcas han dinamizado la industria y aumentando la competencia. En ese escenario, nosotros elegimos poner el foco en la calidad de producto y la rentabilidad para el franquiciado, antes que enganchar en la guerra de precios” afirma Thomas Schulze-Boing, CEO de Buffalo Waffles.
En crecimiento
En Chile, el mercado de franquicias ha mostrado un crecimiento sostenido durante la última década, impulsado por la búsqueda de modelos de inversión más seguros en un contexto de incertidumbre económica. Según expertos del rubro, este formato ofrece ventajas en comparación con los emprendimientos independientes, al contar con procesos estandarizados y marcas ya posicionadas entre los consumidores.
La expansión de Buffalo Waffles responde también a la creciente competencia en el sector gastronómico, donde el acceso a locaciones estratégicas se ha transformado en un factor crítico. “Cada vez es más difícil asegurar puntos comerciales de alto flujo y condiciones atractivas; además el crecimiento del delivery ha cambiado la lógica de dónde conviene estar. Nosotros nos adaptamos tempranamente a este cambio con locaciones pequeñas de bajo footprint y podemos ofrecer una buena rentabilidad incluso en este escenario económico”, explica Schulze-Boing.
El carácter de marca local constituye otro elemento diferenciador frente a cadenas internacionales. Buffalo Waffles enfatiza su cercanía con los franquiciados y su capacidad de adaptación a las particularidades del mercado chileno, lo que le otorga flexibilidad y rapidez para responder a cambios en la demanda. Esa cercanía se materializa en inducciones, capacitaciones y retroalimentación permanente, además del control directo de la operación, lo que ha permitido mantener competitividad frente a actores internacionales. “Nos hemos vuelto muy eficientes en el desarrollo de nuevos locales y la idea es que esa eficiencia se traspase directamente a los franquiciados, asegurando locaciones listas para operar”, agrega el CEO de Buffalo Waffles.
De cara al futuro, la compañía proyecta no solo abrir nuevos locales, sino también consolidar su estructura operativa. Para ello, planea incorporar herramientas tecnológicas de gestión en tiempo real, potenciar campañas de marketing y avanzar en alianzas estratégicas que amplíen la base de clientes y garanticen un crecimiento sostenible.
En el mediano plazo, Buffalo Waffles espera superar los 70 locales y, aunque evalúa oportunidades en mercados internacionales, recalca que su prioridad sigue siendo consolidar su presencia en Chile.