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Robots, ollas y atreverse al fracaso: el perfil emprendedor de Roberto Fantuzzi, fundador de Asexma

En 1991, tras dejar atrás el día a día más exigente en la empresa familiar, Fantuzzi fundó lo que sería su casa hasta su fallecimiento: la Asociación de Exportadores de Manufacturas (Asexma).

Durante esta jornada se confirmó el fallecimiento de Roberto Luis Fantuzzi Hernández, a los 82 años. Un destacado ingeniero comercial, empresario y dirigente gremial, ampliamente reconocido por su rol como presidente de la Asociación de Exportadores de Manufacturas y Servicios (Asexma) y como referente histórico de la industria nacional.

El empresario tuvo una carrera gremial destacada, no sin antes pasar por el mundo empresarial. Nacido el 18 de junio de 1943, Fantuzzi se tituló como ingeniero comercial en la Universidad de Chile en 1969 y se sumó a la empresa familiar, Aluminios y Enlozados Fantuzzi.

Las famosas ollas de esa marca ganaron gran popularidad en el mercado chileno. La fábrica, ubicada en Quinta Normal, llegó a emplear hasta 400 personas. Su época de mayor auge fue en los años ochenta, cuando se expandieron mediante la incorporación de innovadores métodos de fabricación, incluyendo la producción de lavadoras.

Fantuzzi fue uno de los primeros en introducir máquinas automatizadas para la fabricación de ollas. Es decir, robots capaces de producir los reconocidos productos de la empresa, como las famosas ollas lecheras.

El dirigente gremial reconoció que en la marcha de su empresa cometió varios errores y que, para 1990, el negocio ya no era rentable. Su familia fue saliendo paulatinamente hasta que en 1998 cedió todos los derechos de la empresa, que cesó su actividad industrial.

La fundación de Asexma

En 1991, tras dejar atrás el día a día más exigente en la empresa familiar, Fantuzzi fundó lo que sería su casa hasta su fallecimiento: la Asociación de Exportadores de Manufacturas (Asexma).

En el gremio lideró una gestión directa y sin pelos en la lengua. Se dirigió a los gobiernos, las AFP, los empresarios y, especialmente, a los emprendedores.

Siempre sostuvo que era clave “despertar el espíritu emprendedor a nivel país”, promoviendo una cultura que valore tanto la iniciativa como el aprendizaje del fracaso. Fue uno de los primeros en hablar sobre la importancia de premiar el fracaso.

“En Europa se premia mucho más al que fracasa que a quien lo intenta por primera vez. Eso lamentablemente no ocurre en Chile. Una de las grandes fallas que tiene el mundo empresarial es que no se acercaba a la universidad con todas sus historias, sus problemas, sus éxitos y fracasos”, dijo en una charla en la Universidad de Valparaíso.

También fue activo en el mundo universitario, donde impulsó la idea de que las casas de estudio crearan mallas curriculares con un enfoque en ventas y persuasión, habilidades que a su juicio muchos emprendedores olvidan.

La polémica muñeca inflable

En sus equipos de trabajo, Fantuzzi era conocido por su buen humor, incluso cuando la gestión se ponía cuesta arriba. “El que se pica, pierde”, solía decir a sus trabajadores.

Uno de los momentos más tensos lo vivió cuando, en una de sus famosas cenas anuales, le regaló una muñeca inflable al entonces ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, en alusión a la necesidad de estimular la economía.

Las reacciones políticas y sociales no se hicieron esperar y el gesto fue ampliamente rechazado. Fantuzzi no se amargó, aunque confesó que su esposa no le habló durante dos meses después del episodio.

Al empresario le gustaba el humor negro. En otra ocasión, entregó un cajón de frutas con billetes falsos y un chaleco antibalas para reflejar, con ironía, la realidad de la inseguridad.

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