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Accidentes cerebrovasculares en perros, el riesgo silencioso que crece con la edad de tus mascotas

Aunque por años se creyó que los accidentes cerebrovasculares (ACV) afectaban solo a humanos, hoy se sabe que los perros también pueden sufrirlos. Gonzalo Vera, médico veterinario especialista en neurología y académico del Hospital Clínico Veterinario de la Universidad Andrés Bello entrega las principales claves para entender estos cuadros y así abordarlos en animales domésticos.

Hasta hace poco, los accidentes cerebrovasculares (ACV) en animales domésticos eran prácticamente desconocidos. Gracias a los avances en tecnologías diagnósticas y un vínculo cada vez más estrecho entre humanos y sus mascotas se ha podido identificar que estos episodios son más frecuentes de lo que se pensaba, especialmente en perros adultos. Es importante considerar que los estudios asociados a estos diagnósticos puntualizan que estos síndromes son más comunes a partir de los sietes años de vida de las mascotas.

Algunas de las causas de los ACV en mascotas suelen estar asociadas a otras enfermedades como las cardiovasculares, tales como la cardiomiopatía, la insuficiencia cardíaca y algunos trastornos de la coagulación. La hipertensión es otro factor a considerar en animales domésticos, que puede ocasionar enfermedades renales o tiroideas, por ejemplo, aumentando así el riesgo de tener uno de estos accidentes.

“Antes se creía que no sucedían en animales domésticos, pero a medida que empezamos a tener mucho más acceso a imágenes avanzadas obtenidas a través de tomografías o resonancias, nos hemos dado cuenta de que ocurren más seguido de lo que pensábamosu0022, explica Gonzalo Vera, médico veterinario especialista en neurología y académico del Hospital Clínico Veterinario de la Universidad Andrés Bello sede Concepción. Agregando que los animales ahora son parte de las familias, por ende, se les presta más atención y se detectan cambios pequeños que antes pasaban desapercibidos.

Existen dos tipos de accidentes cerebrovasculares: el hemorrágico, que ocurre cuando un vaso sanguíneo se rompe y provoca sangrado en el cerebro; y el isquémico, que se presenta cuando un vaso sanguíneo que suministra sangre al cerebro se obstruye, como ocurre, por ejemplo, en el caso de un coágulo. Aunque el isquémico es más frecuente en animales de compañía, aquel hemorrágico puede ser más grave. Ambos eventos causan daño encefálico y dan lugar a diversos síntomas neurológicos.

u0022Estas patologías pueden generar obstrucciones en los vasos sanguíneos, exactamente como sucede en los humanosu0022, detalla el académico de la UNAB. u0022Por ejemplo, la acumulación de colesterol puede obstruir arterias cerebrales, derivando en un accidente cerebrovascularu0022, añade Vera.

Frente a este riesgo, se recomienda realizar chequeos de salud preventiva, incluyendo exámenes sanguíneos y de orina, especialmente en animales adultos mayores o con enfermedades de base.

Cómo detectar un posible ACV en perros

Identificar un accidente cerebrovascular en un perro puede ser complejo, sobre todo porque los signos clínicos varían dependiendo del área afectada en el cerebro. Sin embargo, algunos síntomas comunes son:

  • Cambios repentinos de comportamiento
  • Inclinación anormal de la cabeza
  • Pérdida del equilibrio o descoordinación motora
  • Dificultad para caminar o parálisis parcial
  • Movimientos oculares anormales

“El tutor puede notar que su perro se tambalea, cae hacia un lado, o de un momento a otro empieza a caminar en círculos. Son señales de alerta que ameritan una consulta veterinaria urgente”, enfatiza Gonzalo Vera de la Universidad Andrés Bello (UNAB).

Tratamientos y cuidados posteriores

Una vez que el perro sufre un accidente cerebrovascular y es estabilizado en la clínica veterinaria, comienza una etapa de cuidados que puede prolongarse por varias semanas.

“El objetivo principal es proteger las neuronas que todavía tienen posibilidad de recuperación, mediante tratamientos farmacológicos como la citicolina”, explica Vera.

Este medicamento actúa sobre la llamada “zona de penumbra”, el área que rodea el foco de daño cerebral, ayudando a preservar las funciones neurológicas. Adicionalmente, si se identifican enfermedades subyacentes, es fundamental tratarlas para prevenir nuevos episodios.

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Respecto al pronóstico, el especialista entrega una nota optimista: “Comparado con los humanos, los perros tienden a tener una mejor recuperación. Su sistema nervioso utiliza vías alternativas para compensar el daño y recuperar funciones motoras”.

Una rehabilitación adecuada, cambios en la rutina y una dieta adaptada a sus nuevas necesidades serán claves en esta etapa de recuperación.

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