Es sabido que el efecto del gas lacrimógeno se combate con algo ácido. Por algo los vendedores ambulantes cambian los helados por limones cuando se suman a las protestas en la Alameda. El mismo ingrediente que usaban las guerrillas salvadoreñas en los 90, y que hace 10 años fue reemplazado en cumbres mundiales -o en las protestas contra varias cumbres mundiales- por pañuelos empapados en vinagre. El punto es que la acidez funciona a la hora de la revolución.
Pero el ingrediente más global -y que estaría siendo un hit entre los manifestantes de Egipto- son la Pepsi o la Coca Cola. De hecho, una manifestante egipcia decía a Slate que “si te pones Pepsi en los ojos, inmediatamente neutralizas la molestia del gas”.
Sin embargo, no cualquier bebestible sirve: no todas las bebidas cola tienen un nivel de pH de 2,5, equivalentes al del jugo de limón. Y si hasta el Pentágono comprobó la efectividad del cítrico, vale la pena llevar un limón o una botella para la siguiente protesta.
Pero la acidez de las bebidas no es la panacea de los manifestantes. Según los pocos estudios que se han hecho para comprobar su efectividad, un pH alto sólo serviría para paliar los efectos respiratorios que produce el gas lacrimógeno. Contra las molestias oculares y las posibles quemaduras, después de una exposición prolongada al gas, aún no hay antídotos disponibles en el supermercado.
