“Pocos hombres han logrado dejar una huella tan profunda y dejar un legado tan valioso, en tantos campos distintos, como Vicente Huidobro. En él convergían muchos talentos (…) que le permitieron crear movimientos nuevos como el creacionismo”, recordó Piñera.
Construida a principios del siglo XX, la casa-museo, que abrirá sus puertas al público el próximo martes, está emplazada en Cartagena, a unos 100 kilómetros al oeste de Santiago, y era utilizada por Huidobro (1893-1948) como residencia de verano.
Tras una intensa vida, que le llevó a participar en la génesis del surrealismo en París y a ser corresponsal en la Guerra Civil española y soldado en la Segunda Guerra Mundial, Huidobro se instaló en Cartagena en 1946.
La vivienda está administrada por la fundación que lleva su nombre y que está presidida por uno de sus nietos, Vicente García-Huidobro, y se encuentra a pocos kilómetros de Isla Negra, donde se encuentra la casa-museo de otro referente internacional de la poesía, Pablo Neruda.
La casa-museo de Huidobro está estructurada en siete salas que recorren temáticamente la vida del autor de “El espejo del agua”, desde su infancia, sus primeras incursiones literarias y su viaje a Europa en 1916 junto a su primera esposa, Manuela Portales.
También se dedica una sala, decorada con vitrinas en forma de cubos, en homenaje al cubismo, para repasar la llegada de Huidobro a París en 1917, donde colaboró con la revista Nord-Sud, en la que tomó contacto entre otros con André Breton y Guillaume Apollinaire.
En su escritorio se exhiben además cascos de guerra, su bastón y el “teléfono de Hitler” que el autor de “Altazor” decía haber caído desde Alemania después de la caída de la capital germana.
En esa casa falleció Huidobro en 1948, a los 54 años y acompañado de su última esposa, Raquel Señoret, y su hijo Vladimir, debido a un derrame cerebral que, según se cree, fue producto de las heridas que sufrió en la batalla de Berlín.
“Aquí yace el poeta Vicente Huidobro / Abrid la tumba / Al fondo de esta tumba se ve el mar”, reza la leyenda escrita por sus hijos Manuela y Eduardo Anguita sobre el lugar en el que Huidobro está enterrado, de pie, muy cerca de esa casa, en una colina frente al océano.