Corría el mes de octubre de 1991, y Nirvana acababa de lanzar el disco que los llevaría a la fama, Nevermind, el cual en enero del 92 ya desbancaría a Michael Jackson de los primeros lugares de los ranking.
El álbum marcaría una década, y la explosión del movimiento Grunge, un género que todos señalarían como oriundo de Seattle, una ciudad que hasta ese tiempo había figurado por ser la cuna de Jimmy Hendrix.
La portada de ese disco también había llamado la atención. En ella aparecía la imagen de un bebé nadando en una piscina, la cual se convertiría en un ícono de la la música.
El responsable de aquella imagen fue el fotógrafo Kirk Weddle, quien se encontró con los integrantes de la banda los cuales decidieron hacer una sesión de fotografías para a modo de promoción del disco.
Según el fotógrafo, ese día de octubre Kurt Cobain, vio la piscina y dijo que debía estar en ella, aunque no era el clima ideal para nadar. Ahí realizaron unas 200 fotografías de la banda, de las cuales solo algunas salieron a la luz, eso hasta hoy que Weddle, se decidió a mostrar gran parte de las imágenes sacadas ese día, aunque muchas de ellas siguen a la venta.
