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El debut de Clooney en Broadway

La estrella de Hollywood encarna en el teatro al legendario periodista Edward R. Murrow, quien enfrentó al senador republicano Joseph R. McCarthy y su caza de brujas. Las celebridades, la prensa y la Casa Blanca están atentos a su éxito.

PARTAMOS  POR  LAS BUENAS  NOTICIAS. GOOD  NIGHT AND GOOD  LUCK,  la obra estrenada hace algunas semanas en Broadway y protagonizada por George Clooney, es un hit. Un mega-hit. De acuerdo a cifras entregadas por la producción, su

taquilla está recaudando un promedio de 3.7 millones de dólares a la semana, lo que  no debería sorprender a nadie considerando que, aquellos afortunados de conseguir algún asiento en la sección orquesta -platea baja-  del Winter Theater en la Sexta Avenida  de Manhattan, deben estar dispuestos a pagar más de 800 dólares por  el privilegio. Aun así, las entradas están prácticamente agotadas. ¿Y cómo no?  Good Night  and  Good Luck, basada en la película de 2005 del mismo nombre, marca el de but teatral de Clooney y por lo tanto presenta una de las pocas oportunidades para  el público de  ver en  persona a uno  de  los  más  distinguidos iconos de  Hollywood.

Que  su dicción no  sea  la mejor y, acostumbrado a la cercanía de  la cámara, musite sus  diálogos y no exprese con  suficiente intensidad  las  emociones de su personaje, como ha señalado más de un crítico, no parece molestar a nadie. Noche tras noche el aplauso final es largo  e ininterrumpido, y Clooney se  despide de  la audiencia con  genuino orgullo y encanto.

La noche del estreno será recordada como una de las más  brillantes de  Broadway en las últimas déca- das.  Kile  Minogue, Uma  Thurman, Rachel   Madow, Juliana Margulies, Hugh  Jackman, Anna Wintour, George Stephanopolous y Lorne  Michels, creador de Saturday Night  Live, estuvieron entre los  invitados.

Cindy Crawford, su marido Rande Gerber, y su hija, la supermodelo Kaia Gerber, posaron en la alfombra roja; y la ciudad entera pareció detenerse cuando Jennifer López, espectacularmente ceñida en un vestido negro con  enorme capa  color marfil  que acentuaba sus famosas curvas, se bajó  de un SUV y entró al teatro para  acompañar a su amigo y ex co-estrella en esta importante ocasión.

Pero antes de que se entusiasme y descorche el champagne, debemos pasar a temas menos alegres.

El protagonista de la obra, encarnado por Clooney, es Edward R. Murrow, el legendario periodista de la cadena CBS, uno  de los personajes más venerados de la historia televisiva de Estados Unidos, que en la década de los 50’ utilizó todo su poder e influencia para  enfrentar al senador republicano Joseph R. McCarthy y su caza de brujas anti-comunista. Como revela  la obra, estos fueron tiempos difíciles y peligrosos para la prensa, pero también cruciales en el establecimiento del  periodismo como “el cuarto poder”. McCarthy creó un ambiente de sospecha y temor en todo el país, de Washington a Hollywood, donde cualquier ciudadano, en cualquier circunstancia, podía ser  acusado de  espionaje o traición por  sus  lazos,  reales o no, con  el Partido Comunista. En sus  feroces interrogatorios en  el Congreso, McCarthy, apoyado por el siniestro abogado Ray Cohn que años  mas tarde se convertiría en el gurú de Donald Trump en su juventud-, creó una cultura de aprensión y malicia donde nadie quedó a salvo.

La de Murrow fue una lucha épica donde asuntos como la libertad de expresión, la independencia de la prensa y la facultad de vetar los excesos del poder político se enfrentaron no solo a McCarthy, sino a escollos que  resultarán familiares para cualquier periodista: los intereses de los propietarios de medios y los avisadores, las políticas internas en la sala de prensa, y por supuesto la necesidad de mantener cautiva a una sintonía que a menudo no tiene paciencia para  discusiones éticas o filosóficas. Para llevar  adelante su pelea contra el McCarthysmo en su programa de notas serias  See It Now, Murrow debió aceptar a cambio conducir también Person to Person, un show treme damente popular donde visitaba en sus casas  a estrellas como Judy Garland, Tallulah  Bankhead o Marilyn Monroe, cubriéndolas con  comentarios obsequiosos y preguntas de algodón.

Es imposible acercarse a Murrow y Good  Night  and  Good Luck  sin  establecer conexiones inmediatas con la situación que  la prensa vive actualmente en Estados Unidos. Igual  que durante el McCarthysmo de los 50, el Trumpismo del 2025 siente profunda desconfianza por  el  periodismo. El comunismo de  McCarthy ha  sido  reemplazado por  nuevos enemigos designados por  la Casa Blanca:  inmigrantes ilegales, estudiantes pro-palestina, extranjeros sospechosos, académicos liberales, feministas, burócratas y, obviamente, periodistas inquisidores. Con un ímpetu más común en autócratas de Europa del Este o dictaduras centro americanas, el presidente Trump a menudo ningunea a cualquier reportero que  le haga  preguntas que  no le agraden. La Associated Press  (AP) fue expulsada del pool de prensa que  cubre la Casa Blanca solo  porque se negó a referirse al Golfo  de  México como “Golfo  de América”,  que  es como prefiere llamarlo el mandatario. Trump también ha presentado querellas contra numerosos medios, incluyendo CBS y The Des  Moines Register, y recibió recientemente una recompensa de 16 millones de dólares de parte de ABC luego de que  George Stefanopoulos, en  un  programa noticioso, dijera incorrectamente  que el  presidente  había sido  encontrado culpable de violación, cuando el veredicto fue por asalto sexual.

La vocera de  la Casa Blanca,  Karoline Leavitt, realiza frecuentes media briefings destacando  que  esta es  la administración “más  transparente de  la historia”. Por  lo  mismo, ha dicho, el gobierno ha decidido ampliar el circulo de periodistas  con  acceso a la Casa Blanca,  y desafiando a la Asociación de  Corresponsales ha integrado a miembros de  “los  nuevos medios” YouTubers, influencers, podcasters y reporteros de medios no  tradicionales- que  a menudo pertenecen a la ex- trema derecha y cuyas  preguntas se acercan peligrosamente a la propaganda.

La tendencia política de  George Clooney es bien  conocida. En el pasado ha sido  uno  de los mayores recaudadores de fondos para  el Partido Demócrata y mantiene estrechas relaciones con  líderes de ese sector. El actor es además hijo de un conocido periodista y locutor, Nick Clooney, y ha expresado públicamente su aprecio por  la labor periodística. Así las co- sas, su frase  de despedida cada noche, “Good night and  good luck”,  la misma  que  usaba Murrow para  despedirse de  su audiencia, se siente ahora más como una advertencia que  como un buen deseo.

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