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4 libros para una isla desierta. Hoy: Sebastián Lelio

El director de cine, que acaba de estrenar La Ola, ha dividido a la crítica. Pero nosotros, en el afán de unir, estrenamos con él una nueva sección donde el juego es elegir un puñado de libros que te llevarías a una isla para sobrevivir solo y abandonado… pero feliz.

Orlando, de Virginia Woolf

“Su exquisitez—la hidromiel del imperio británico— traducida por Jorge Luis Borges, me hizo explotar la cabeza. Orlando, ese ser huidizo, refinado, ni fu ni fa, profundamente fu cuando era fu y profundamente fa cuando era fa, me maravilló. Es un cántico a la libertad de existir, al derecho a ejercer el pensamiento abstracto y sutil, al valor de desprenderse de herencias e ideologías y de pensar por uno mismo. Y pagar el precio por ello. Frente en alto, elevado por la gracia de las zapatillas aladas del mismísimo arte. Gracias Virginia Woolf, por los bucles coronados resplandeciendo bajo el sol de la razón y la poesía”.

Esculpir el Tiempo, de Andréi Tarkovski

“El libro más peligroso de leer para un aspirante a cineasta. El manifiesto artístico del mayor poeta del cine moderno. Es tanta la integridad demostrada (y requerida) que su radiación al mismo tiempo ilumina y ennegrece. Y esa sola idea de esculpir el tiempo es impresionante. Gracias por siempre al gran artista ruso que nos enseñó que el cine es el arte del futuro porque resucita el saber arcaico. Todo o nada. Poesía o nada. Arte o nada. Amén. Amor para siempre, abuelo padre y hermano Andréi”.

El cine según Hitchcock, de François Truffaut

“Un acto de amor de mi cineasta favorito, Truffaut, hacia su maestro, Alfred Hitchcock (hacia EL Maestro, con todas sus cumbres y sus sombras). La mejor clase de cine narrativo jamás dada. Un regalo: comprender que el cine no tiene profundidad, solo es profundo si desencadena lo profundo en el espectador. El cine como herramienta de exaltación y elevación de los mecanismos de percepción biológicos humanos. Lugar de destino, territorio donde acontece la magia. Cine del artificio: magia liberada de la mentira de tener que ser verdad. Aleluya perenne a Truffaut, el poeta libre pensante y vitalista de Francia, inspiración eterna, que reconoce en Hitchcock a un cineasta mayor, quien era considerado hasta entonces un mero entertainment artist. Puro amor al arte de los otros. Puro amor al cine. Puro hambre de poesía. Cruz pal cielo… y que Raúl Ruiz nos despeje el camino”.

Poemas y Antipoemas, de Nicanor Parra

“Vino a romper mi corazón huidobriano (que no me ha abandonado un solo instante) y a imponer la belleza de lo anti-bello y las profundidades insondables de lo anti-profundo. Sobre todo por Soliloquio del individuo, que junto a los poemas Bello Barrio, de Mauricio Rédoles; Usted, de Erick Pohlhammer; Para una joven amiga que intentó quitarse la vida, de Claudio Bertoni; Monólogo de un padre con su hijo de meses, de Enrique Linh y toda la obra de Violeta Parra, forman el paisaje poético de mi formación humana y artística. Soliloquio del individuo, de Parra, se pasea al proyecto civilizatorio humano, al proyecto humanista, a la fe en la razón, desde las religiones a las filosofías de aquí y de la quebrada del ají. Su libre pensamiento, latinoamericano, los deja a todos bailando cueca. Mejores y más fértiles, sus elipsis temporales son más impactantes que las de 2001, de Stanley Kubrick. Nos deja desnudos, temblando en una roca bajo la lluvia, como debe ser: “Miré tras una cerradura —¿qué digo?— sí miré… Yo soy el individuo”. Eterna deuda solar, herencia descarnada. Wow, mega wow y por siempre: ¡aleluya y huifa ayayay!”.

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