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16 de Octubre de 2015

La Esperanza de Mirasol: el humilde barrio que pasó de la desorganización a lograr la construcción de áreas verdes

Los vecinos trabajaron en conjunto con la Municipalidad de Puerto Montt, la ONG Proyecto Propio y la empresa Entel para recuperar un espacio abandonado y habilitarlo para los niños del sector.

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Era menos de mediodía y la plaza de La Esperanza de Mirasol, un barrio ubicado en la población Padre Hurtado de Puerto Montt, estaba repleta de niños jugando. Algunos hacían fila para subirse y tirarse del resbalín; otros, desafiando el mareo, daban vuelta en círculos arriba de un columpio; y los más osados jugaban a los piratas en una suerte de pirámide en la que se escala con cuerdas.

La voz se iba corriendo y cada vez llegaban más niños acompañados de sus padres. “Pucha que quedó bonita”, murmuraban algunas vecinas que observaban el lugar. “Ojalá que dure, sí”, comentaba un anciano. “¡Cachen, se ve bacán desde aquí!”, gritaba un niño eufórico arriba de la estructura.

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El panorama de esa mañana de sábado era muy distinto a lo que pasaba en ese mismo lugar hace tan solo un par de meses. Cuando en vez de juegos y máquinas había un montón de basura, barro, un columpio roto y un foco de delincuencia.

Cuando en vez de periodistas, autoridades y cámaras de televisión que estaban presentes ese día en la plaza, La Esperanza era uno de los sectores más olvidados de Puerto Montt y “el patio trasero de la población Mirasol”. Y cuando los vecinos ni siquiera tenían lo más mínimo para lograr una mejora en el barrio: organización vecinal.

 

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Cuando aún no había esperanza

La Esperanza nació como barrio en 1995 con el reacomodo de 299 familias pobres de distintos sectores de Puerto Montt. No es un lugar precisamente peligroso, explica Carabineros, aunque los niños y adultos del lugar dicen que de vez en cuando hay balaceras nocturnas, protagonizadas generalmente por “afuerinos” que llegan al barrio a ajustar sus cuentas.

En lo que sí coinciden desde las autoridades hasta los vecinos, es que por más de 20 años el lugar estuvo notablemente abandonado. Su plaza principal funcionaba perfectamente como una metáfora del sector completo: un lugar sin áreas verdes, convertido en basural, con un columpio roto, y tomado durante el día por vendedores ambulantes. Durante la noche era el centro de reunión para quienes se juntaban a tomar o a drogarse.

Nada de eso parecía que iba a cambiar. Al menos nada había cambiado en las últimas dos décadas. Eso fue lo que pensó una vecina, Jovita Moreno, de 47 años, cuando decidió que eso no podía ser.

 

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“Las condiciones del barrio me motivaron a armar una organización”, cuenta Jovita. Pero en el barrio nunca había existido si quiera una junta de vecinos. Por eso los inicios no fueron fáciles: a la primera reunión, convocada por Jovita, fueron solo siete personas. Después de todo, ¿quién iba a creer en una nueva promesa si en 20 años no había habido ninguna inauguración de ninguna obra en la población? “Había mucho descontento y desconfianza. Ahí me desmotivé con seguir mi lucha. Pensé que nunca iba a funcionar”.

Pero por suerte para los vecinos, Jovita continuó. Fue así como llegó a la Municipalidad de Puerto Montt a plantear algunas de las preocupaciones de la gente del lugar, como la plaza abandonada y la falta de espacios para que los niños jueguen; falta de pavimentación; el hacinamiento en algunas de las casas y la falta de una sede social. Lo que Jovita no esperaba, es que la respuesta sería, tal como ella dice, “flash”.

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El proyecto “Barrio Feliz”

En 2014, Entel creó un nuevo programa dentro de su área de sustentabilidad llamado “Barrio Feliz”, cuyo objetivo es recuperar espacios públicos deteriorados y que las comunidades participen en mejorar esos lugares.

Para concretar las obras, la empresa trabaja en conjunto con la ONG “Proyecto Propio”, que ayuda a las comunidades a organizarse para buscar soluciones a sus problemas. El financiamiento del programa sale del reciclaje de teléfonos celulares en deshuso entregados a Entel, y de la recaudación por boletas electrónicas.

Hasta el momento, se habían terminado proyectos en Valparaíso, Alto Hospicio, Peñalolén, Chañaral, La Pintana, Coquimbo, Renaico y Lautaro.

Barrio feliz

Este año, representantes de la empresa se habían acercado a la Municipalidad de Puerto Montt para llevar el programa a la ciudad. Y entre las alternativas que estudiaron en terreno, llegaron al caso de Villa La Esperanza y a la petición de Jovita.

“Tenía las características que buscamos en Barrio Feliz. Había carencias de conectividad en la comunidad, porque no había ni siquiera una junta de vecinos. Y existía la necesidad real de mejorar un espacio público”, explica Katherine Martorell, directora de sustentabilidad y comunidades de Entel.

Entonces, la compañía ofició de nexo entre la ONG Proyecto Propio, la municipalidad y los vecinos liderados por Jovita, para llevar a cabo un trabajo en conjunto. Fueron los propios vecinos quienes sugirieron las características de la plaza para que estuviera acorde a sus necesidades.

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Por ejemplo, que hubiese asientos para que los padres puedan acompañar a los niños o para que los adultos mayores se sentaran a descansar. Que se agregaran toldos para hacer actividades bajo la lluvia y el sol, y para los vendedores ambulantes, además de incluir áreas verdes. Todas propuestas que salieron de la organización vecinal iniciada por Jovita.

“Poco a poco los vecinos empezaron a creer en nosotros y en nuestro directorio, llegando ahora hasta 80 personas a las reuniones”, cuenta Jovita.

En el trabajo de construcción, que duró casi un mes, participaron profesionales, voluntarios de Entel y vecinos, que ayudaron con labores de maestranza. Y una vez construida la plaza, Entel se comprometió a hacer mantenciones periódicas con sus voluntarios y los vecinos. Por eso, el día de la inauguración, todos se sentían partícipes de la obra. La primera gran inauguración en la población después de 20 años.

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La luz de esperanza de La Esperanza

“Hay que cuidarla esta vez, sí. Que dure harto”, decía una vecina que observaba el lugar. Carabineros, presentes en la inauguración, aseguraron que con la mejora en la plaza, podrían acotarse los focos de delincuencia y que los vecinos cuidarían el lugar.

“Ya ha pasado en otras experiencias donde yo he estado. Por ejemplo, en Estación Central, construyeron una plaza en un sitio abandonado y los propios vecinos tomaron un rol activo en la seguridad. Ellos mismos desplazaron a los que iban allá a hacer desorden“, explica el subteniente de Carabineros, Carlos Sandoval.

En el escenario, Jovita, el alcalde Gervoy Paredes, Rodrigo Aguayo de Proyecto Propio y Katherine Martorell, de Entel, dieron sus discursos.

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“Por fin se cumple un sueño con la inauguración de esta plaza que muchos vecinos y autoridades no creían posible. Sé que el pesimismo abunda, diciendo que esto no va a durar, que esto lo van a rayar, destruir y no cuidar. Pero tenemos la confianza que todos la cuidaremos. Demostrémosle a todos que están equivocados”, dijo Jovita.

“Nada aquí es casualidad. Todo lo escogió la comunidad. ¿Y eso qué creó? Que se conectaran personas. Tengo que reconocer la labor que ha hecho doña Jovita en este trabajo. Ha sido una excelente dirigente social”, dijo Katherine Martorell durante la ceremonia.

Luego, las autoridades y los dirigentes cortaron la cinta e inauguraron oficialmente el lugar. Aunque este ya había sido tomado desde mucho antes por los niños que desde la mañana y hasta mucho después que terminó el acto, no dejaron de jugar.

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