
Carlota Pérez, economista y socióloga, señala que “cada ola de innovación produce un período de disrupción y ajuste, pero también de nuevas oportunidades. Esta es la primera revolución tecnológica que reemplaza el trabajo mental y no sólo el manual.” Tal cual como demuestra la historia, cuando algunos empleos son desplazados, surgen, cambian y se desarrollan otros nuevos, y en algunos casos generando un lugar a nuevas industrias completas. Para poder comprender los efectos actuales de la IA en los entornos laborales, necesitamos remontarnos a las viejas revoluciones industriales del pasado. Desde la Primera Revolución Industrial en el siglo XVIII, que sustituyó máquinas por trabajo manual, hasta la Segunda en el siglo XIX, que trajo electricidad y producción en masa, cada uno de estos saltos tecnológicos ha sido recibido con miedo y resistencia.
La digitalización de los 70 y 80 lo ratificó. Las computadoras liberaron trabajos repetitivos y manuales, pero también crearon demanda de nuevas profesiones y competencias, como la programación y el análisis de datos. El crecimiento de internet en el hogar en los años 90 y el milenio dio lugar a la economía digital, transformando los roles laborales y generando nuevos puestos, muchas veces inimaginables. Lo que alguna vez fue un concepto puramente teórico, ahora es una realidad con asistentes virtuales, automatización de procesos empresariales, análisis predictivos y pronto impactará en todo, desde el marketing hasta la fabricación.
La organización actual del trabajo
Hoy en día, la IA crea una dualidad en nuestro pensamiento: ¿nos reemplaza o nos complementa? El hecho es que, mientras podemos automatizar algunos trabajos más rutinarios (ingresos de datos, servicio al cliente, revisión de documentos, etc), aún no se han inventado robots e inteligencia artificial que puedan reemplazar al ser humano en una gran cantidad de tareas que requieren creatividad, empatía, emocionalidad, toma de decisiones éticas y perspectiva estratégica.
Las preocupaciones por el reemplazo de empleos, aunque comprensibles, deben entenderse en contexto. La amenaza genera prejuicios que a veces pueden obstruir el ajuste y el aprendizaje. Pero la historia nos ha demostrado que los mayores beneficios provienen del cambio, no de la eliminación total de tareas. La consultora McKinsey en su informe sobre “Empleos del futuro”, publica que la inteligencia artificial y la automatización harán que este cambio sea tan significativo como la mecanización de generaciones anteriores en la agricultura y la manufactura. Si bien se perderán algunos empleos y se crearán muchos otros, casi todos cambiarán; destacando qué el 65% de los trabajos en 2030 todavía no existen, y que la mayoría de ellos requerirán una interacción sinérgica con sistemas de IA.
Entonces, ¿quién se beneficiará más de los cambios de roles? Con seguridad aquellos que presenten habilidades blandas: pensamiento crítico, comunicación, resolución de conflictos, flexibilidad; o también habilidades duras como codificación en ciertos lenguajes, análisis de datos, protección de sistemas y manejo de algoritmos. En última instancia, el objetivo es aprender a colaborar con la IA, amplificando la función humana en lugar de rivalizar con ella.

La reducción de las jornadas laborales y la Ley 21.561
Creo que la IA puede jugar un papel importante en cómo encaramos las horas de trabajo. Si logramos automatizar tareas repetitivas y hacer una mejor planificación, podemos avanzar hacia jornadas laborales más cortas, ayudando en el proceso de implementación de la Ley de las 40 horas. La tecnología puede ayudarnos a mantener, e incluso aumentar, la productividad sin que por eso tengamos que trabajar tantas horas. En mi opinión no solo mejoraría nuestra calidad de vida, sino que también haría los trabajos más humanos y sostenibles. La invitación está en aprovechar la IA para que todos podamos disfrutar de un equilibrio más saludable entre el trabajo y la vida personal.
Del miedo a la oportunidad
La revolución centrada en el aprendizaje nos llama a preocuparnos por adquirir nuevos conocimientos que nos permitan trabajar en cooperación con sistemas inteligentes. Es importante tener en cuenta:
- Resiliencia y aprendizaje permanente: El ritmo de cambio de la tecnología requiere un ajuste sin fin. El trabajo será un aprendizaje profesional constante, más que un simple trabajo.
- Pensamiento crítico y ético: La IA refleja los sesgos y decisiones humanas. La ética y la evaluación crítica de sus consecuencias resultarán cruciales.
- Creatividad / Innovación: Aunque la máquina puede procesar datos, la creatividad humana sigue siendo muy valiosa al momento de crear o buscar soluciones disruptivas.
- Buena comunicación y empatía: Tratar con clientes, equipos y comunidades implica habilidades sociales y emocionales que las máquinas aún no han replicado.
- Experiencia técnica: Estas habilidades, desde programación hasta ingreso de datos, actúan como complemento y potenciador del trabajo.
Juntas, la resiliencia y el aprendizaje permanente son más importantes ahora que nunca. En un mundo donde la tecnología crece exponencialmente, la habilidad más importante para sobrevivir será la habilidad de adaptarse, desaprender y aprender cosas nuevas; esta será la línea distintiva para aquellos que avanzan vs aquellos que se quedan atrás. Tener una mentalidad de crecimiento, como lo defienden expertos como la psicóloga Carol Dweck, es clave. La educación, ya sea en forma de cursos, certificaciones o incluso la investigación y la curiosidad, permitirán a los profesionales permanecer en el lado colaborativo de la IA y no preocuparse por la supuesta amenaza que representa.

Debates contemporáneos
En el contexto de la automatización y la IA, uno de los temas más comentados es si la transformación laboral es generacional. Los dos grupos más jóvenes -los millennials y la centennials- han vivido toda su vida en una cultura digital donde el aprendizaje y la adopción de nuevos comportamientos son facilitados por plataformas y dispositivos que impulsan un aprendizaje rápido. Se encontrarán con trabajos que van y vienen, debiendo adoptar una actitud flexible y asumir el aprendizaje permanente y constante.
Mientras que las poblaciones mayores con más experiencia pueden ser más resistentes al cambio, con estereotipos predeterminados sobre su capacidad para cambiar. Sin embargo, tienen una vida de experiencia, una comprensión de las personas y una perspectiva del panorama general que puede ser valiosa en liderazgo y gestión.
La magia está en fomentar la colaboración intergeneracional para que las habilidades y la experiencia se puedan compartir entre todos.
Direcciones y pronósticos
El resultado probable es alguna forma de fusión humano-máquina. La inteligencia artificial será un compañero para aumentar la productividad, creatividad y eficiencia. La consultora PwC (PriceWaterhouseCoopers) predice que para 2030 alrededor del 30% de todos los empleos en todo el mundo podrían ser automatizables, pero también sostiene que se crearán millones de nuevos roles en tecnología, ética digital y análisis de datos.
También se espera que las nuevas profesiones requieran competencias transversales y adaptación permanente. La forma en que la educación y las empresas conducen la formación tendrá que ser repensada, enfocando la capacitación en habilidades blandas, pensamiento crítico y habilidades digitales. La visión optimista es que si enfrentamos estos cambios de frente y abiertamente, podemos crear un mercado laboral que sea más inclusivo, más imaginativo y más humano.
Habilidades claves para asociarse con la IA
Desde mi experiencia, una de las más valiosas será la capacidad de colaboración hombre-máquina . Esto implica no solo entender y manejar las herramientas de IA, sino también saber integrar sus capacidades en procesos creativos y estratégicos. La empatía, la intuición y el juicio ético seguirán siendo cualidades humanas irremplazables. Además, dominar habilidades en análisis de datos y programación básica, combinadas con una mentalidad adaptable, permitirá a los profesionales diseñar, supervisar y mejorar los sistemas inteligentes.
En resumen, el futuro del trabajo con IA no es una confrontación, sino una oportunidad para potenciar lo mejor de nuestra humanidad, redefiniendo roles y habilidades en un mundo que evoluciona a una velocidad vertiginosa. La clave está en aprovechar la tecnología como aliada, cultivar una mentalidad resiliente y comprometernos con el aprendizaje constante. Solo así podremos no solo sobrevivir a esta revolución, sino también liderarla y co-crear un futuro más inclusivo, creativo y humano.