La nostalgia es una fuerza potente que conecta a las personas con su pasado y las mantiene ligadas a su historia, pero también fortalece la identidad de uno en un mundo que está perpetuamente en cambio. Los recuerdos muchas veces son bienes físicos o tangibles que se unen a experiencias, desde casetes que se rebobinaban con un lápiz hasta programas de televisión o incluso juegos para una generación. La memoria humana parte del mismo acto de recordar.
En la era de la tecnología digital, la nostalgia se siente poco espontánea, sino más bien una herramienta, manipulada por algoritmos para lograr el máximo efecto. Ha evolucionado para convertirse en una fuente de material viral, en sitios como Instagram y TikTok. La memoria humana se ha convertido en un instrumento digital aprendiendo a cultivar y, a veces, revivir nuestros recuerdos.

Contenido con nostalgia
La nostalgia es una de las técnicas de marketing más impactantes en un entorno digital sobresaturado. Conecta con las emociones y los buenos sentimientos de eventos pasados para que la audiencia sienta una fuerte conexión. Las marcas reviven productos memorables o reavivan jingles de campañas pasadas, esperando vender un recuerdo que genere confort y familiaridad. Esta estrategia fomenta la lealtad a la marca y la diferencia de la competencia. Y la IA tiene la magia dominada, elevando la nostalgia a un mundo completamente nuevo, la nostalgia algorítmica.
Los algoritmos se han vuelto casi hiper conscientes de los micro escaneos de señales del comportamiento del usuario, analizando hasta detalle como las horas de un video visto o los hashtags utilizados. Usando estos datos, la IA puede construir un “perfil nostálgico” y entregar contenido que conmueva emocionalmente. Este despliegue es tan insidioso que a menudo no somos conscientes de que se podría estar aprovechando y monetizando la nostalgia. La cuestión se convierte en cuán éticamente aceptable es que un algoritmo pueda explotar nuestras vulnerabilidades emocionales.

La nostalgia a la chilena
No es solo nostalgia cultural; es real, es palpable es visual. Videos de dulces de la infancia como el chicle Dos en Uno o Krapulitos se vuelven virales, mientras los comentarios se llenan de recuerdos mutuos de un pasado percibido como más simple y feliz. Las personas se unen a través de recuerdos colectivos de series de televisión como Cachureos o Protagonistas de la Fama, así como comerciales antiguos como el de Tapsin con su “Saco la sal”.
En la actualidad, la nostalgia es una “necesidad” que se desarrolla en el caos y el cambio. El rescate de la cultura pop mediática en Chile se ha convertido en un lema sociocultural en el que las generaciones aprenden a restaurar y (re)establecer quiénes son y reflexionar sobre sus vidas, en un presente que se ve como caótico. La nostalgia es una forma en que el pasado colectivo proporciona a las personas la búsqueda de significado e identidad. El contenido nostálgico se difunde ampliamente en las redes sociales porque resuena y desencadena sentimientos y puede proporcionar a las personas los medios para discutir experiencias que pueden tocar sus propias vidas.
El contenido en redes es un poderoso generador de nostalgia y lo podemos relacionar con algunos temas:
- Dulces y bocadillos como Chocman, Krapulitos y el chicle Dos en Uno. Traen de vuelta el “sabor de la infancia”, evocan felicidad y simplicidad.
- Programas de televisión y reality shows, como Cachureos, Viva el Lunes o Protagonistas de la Fama. Dan paso a una identidad colectiva, crean un sentido colectivo de pertenencia para una generación, hacen que las personas reflexionen sobre los cambios en la sociedad o los medios.
- La música y los artistas Los Prisioneros y Myriam Hernández. La música es un motor de memoria, activando recuerdos asociados con eventos formativos de la vida.
- Comerciales y marcas como Santa Yapa, Manjar Colún o Tapsin. Sus jingles y estética van juntos como un lenguaje común.
Resucitar recuerdos
La siguiente etapa que se acerca en esta búsqueda es más profunda, y es donde lo visceral cruza la línea ética. Las herramientas de IA no solo están resucitando la cultura pop, están “reviviendo” a las personas. Eso gracias a tecnologías como Deep Nostalgia de MyHeritage, que da nueva vida a fotos de familiares fallecidos o plataformas de clonación de voz como ElevenLabs o LALAL.AI. La promesa es que el proceso traerá consuelo y alivio al duelo, pero expertos en salud mental no están de acuerdo con este planteo y están preocupados por el potencial de daño. Los expertos dicen que esas prácticas pueden extender el proceso de duelo y llevar a la “distancia de la vida real” y una dependencia poco saludable del fantasma digital. Y con la manipulación de la identidad post mortem, el problema se complica aún más, convirtiéndose en un problema serio llamado “el consentimiento póstumo”. ¿Quién tiene el derecho de usar la imagen y la voz de una persona fallecida? Casos como la campaña de Volkswagen que utiliza la voz y la imagen de la cantante Elis Regina, quien murió a los 36 años en 1982. Sin embargo, un nuevo comercial de Volkswagen la muestra haciendo un dúo con su hija, claro está que con el consentimiento familiar pero no de la persona fallecida. Los expertos advierten contra el uso indebido, ya sea haciendo declaraciones falsas o usándolo en situaciones maliciosas como fraude o extorsión donde la voz de un pariente fallecido podría ser utilizada para coaccionar a la víctima.
Los desafíos éticos
Deep Nostalgia de MyHeritage infunde fotografías animadas faciales de parientes fallecidos, cosa que podría volverse “inquietante” y perturbar el duelo. Algunos chatbots, incluidos Replika, HereAfter y Seance AI, analizan datos y simulan la personalidad y la entrega de conversación de una persona muerta, pudiendo llevar a la dependencia emocional, adicción o incluso problemas psiquiátricos o pensamientos paranoicos. Mientras tanto, las plataformas de clonación de voz como ElevenLabs y LALAL.AI, al permitirte producir nuevas piezas de audio con la voz de una persona, se vuelven propensas al fraude y la falsificación.

Cuando la IA reconstruye nuestros recuerdos
El tercer punto me lleva de vuelta a nuestras propias vidas. La nostalgia automatizada no se limita a la idea de “revivir” a nuestros muertos con imágenes mejoradas; de hecho, nos hace una curatoria de nuestra propia vida sin que nos demos ni cuenta. Google Photos, Facebook Memories o plataformas similares no son curadores de contenido neutrales, sino curadores de nuestros recuerdos desde la generación de videos, montajes y carruseles de fotos, muchas veces dentro de nuestros propios celulares. Estas plataformas nos muestran instantáneamente (con un clic) un video de un viaje aunque haya sido hace 5 años usando música del momento y efectos, pero nunca tu hiciste nada. Una experiencia sensorial completa, a tu medida, en lugar de recordar, revivir. Esto tiene un impacto cognitivo y emocional masivo.
La IA, por su naturaleza, está sesgada hacia los mejores momentos, el “resumen de lo más destacado” de nuestros momentos. Eso refuerza un sesgo psicológico que nos deja con la impresión de que el pasado fue mejor de lo que fue, en un fenómeno que los psicólogos llamaron el “efecto de retrospección rosada”. La memoria humana es defectuosa, selectiva y a menudo “teatraliza” los recuerdos, suprimiendo los aspectos menos agradables. Cuando la IA perfeccionó esta tendencia, nos presenta una versión limpia de nosotros mismos que no incluye ninguna complejidad.
Cuando entregamos el trabajo de recordar a las máquinas, también perdemos poder en nuestra propia capacidad de revitalizar nuestros recuerdos de maneras que sean más útiles. En lugar de hacer nuestro mejor esfuerzo para recordar o rememorar, nos convertimos en espectadores pasivos de nuestro pasado digital. Un exceso de indulgencia en este tipo de curadurías automáticas puede afectar la memoria y el juicio a largo plazo.
La IA nos libera de la tarea de organizar y reiterar la memoria a largo plazo, pero también nos reduce a las pequeñas tareas: la capacidad, con ella, de lidiar con eventos difíciles o reacciones de malos recuerdos. El acto de recordar, con todas sus fallas, es un proceso primario que nos permite procesar experiencias, aprender y sanar. Al quitarnos esa labor, se borra nuestra capacidad de relacionarnos verdaderamente con la riqueza y la verdad de nuestro propio pasado. La promesa de un pasado perfecto es una trampa emocional.

Conclusiones humanas
Mi propia nostalgia digital me obligó a redefinir mi relación con el pasado. La nostalgia ya no se trata solo del afecto de las personas, se ha convertido en una mercancía lucrativa y una herramienta medicinal, pero también, un fantasma. La IA tiene la gran promesa de mejorar nuestra experiencia de memoria. Nos permitirá preservar legados familiares, contar historias y apoyar terapias. La memoria es lo que somos, y entregar su responsabilidad de cuidado a programas impulsados por máquinas corre el riesgo de perder la parte más preciosa de ella.
La IA debe servir solo para amplificar nuestros recuerdos, nunca para reemplazarlos por completo. El futuro de la memoria no está en la nube, ni en un deepfake de un ser querido, ni en un collage automatizado de los “Mejores Momentos”. El futuro está en nosotros siendo los curadores de nuestras propias vidas, con sus luces y sus sombras. El desafío es usar la tecnología sin perdernos en ella, y continuar siendo los custodios de nuestra propia historia.