Dormir a 2.950 y 5.050 metros sobre el nivel del mar de vez en cuando por trabajo no es lo mismo que vivir a tiempo completo a esa altitud, según reafirmó el estudio liderado por la Universidad Católica del Norte en colaboración con la Achs, que analizó los efectos de la exposición crónica e intermitente a gran altitud, conocida como hipoxia hipobárica intermitente crónica (HIC), en trabajadores del observatorio ALMA, ubicado en el altiplano de Atacama.
“En la Achs creemos que la innovación en salud ocupacional no solo implica nuevas tecnologías, sino también generar evidencia científica que permita tomar mejores decisiones para proteger a las y los trabajadores. Este estudio es un ejemplo de cómo la ciencia puede tener un impacto directo en la prevención”, afirma Paulina Calfucoy, Gerenta Asuntos Corporativos y Sostenibilidad Achs.
El problema abordado fue el aumento de la concentración de hemoglobina ([Hb]) en personas expuestas a hipoxia de altura, como indicador de policitemia. El estudio evaluó distintos métodos de medición de hemoglobina y diversas estrategias para mitigar el efecto de la HIC: oxígeno suplementario, tratamiento con acetazolamida y ejercicio aeróbico.
Trabajar en altura geográfica implica importantes cambios fisiológicos debido a la disminución del oxígeno disponible. Asimismo, la exposición intermitente a grandes altitudes está asociada con diversos trastornos como apnea del sueño, cefalea y fatiga crónica, lo que afecta significativamente el bienestar y rendimiento laboral. La implementación de soluciones efectivas basadas en evidencia científica es crucial para mejorar la calidad de vida de las y los trabajadores.
El equipo investigador liderado por Fe
ando Moraga indica que “los resultados reportados por este estudio vienen a aportar nuevas luces del aumento en la hemoglobinemia por HIC. Estos resultados vienen a proponer que no solo existen mecanismos de respuesta rápida a la hipoxia, demostrado en los resultados obtenidos el primer año del estudio […], sino que también estaría presente un proceso de desensibilización de la respuesta ventilatoria a la hipoxia […], tal como ha sido descrita en población alto andina y es responsable del trasto
o conocido de muchas formas: mal de Monge, mal de montaña crónico, policitemia de altura o eritrocitosis excesiva.”
Los resultados obtenidos comprobaron la efectividad del uso de oxígeno durante el sueño y la administración de acetazolamida, los que redujeron los niveles de hemoglobina en aproximadamente 1 g/dl, además de mejorar la oxigenación nocturna. En cambio, el estudio demostró que otros factores, como realizar ejercicio aeróbico no producen mejoras significativas en la hemoglobina ni en la saturación de oxígeno.
La investigación propone, como primera línea de intervención, el uso de oxígeno suplementario durante el sueño en altura y, como segunda opción, la acetazolamida. Se recomienda además incorporar evaluaciones de oxigenación nocturna como parte del protocolo preventivo en trabajadores expuestos a gran altitud.
Desde la Achs destacan el valor de este trabajo: “Nuestro compromiso es cuidar a las y los trabajadores desde una mirada integral, basada en datos, empatía y mejora continua”, concluye Paulina Calfucoy.
- Este trabajo fue seleccionado en la Convocatoria de Proyectos de Investigación e Innovación en Seguridad y Salud en el Trabajo 2022 de la Superintendencia de Seguridad Social (Chile), y fue financiado por Asociación Chilena de Seguridad (Achs) con recursos del Seguro Social de la Ley N°16.744 de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales.