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21 de Octubre de 2011

EE.UU. pide garantías al Consejo de Transición para cerrar su capítulo en Libia

Tras la muerte de Gadafi, Washington sospesa con cautela los siguientes pasos en el convulsionado país africano.

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Estados Unidos exigió hoy nuevas garantías al Consejo Nacional de Transición (CNT), órgano político de los rebeldes libios, mientras trata de avistar el fin de su capítulo en esa nación, que empezó con la operación militar en marzo y llegó ayer a su punto “catártico” con la muerte de Muamar el Gadafi.

Luego de que el anuncio de la caída del depuesto líder libio llegara acompañado por la advertencia del presidente de EE.UU., Barack Obama, de que “el camino hacia la democracia será largo”, Washington sopesaba hoy con cautela los siguientes pasos en el país norteafricano, mientras la OTAN anunciaba el fin de la misión aliada.

El primer paso para la Casa Blanca y el Departamento de Estado de EE.UU. fue sumarse a las exigencias internacionales de una investigación sobre las circunstancias que rodearon la muerte el jueves de Gadafi, con la exigencia al CNT de que aclare de manera “abierta y transparente” lo sucedido.

El portavoz adjunto del Departamento de Estado, Mark Toner, aseguró hoy que el Gobierno estadounidense sólo ha tenido acceso a los mismos “fragmentos” de película que repitieron el jueves las televisiones de todo el mundo, lo que hace “imposible llegar a una conclusión clara y completa sobre lo sucedido”.

Los distintos relatos sobre lo sucedido, como el de las nuevas imágenes que hoy mostraban a Gadafi aparentemente con vida, subrayan las “preocupaciones” de Washington sobre “lo que está ocurriendo exactamente”, dijo en una conferencia de prensa el consejero adjunto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Denis McDonough.

“Tenemos preocupaciones, pero esa preocupación por la situación en Libia es precisamente la razón por la que el presidente tomó la acción sólida y decisiva que tomó hace varios meses”, señaló McDonough, al referirse a la participación de EE.UU. en la intervención militar internacional iniciada en marzo pasado en Libia.

Esta intervención comenzó tras el cruento conflicto desatado en febrero, cuando protestas y levantamientos de rebeldes que exigían la salida del líder Muamar el Gadafi fueron reprimidos por el régimen libio.

Por su parte, el representante permanente de EE.UU. ante la OTAN, Ivo Daalder, compartió un mensaje de triunfo tras el anuncio de que la organización atlántica cerrará su misión en el país el 31 de octubre, luego de consultar con Naciones Unidas y el CNT.

“Este es un momento histórico para la OTAN y el pueblo libio, pero también para Estados Unidos, cuyo liderazgo garantizó el éxito de la operación”, dijo Daalder en una conferencia de prensa telefónica.

La operación “Odisea del amanecer” costó a Washington 1.100 millones de dólares entre marzo y septiembre, según las últimas cifras del Pentágono, y en ella, sus aviones no tripulados desplegaron 145 ataques sobre terreno libio.

Según Daalder, fue la “iniciativa estadounidense” a la hora de desplegar una zona de exclusión aérea la que “permitió al resto de los aliados llevar a cabo las operaciones militares” que “han puesto a Libia en las manos del pueblo libio”.

Las noticias de la muerte de Gadafi se tradujeron casi al instante en un espaldarazo para Obama, cuya política en Libia, muy criticada en un principio por muchos líderes republicanos, ha sido reconocida finalmente incluso por los más conservadores, como los precandidatos republicanos Jon Huntsman y Michele Bachmann.

No obstante, la inminente retirada de la misión aliada sobre el terreno -que tal y como aclaró hoy Daalder, supondrá “el cierre efectivo de los cuarteles de la OTAN en Libia y la transmisión de las tropas al mando general”- no acabará con los muchos retos de seguridad a los que se enfrenta el CNT.

Junto a la tarea de la transición hacia unas elecciones libres, Estados Unidos espera que ese organismo “trate a los prisioneros de guerra de forma humana y se comporte de acuerdo con los estándares internacionales de justicia y derechos humanos”, indicó hoy Toner.

Sobre la cabeza de EE.UU., como gran impulsor de la misión militar, pesa además la dificultad de que el CNT controle a las muchas milicias que se encuentran bajo su mando y otro reto más espinoso: localizar, antes que cualquier grupo terrorista, los cerca de 20.000 misiles perdidos durante el régimen de Gadafi.

 

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