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20 de Junio de 2013

Nana relató a la Justicia de EEUU los maltratos sufridos a manos de nieta de Agustín Edwards

Felicitas del Carmen Villanueva relató a la Justicia de EEUU los abusos físicos, vejaciones y golpes a los que fue sometido por el matrimonio Custer-Hurley, lo cual le dejó secuelas en su salud. Además, fue catalogada como "víctima de trata de personas".

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Felicitas del Carmen Villanueva presentó el pasado 10 de junio ante la Corte de Nueva York una acción civil contra Malú Custer Edwards, nieta de Agustín Edwards, y su marido MickyHurley por “confinarla en contra de su voluntad sometiéndola a formas de extrema coacción mental, física y económica y crueldad”, en un escrito que relata las vejaciones y golpes a los que fue objeto por la pareja, en un documento al que tuvo acceso The Clinic.

A causa de esto, la Justicia norteamericana decidió darle visa como víctima de “tráfico humano”, luego de conocer cómo fue impedida de recibir atención médica, de hablar con otras personas y de estar confinada en uno de los dormitorios de sus hijos.

El escrito señala que Villanueva comenzó a trabajar para el matrimonio a partir de diciembre de 2010 como asesora del hogar, “donde trabajó desde las 8 am hasta las 8 pm, seis días a la semana, teniendo los domingos libres. Los acusados ​​le pagaron un total de $280.000 chilenos por el trabajo que realizó durante el mes de diciembre, que es el equivalente de aproximadamente $583 dólares”.

Señala que cuando estaba en proceso de recibir su visa de trabajo le fue entregado un folleto con sus derechos, el cual fue tomado por Edwards y tirado a la basura con la frase: “No deberías prestarle atención a ellos porque los estadounidenses son llorones; la información no es para ti”.

Violencia física

Cuando arribaron a Nueva York, en enero de 2011, la mujer comenzó a sufrir del abuso de los hijos de Custer y Hurley, relatando que “antes de que la familia siquiera se instalara en su residencia en los EE.UU., Edwards y Hurley dejaron a la Demandante a solas con los niños en el auto haciendo que su hija M comenzara a llorar diciendo repetidamente a la Demandante, ‘No quiero que estés aquí’. La Demandante respondió tratando de calmar a M y M la abofeteó en la cara lo suficientemente fuerte para causar que a la Demandante se le cayeran los lentes. Cuando Edwards y Hurley volvieron al auto, M seguía llorando, sin embargo, cuando la Demandante explicó lo que había sucedido, Edwards se negó a aceptar el hecho de que su hija hubiese golpeado a la Demandante”.

Así, “los niños le pegaron y abofetearon diariamente”, según lo señalado por Villanueva, “parecía que los niños de los Demandados respondían de forman física abusiva cuando se enojaban porque se les daban cantidades insuficientes de comida en la casa o porque les molestaba la presencia de la Demandante como cuidadora. Por ejemplo, por lo general a los niños culpaban a la Demandante por la falta de alimentos y procedían a golpear a la Demandante en el cuerpo y la cabeza”.

Pero Felicitas también fue atacada con objetos, donde el hijo menor del matrimonio la golpeó con una silla “causándole mucho dolor”.

“El día en que la Demandante finalmente escapó de la casa, estaba agachada secando leche del refrigerador cuando el hijo mayor de los Demandados le golpeó la cabeza con la puerta de la nevera, causando que se tambaleara de dolor, mareos y desorientación. Cayó al suelo y experimentó mareos, seguido inmediatamente por una profunda preocupación por su propia seguridad personal”.

Falta de alimentos

En el documento, se recalca que la pareja “raramente compraba comida y cuando lo hacía ella rara vez compraba suficiente comida para los niños y la Demandante, comprando sólo pequeñas cantidades de leche, yogurt, huevos y pan, nada más“. Esto hizo que Felicitas compartiera su propia comida con los niños quienes padecían hambre casi todos los días”.

“Como resultado de la desnutrición y la mala alimentación, la salud de la Demandante se deterioró hasta el punto en que sufría dolor diario debido a las infecciones estomacales, enfermedades, y otros dolores crónicos. Mientras tanto, los Demandados ​​habitualmente gastaban dinero para beber botellas de vino, antes de salir a cenas suntuosas, dejando a los Demandante y a los hijos a su suerte”.

Sueldos impagos

Felicitas además señala que Hurley-Custer no pagaron el sueldo acortado de US$700, luego que su salario fuera reducido, donde “los Demandados ​​pagaron a la Demandante el total de US $800 en tres cuotas separadas, la primera vez en enero, la segundo a principios de febrero, y la tercera en el comienzo de marzo”. Es decir, su paga era de 140 mil pesos mensuales.

“Cuando la Demandante se quejó de que no se le pagaba la cantidad que le habían prometido, y más tarde porque no le estaban pagando nada en absoluto, Edwards mintió diciéndole a la Demandante que la familia pasaba por dificultades financieras y que no podía permitirse el lujo de pagarle. Mientras tanto, Edwards y Hurley gastaban enormes cantidades de dinero en artículos personales, incluyendo ropa, salir a cenar, y la educación de Edwards”.

Junto con ello, denunció que carecía de tiempo libre y sólo tenía 15 minutos para almorzar. Además, “le negaron activamente el acceso a la atención médica a través del engaño y el fraude” al señalarle que no era ciudadana de EEUU y nadie la ayudaría.

Tú no conoces a la familia Custer, Felicitas, somos muy poderosos, incluso aquí, en Nueva York, mi abuelo era capaz de cerrar la catedral de St. Patrick sólo para él solo. Lo siento, pero tienes que quedarte. Tiene un contrato de dos años “, detalla.

Secuelas físicas

Finalmente, la mujer consiguió escapar, recibiendo la condición de víctima de trata de personas por el Departamento de Estado de Nueva York de Trabajo. Al ser revisada por un médico, le diagnosticaron una serie de enfermedades que no habían sido detectadas previamente, incluyendo problemas a la tiroides, vitiligios, y las irregularidades en los indicadores clave de buena salud, todo lo cual los médicos atribuyeron a su mala nutrición y la falta de la necesaria atención médica. Además, en los seis meses después de su fuga, la Demandante sufrió intensos dolores de cabeza, náuseas y vómitos”.

En tanto se “reveló que padecía de encefalitis, una inflamación del cerebro que produce fluido, y fue derivada a una consulta psicología donde se le diagnosticó un trastorno de adaptación, post-estrés postraumático y tratamiento para pedophobia, un miedo irracional a los niños, que se había desarrollado después de su huida de casa Demandados“.

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