El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha dado un giro político y jurídico en su postura frente a la ofensiva de Israel sobre Gaza, al usar por primera vez el término “genocidio” para describir las acciones del primer ministro Benjamín Netanyahu. Este cambio marca una ruptura con la cautela anterior del Ejecutivo, que durante meses evitó esa calificación, pese a las presiones internas.
Sánchez anunció una serie de medidas que serán aprobadas por decreto, incluyendo un embargo total en la compraventa de armas con Israel, y restricciones para que aviones y barcos vinculados al ejército israelí no puedan transitar por territorio español. En total, son nueve acciones dirigidas a presionar a Israel, incluida la prohibición de entrada al país para militares y autoridades israelíes implicadas en el conflicto.
El endurecimiento del tono llega luego de que trascendiera que una de las seis víctimas del mortal tiroteo en Jerusalén esta jornada fuera de nacionalidad española.
En su alocución, Sánchez inició con una mención al sufrimiento histórico del pueblo judío, intentando blindarse ante acusaciones de antisemitismo: “El pueblo judío ha sufrido innumerables persecuciones (…). Por eso, el Gobierno español ha condenado desde el primer día los atentados de Hamás”, expresó. Sin embargo, fue tajante en su crítica: “Esto no es defenderse (…), es exterminar a un pueblo indefenso“.
Aunque algunos sectores pedían la ruptura total de relaciones diplomáticas con Israel, Sánchez se ha negado, argumentando que esa medida debilitaría la capacidad de España para influir en una solución negociada. Ni siquiera los países árabes han roto relaciones, sostuvieron desde Cancillería.
Medidas contra asentamientos
Otra parte del paquete de medidas afecta a los asentamientos de colonos en la Cisjordania ocupada. Los asentamientos, según el derecho internacional, se consideran ilegales, aunque Israel lo niega rotundamente.
Una de estas acciones por parte del gobierno español será la prohibición de importar productos que tengan como origen estos asentamientos “con el objetivo de combatir estas ocupaciones, de frenar el desplazamiento forzoso de población palestina y mantener viva la solución de los dos estados“.
Pese a reconocer que el impacto español es limitado frente a potencias como Estados Unidos, Sánchez insistió en que su país debe marcar el camino: “Nosotros solos no podemos detener la ofensiva israelí, pero no vamos a dejar de intentarlo (…). Hemos luchado contra la indiferencia”.
Israel respondió con dureza, acusando a España de “antisemita” y prohibiendo la entrada al país de dos ministras del gobierno español. Sánchez, no obstante, cerró con un mensaje firme: “Esperamos que estas medidas sirvan para añadir presión (…). Que los ciudadanos sepan que España estuvo en el lado correcto de la historia“.