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16 de Junio de 2014

Educación a largo plazo

"En Chile tenemos la suerte de tener una generación de jóvenes que con fuerza nos han puesto la problemática de la calidad sobre la mesa. Ellos detectaron el problema, ahora es nuestra obligación darle solución".

Por Lily Pérez
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Si analizamos la forma en que el mundo se ha desarrollado en los últimos años nos daremos cuenta que los tiempos en los que el poderío material era lo que predominaba están bien en el pasado. El poder de las naciones ya no se encuentra en la mano de obra ni en los recursos naturales, sino que está en la innovación y en la creatividad.

En Chile, fuimos bendecidos con vastos recursos, pero de nada sirven kilometros de costa o miles toneladas de cobre y litio si no sabemos cómo utilizarlos bien. De la misma manera que de nada sirven miles de murallas, fierros, pupitres y pizarrones si lo que se enseña no es de calidad y no es de acceso y participación de todos.

La educación y los beneficios que esta entrega son los “comodity” del futuro. El “know how” ya es mas valioso que cualquier metal o recurso en el mundo y en Chile tenemos la suerte de tener una generación de jóvenes que con fuerza nos han puesto la problemática de la calidad sobre la mesa. Ellos detectaron el problema, ahora es nuestra obligación darle solución, la cual, a mi juicio, no pasa únicamente por la cantidad de recursos disponibles.

Necesitamos entender que la educación es algo inagotable y dinámico por esencia. Los sistemas educacionales por definición son perfectibles. Los que piensan que inyectando sumas enormes de dinero y fijando lineas ideológicas darán con la panacea educacional no pueden estar más equivocados. Las soluciones que afectan a la sociedad por completo, definen su presente y determinan su futuro deben emanar de la sociedad misma. Tal como el sistema privado no puede pretender, jamás ser la solución absoluta de una necesidad fundamental, tampoco lo puede hacer el Estado.

Con problemáticas que afectan a cada uno de los chilenos, las respuestas deben venir de una cooperación y una coexistencia entre ambos. Debemos apuntar hacia una sociedad docente, donde todos los que quieran participar y cooperar puedan hacerlo, pero siempre bajo reglas claras, justas y conocidas por todos. No podemos predicar sobre un sistema educacional inclusivo y justo para quienes reciben educación si por otro lado estamos excluyendo a quienes lo imparten.

La calidad y la participación de los privados en educación no son, en ningún caso temas excluyentes si el Estado tiene la visión suficiente para fijar normas claras y parejas que apunten siempre a calidad. No existe estudio alguno que demuestre que un privado, que recibe aportes del Estado, genere algún desmedro al sistema educativo si es que está debidamente regulado en cuanto a la calidad de lo que entrega como a la finalidad de los fondos que recibe.

Hoy Chile se encuentra en una realidad privilegiada para hacer cambios profundos y convertir a la educación en una real y maciza política de Estado, pero pero si algo nos ha enseñado la historia es que de nada sirve cuantos recursos tengas a disposición. Si no los sabes usar, nunca serán suficientes.

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