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Reforma educacional: se sigue discriminando

Mientras muchos líderes políticos y dirigentes universitarios celebran la aprobación de la ley corta en torno a la gratuidad para la educación superior, se comienza con un nuevo debate que puede ser igual o más discriminatorio que la reforma iniciada por el Ejecutivo: nos referimos al “rol público universitario”.

Es que muchos de esos “líderes” han sido claros en señalar que lo público y lo estatal son lo mismo o que la gratuidad solo debió haber avanzado en universidades que cumplen tal rol. Pero, ¿qué entendemos como rol público? ¿Hasta qué punto se puede tergiversar ideológicamente este concepto?

Podríamos entender lo público como un espacio de diálogo y tolerancia que busca comprender los problemas actuales dentro de nuestra sociedad, en este caso el educacional. Espacios de diálogos y soluciones de conflictos donde deben participar los representantes y alumnos de universidades estatales y privadas, católicas o laicas.

Deberíamos entender que el único rol que debería tener el Estado es proteger este espacio de diálogo y no mal entender que son lo mismo – como lo ha querido explicar la izquierda – y que las únicas universidades que tienen rol público son aquellas que se consideran Estatales. ¿Acaso las universidades privadas – donde hay mayor cantidad de alumnos vulnerables – no tenemos un espacio dentro de la resolución de problemas educacionales? Desde luego que sí, ya que, como dije anteriormente, lo público no está determinado por la propiedad, sino por los fines que cumplen las universidades y su proyecto educativo.

Es de esperar que el Ejecutivo, nuestros representantes y algunos “líderes” universitarios, no se cierren al diálogo y al debate por sentirse de una élite de universidad. Una que ellos llaman, de forma errónea, pública.

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Foto del Columnista Guillermo Bilancio Guillermo Bilancio