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3 de Febrero de 2016

Presidenta, le cobraremos la palabra

"Chile está cansado de los empates y de la victimización. Necesitamos que nuestra política abandone los tribunales - su nuevo domicilio- y vuelva al congreso a hacer su trabajo".

Por Ricardo Sande
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Ricardo Sande es Director ejecutivo ONG Empodera. Consejero político de Chile Vamos. Ex presidente FEUC.

“Presidenta, no llore tanto”. Esta fue la cuña de la líder del PRI y vocera de Chile Vamos, Alejandra Bravo, que encendieron los ánimos en la Nueva Mayoría, luego de las escuetas declaraciones de la Presidenta sobre el caso Caval. Era de esperar que, después una declaración así de directa, viniera la etapa de victimización y de escandalización por parte de las grandes figuras del oficialismo.

Primero fue el Vocero de Gobierno Marcelo Díaz, que haciendo alusión al calor, trató de hacer ver que las declaraciones del partido regionalista eran destempladas y tenían “poco nivel”. Luego fue el turno de Isabel Allende, quien intenta posicionarse como carta presidencial socialista, acusando “falta de respeto y de criterio”, señalando  que incluso podría merecer una querella y se debía  “respetar a las instituciones”. Declaraciones bastante curiosas, puesto que este gobierno ha sido particularmente destemplado, falto de criterio, con muy poco nivel y definitivamente con muy poco respeto hacia las instituciones. Espero que la senadora Allende no considere que merezco una querella por decirlo.

Chile está cansado de los empates y de la victimización. Necesitamos que nuestra política abandone los tribunales – su nuevo domicilio- y vuelva al congreso a hacer su trabajo: combatir las pobrezas que permanecen incrustadas en lo profundo de nuestro país.

La presidenta después de hablar sobre los difíciles momentos que el caso Caval le ha hecho pasar a ella y a su familia, afirmó que esto “no ha nublado por ningún sólo minuto lo que son mis responsabilidades como presidenta”  y que los chilenos podemos “tener confianza” en que “yo voy a seguir trabajando por lo que me he comprometido con la gente de este país, hacer de este país un país equitativo, más justo y más digno para todos”.

Pasando por alto lo aterrador que significa que ella manifieste que esto “ no la ha nublado” (es como afirmar que este gobierno podría ser incluso peor), ella se compromete a seguir trabajando por construir un país más equitativo, justo y digno para todos. Y eso no se puede pasar por alto, porque si nos comprometemos a erradicar las pobrezas – en plural porque la realización del hombre va mucho más allá de cuánto tenemos– necesitamos un gobierno comprometido con la realidad chilena, con todos esos problemas ocultos que impiden a tantos vivir con dignidad y libertad. Es por esto que le vamos a tomar la palabra, señora presidenta.

Chile hoy necesita una educación inicial y escolar que evite que se sigan perdiendo talentos y vocaciones al servicio del país. Nos han propuesto gratuidad en las universidades, cuando en realidad lo lógico es un sistema de becas que no sólo le entregue oportunidades a quienes eligen instituciones que estén alineadas con su proyecto ideológico o tengan mejor lobby, sino que a todos y cada uno de los estudiantes vulnerables que cuenten con las capacidades para ingresar a una Universidad, a un Centro de Formación Técnica o a un Instituto Profesional.

Necesitamos un sistema de transportes que funcione como corresponde y que no despilfarre los recursos de todos los chilenos, un sistema de salud que permita a todos atenderse sin esperas milenarias, una política habitacional que le dé a los chilenos la posibilidad de vivir bajo un techo digno, un enfrentamiento frontal a la delincuencia y al narcotráfico, pero también a la drogadicción y el alcoholismo. Hacen falta empleos dignos. Es impresentable que los únicos puestos de trabajo que se parecieran crear son puestos fiscales, aumentando así el tamaño del Estado cuando aún ni siquiera llenan los cargos existentes (la subsecretaría de cultura lleva 94 días vacante y la de Derechos Humanos 46). Pero tampoco podemos dejar de lado problemas centrales como el aborto, la pérdida de sentido de la vida, la erradicación de la apatía política, la violencia, la mentira comunicacional, la falta de empatía y el populismo, entre muchas otras.

El trabajo es mucho, y estos temas parecen olvidados por un gobierno que ha creído que las transformaciones profundas sólo se dan en el plano ideológico. El verdadero cambio lo piden miles y miles de chilenos que no sólo pasan “días difíciles” sino que se pasan su vida esperando dignidad y justicia. Le cobraremos la palabra presidenta. Esperamos que siga trabajando, pero necesitamos que lo haga mejor.

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