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27 de Noviembre de 2016

Fidel, tan solo Fidel

Por coincidencia, brutal, Fidel se va un 25 de Noviembre. En igual fecha pero en 1915 nacía, Augusto Pinochet Ugarte. Fidel fue uno de sus más fervientes detractores. Abrió Cuba a miles de chilenos víctimas de la dictadura.

Por María Teresa Larraín
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María Teresa Larraín es Periodista.

El 10 de Noviembre de 1971 llegó a Antofagasta, y se fue de Chile el 2 de Diciembre. Nos marcó a todos. Los que aplaudían su presencia y los que, indignados, apabullaban su pasar por las calles de nuestro país.
La curiosidad nos abrasaba como un fuego ardiente. Escuchábamos embobadas sus discursos de horas y no descansábamos hasta tratar de sintetizar en dos carillas algo imposible de realizar. Todo lo que decía era consecuente a hechos que nos marcaban. Su actuar y lucha le dio dignidad al pueblo cubano y a cuanto hombre de buena voluntad existente en esta tierra.

Yo no era y nunca fui comunista, pero fui y soy hasta hoy militante de la causa de la justicia social para todos. No importa el credo, el color de la piel o la religión. Solo creemos en una igualdad social de verdad y no de oportunidades como se enseña hoy en día que a la larga no es igualdad de nada porque siempre sale ganando el que tuvo todo, casi, sin igualdad.

Fidel nos tocó a toda una generación.

Le vi por primera vez, desde la pantalla de televisión en un hotel neoyorkino, un día de enero de 1959 cuando entraba triunfante en La Habana. Las cadenas televisivas informaban al instante de la caída del dictador Fulgencio Batista, un fiel compinche de los casinos de Miami colocados en cada esquina de La Habana y primer cliente de las mujeres de la buena risa… y del baile ligero.

No imagine jamás, adolescente aún, que ese aplauso de todos los medios de comunicación norteamericanos, al hombre barbudo, se convertiría después en un sable acerado y mortífero que sostenían unos cubanos, arrancados desde la isla, justificando sus autoexilios con “barbaries” cometidas por Fidel y sus comandantes.

Mas allá de su personalidad y de su pensamiento o de la interpretación de la historia están sus años de guía y de dirigir a su pueblo que hoy le llora, inconsolable.

La Historia me Absolverá.

Fue la frase final y posterior título del alegato de autodefensa de Fidel Castro ante el juicio en su contra incoado el 16 de octubre de 1953 por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo respectivamente, sucedidos el 26 de julio de ese mismo Ningún juez pudo rebatirle. La verdad sobre la realidad que vivían miles de cubanos estaba dicha en cada palabra.

A partir de su muerte, vienen los discursos. Hay quienes como el senador UDI Hernán Larraín señalan que es un dictador comparado con los más crueles de la historia. Una aseveración que avergüenza. Por cuanto si de dictadura hablamos no hay peor la que hoy vivimos en Chile, donde menos de un 1% de los chilenos se reparte la riqueza de todo el resto, y donde la desigualdad abofetea nuestra dignidad como compatriotas y como seres humanos. Con su poder magnánimo, ellos dictan leyes, influyen en el parlamento, manosean a los jueces y dilatan los fallos o los dan vuelta a su antojo.

La revolución es cierto, tiene sus bemoles. No pudo hacerse en otra forma en Cuba. El bloqueo a accesos de materias primas, bienes, remedios, les aisló de sus necesidades básicas. Tuvieron que inventar todo, desde la ciencia hasta los zapatos. Se levantaron sin arrastrarse. De pie sin estar de rodillas han enfrentado al Gigante. Sin Fondo Monetario a cuestas, teniendo que pagar deudas a intereses leoninos.

Como todos hablan de la democracia, habría que entrar a debatir qué es democracia. Si es la de Chile donde un 65% no opta por votar o si es la de Cuba donde hasta en las esquinas, los vecinos eligen a quienes les representan. Existe un Partido y un Gobierno que ciertamente ha limitado la libre expresión y ello es uno de sus graves pecados. Pero esto no significa que Fidel haya dejado a un lado lo que mas anhela todo ser: el respeto a la dignidad humana y una igualdad social que en Cuba se practica, no se predica.

Con Fidel y su revolución, America Latina pudo hablar de justicia social y soñar a un mejor mañana.

Antes de Fidel, esa palabra apenas era tocada. Después de él, todos la tienen en sus labios. Sea quien sea tome su bandera, después de Fidel, América no es ni será la de nuestros conquistadores o de quienes gobiernan desde sus sillones de cuero apernados entre cortinas, alejados del pueblo y de la voz de la calle.

Por coincidencia, brutal, Fidel se va un 25 de Noviembre. En igual fecha pero en 1915 nacía, Augusto Pinochet Ugarte. Fidel fue uno de sus más fervientes detractores. Abrió Cuba a miles de chilenos víctimas de la dictadura.

Los pueblos avanzan siempre. Sea con paso de tortuga, en silencio, sea a gritos y con puño en alto. Avanzan. Al unirse, arman una tronadura que ningún poder puede acallarles.

Incomparable es Fidel con otros dictadores crueles y asesinos de pacotilla que duermen hoy en sus lapidas y solo algunos pocos se inclinan ante sus tumbas.

Fidel hizo lo que pensó y soñó… Solo la Historia podrá decir si lo hizo bien o mal. Basta contemplar al pueblo de Cuba y a tantos otros millones a lo largo del mundo que le lloran y llorarán siempre.

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