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23 de Diciembre de 2016

Reciclar es un problema universitario

Además, si dieran a conocer algunas consecuencias de la producción excesiva de basura, como los niveles de contaminación del suelo, de las aguas, de la atmósfera y las alteraciones de la biodiversidad, versus el impacto menor que genera el reciclar, entonces sería bastante más sencillo realizar un proyecto para tratar la basura. El acopio de materiales por separado se volvería una práctica natural en una comunidad informada. Así, sería más simple que fueran empresas recicladoras de materiales en específico a retirarlos.

Por Trinidad Anríquez
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Trinidad Anríquez es Estudiante de Ingeniería Física en la Usach y del Diplomado de Liderazgo y Derechos Estudiantiles de la Cátedra Unesco.

¿Te has preguntado dónde fue a parar la botella de agua que bebiste hoy? Seguramente la tiraste a un basurero, pero ¿a dónde va a parar? El problema de la basura no termina cuando dejas la botella en el basurero. De hecho, recién ahí empieza una larga y contaminante travesía. Esa botella se demora entre cien y mil años en degradarse. En las universidades se contratan empresas que se encargan de retirar la basura, esa es su forma de dejar la basura en el basurero, sin embargo no se hacen responsables de minimizar su producción y menos del ciclo que sigue.

Como estudiante de ingeniería física, una ciencia exacta y aplicada, se nos fomenta el desarrollo de tecnologías e innovación. Entendemos como un deber moral y una responsabilidad intrínseca el cuidado del medio ambiente y la minimización de los impactos ambientales en todas las cosas a realizar. Además, proviniendo de una universidad con una alta carga de responsabilidad social como lo es la Usach, me parece paradójico que se toque de forma tan ajena y esporádica el tema de la basura y el reciclaje.

Las universidades son consideradas un templo de conocimiento, desarrollo e innovación, por lo que se han posicionado como un objetivo a alcanzar por los más jóvenes y un ejemplo a seguir por otras instituciones. Sin embargo, están siendo cómplices y participes silenciosos de un problema mundial. En vez de quedarse indiferentes a esta postura tan naturalizada por gran parte de la población, podrían aprovechar la mayoría de esta “basura” como materia prima y de estudio para generar más innovación tecnológica y que a su vez sea más amigable con el medio ambiente, generando conciencia y una formación más integral de futuros profesionales a base de ejemplo.

Está claro, no se le puede pedir a una universidad que se haga cargo de toda la basura que genera, ya que esta es mucha. Pero si solo tomaran medidas de concientización para reducir la producción excesiva de desechos, fomentarían prácticas más autosustentables, aterrizadas a la realidad de la comunidad estudiantil, como el simple hecho de andar con una botella recargable para el agua o con un cubierto (cuchara o tenedor) para no usar los plásticos.

Además, si dieran a conocer algunas consecuencias de la producción excesiva de basura, como los niveles de contaminación del suelo, de las aguas, de la atmósfera y las alteraciones de la biodiversidad, versus el impacto menor que genera el reciclar, entonces sería bastante más sencillo realizar un proyecto para tratar la basura. El acopio de materiales por separado se volvería una práctica natural en una comunidad informada. Así, sería más simple que fueran empresas recicladoras de materiales en específico a retirarlos.

Esto ocurre en otras partes del mundo. En Turquía y México se ha logrado desarrollar plástico a partir de cáscaras de plátano que se degrada en aproximadamente un mes, nada comparado con los entre cien y mil años de un plástico derivado del petróleo. En Londres se ha desarrollado un cuero vegetal a partir de las hojas de las piñas. En Colombia han avanzado en tecnología para producir ladrillos tipo Lego, a partir del reciclaje de botellas plásticas, los que se montan sin pegamento, permitiendo la construcción de viviendas a bajo costo. Es decir, además de cuidar el medio ambiente, se les otorga una oportunidad a aquellas personas que no tienen hogar.

Considerando que Chile aún no cuenta con un Ministerio de Ciencias y Tecnología, no se le puede exigir demasiado al Ministerio de Medio Ambiente, ya que uno no avanzará sin estar ligado al otro, ¿no será necesario que alguien tome cartas en el asunto? Que alguien deje la indiferencia frente al tema y comience a actuar, ¿pero quién? Las universidades, que cuentan con todas las herramientas y el conocimiento para tomar acción mediante la formación de los futuros profesionales del país.

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