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22 de Febrero de 2017

La lengua materna en familia: construyendo significado

Un niño que ha vivido una correcta y rica adquisición de la lengua materna tiene mayores probabilidades de alcanzar el éxito académico y social y además está más preparado para aprender otros idiomas.

Por Marcela Marzolo
La Pintana
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La adquisición de la lengua materna es un fenómeno natural que se da bajo circunstancias normales de desarrollo, y no a partir de la enseñanza explicita de ésta. Comienza prácticamente desde que el niño nace, con sus primeros llantos y balbuceos, y se consideran actores cruciales los adultos de referencia, la madre y el padre principalmente. Todos (salvo en casos especiales) tenemos la capacidad de aprender nuestra lengua materna, y en ese sentido no hay idiomas más difíciles que otros. Todo lo que se necesita para un desarrollo satisfactorio de ésta es un entorno favorable, idealmente en el ámbito familiar. Por ejemplo, se ha podido constatar que los bebés tienen un apetito particular por la entonación, los tonos agudos y el timbre de la voz de la madre.

Desde el nacimiento hasta los ocho meses de edad, los niños oyen de su entorno cercano y producen sonidos que pueden tener o no un significado para ellos. No son necesariamente imitaciones, sino más bien sonidos creados por ellos que verifican si provocan alguna reacción en los que lo rodean, ya que, aunque el niño no hable, comunica y entiende las miradas, las sonrisas y los gestos de las personas que interactúan con él. Esta interacción es fundamental, dado que el niño se apropia de esos sonidos, les da una significación y los asocia a la persona que los comprendió y validó. Esta es la primera introducción en la lengua materna.

Luego de que a los 11 meses aproximadamente aparezca la primera palabra, es decir, un sonido común con su entorno que simboliza algo para el niño, comienza la construcción de oraciones simples, pueden ser de dos palabras: “mamá no, dame papa”. Para que esto se produzca es fundamental que haya un interlocutor que entienda lo que el pequeño dice, y de este modo lo valide.

Durante el segundo año el niño comienza a armar frases más complejas, y ya desde los 2 años vendrá una explosión verbal y de imitación de sonidos. Cuando esto ocurre es porque están sentadas en el niño las bases de su lengua materna, habiendo sido los adultos del núcleo familiar los guías y motivadores en este proceso. La calidad de esas bases está relacionada directamente con el rol que hayan jugado los referentes.

Según la investigación, un niño que ha vivido una correcta y rica adquisición de la lengua materna tiene mayores probabilidades de alcanzar el éxito académico y social y además está más preparado para aprender otros idiomas.

Es por ello que cualquier política pública que tenga como fin el desarrollo del lenguaje y la calidad de los aprendizajes de los alumnos no puede enfocarse sólo en los niños y no preocuparse por su entorno familiar. Una educación inicial de calidad contribuye a acortar las brechas entre los niños de entornos más y menos favorecidos, y es por ello que debemos resaltar su importancia en nuestro país como una etapa educativa propiamente tal.

Además, es importante involucrar a los adultos significativos de los niños en la educación inicial, como lo hace el proyecto “Un Buen Comienzo” en Encuentros con Familias, empoderando a estas últimas a tener un rol activo y protagónico en los aprendizajes que construyen sus hijos, y en el desarrollo de la lengua materna como la herramienta con la que se comunican y se relacionan con el mundo que los rodea.

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