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8 de Mayo de 2018

Jóvenes para soñar, pensar, servir y crear en grande

"¿Quién si no los jóvenes nos podrán sacar de la modorra y la ceguera que tantas veces no nos hace ver ni movilizarnos para no seguir destruyendo nuestro planeta?"

Por Benito Baranda
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Benito Baranda es Presidente ejecutivo de América Solidaria

Es propio de la juventud entrar en crisis con el mundo adulto establecido, cuestionar los estilos de vida y los fundamentos de su sentido, y tratar de buscar caminos para crear algo distinto. Justamente eso hace que las sociedades progresen en todas sus dimensiones, sucede en lo material y espiritual, ocurre con las grandes innovaciones y los negocios más exitosos. Las nuevas generaciones no se detienen y quieren aportar, por momentos los puede absorber el desencanto, la anomia, la frustración y en algunos casos hasta la depresión, sin embargo, permanece oculta esa energía maravillosa de transformación generacional para lo que debemos encontrar siempre nuevas maneras que la desaten y permitan este desarrollo.

Requerimos urgentemente de nuevas miradas en lo social, económico, espiritual, en el vínculo entre las personas de diferentes realidades culturales y raíces étnicas, entre quienes vienen llegando hoy a nuestro país y quienes llegamos hace varias generaciones; también se hace cada vez más riesgosa nuestra vida en el medio natural, es decir es inevitable una nueva relación con la tierra, el aire y el agua. ¿Quién si no los jóvenes nos podrán sacar de la modorra y la ceguera que tantas veces no nos hace ver ni movilizarnos para no seguir destruyendo nuestro planeta?

La sociedad chilena y latinoamericana tendrá un mejor porvenir si dejamos los espacios suficientes para que las nuevas generaciones nos vayan regalando de sus riquezas interiores, nos abran la mente a realidades no comprendidas ni reconocidas, y nos permitan entrar en vínculos diferentes entre las personas, que no dependan tanto del barrio donde vivimos, del lugar donde estudiamos ni del apellido que llevamos, sino más bien partan del reconocimiento de la igual dignidad de cada persona, de su excepcionalidad y singularidad.

Transitar por este camino no resulta fácil en una sociedad marcada por las barreras que nos impiden conocernos, que nos llenan de miedos y prejuicios mutuos, pero cada vez que entramos en una relación sincera ‘entre desconocidos’ aprendemos unos de otros, terminamos experimentando algo que nos permite crecer, que nos humaniza, que nos lleva a ser una mejor comunidad.

Pasemos la valla que nos dificulta vernos y compartir nuestras vidas, somos mucho más parecidos de lo que creemos y tenemos una gran parte de deseos y sueños comunes. La juventud, estas nuevas generaciones, nos pueden dar una mano al respecto, nos ayudarán a no ser islas y a comprender de manera experiencial que es en el vínculo con los demás donde está la mayor seguridad y felicidad, es en el servicio mutuo donde construimos lo más alto y noble de nuestra humanidad. En América Solidaria queremos aportar un granito de arena para este fin con la iniciativa CONCAUSA, también soñamos con un país y continente donde los niños, niñas y adolescentes sean realmente protagonistas del cambio.

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