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20 de Febrero de 2019

El viaje oportunista de un presidente oportunista

"¿Qué es lo que le importa a Piñera, el restablecimiento de la democracia en Venezuela o colmar sus ganas de parecer un demócrata? ¿Realmente critica lo impresentable de muchos actos del chavismo, o solo le molestan las ideas que dice defender?".

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Columnista.

Alrededor de Sebastián Piñera siempre han rondado varios mitos respecto de su compromiso democrático. El más conocido, y con el que se luce caminando por su sector repleto de pinochetistas, es que votó por el NO al dictador y “luchó” por derrotar a la tiranía institucionalizada. No queda claro si es cierto, pero eso es lo que se dice; es lo que se repite en cada momento para que la derecha pueda tener cierta legitimidad democrática para hablar de temas que le son aún complejos, como por ejemplo la defensa a los Derechos Humanos.

Aprovechando este supuesto capital político en materia “humanitaria”, al patrón de La Moneda se le ocurrió que lo mejor para seguir insistiendo en ese mito en torno a su persona, es ser un ferviente opositor del régimen de Nicolás Maduro. En cada ocasión que tiene, Piñera hace una vulgar imitación de cuando Ricardo Lagos emplazó por televisión a Augusto Pinochet, tratando de ser el estadista que nunca ha sido, para dejar de lado su figura de especulador financiero (la que lo persigue en todo momento), con tal de obtener réditos cortos y mediocres a partir de lo que sucede en Venezuela.

Esto lo vimos una vez más esta semana. Vía Twitter, el mandatario anunció un viaje a Cúcuta, Colombia, para formar parte de la llamada “ayuda humanitaria” al pueblo venezolano. Es decir, quiere servirse de ese mito que lo ronda, especulando; quiere figurar en todo momento y en todo lugar, para llenar planas de diarios oficialistas con sus discursos abstractos sobre democracia y libertad, sin nunca hacer algo concreto al respecto.

Y es que gobiernos como el de Nicolás Maduro sirven mucho para que personas como Piñera puedan autosatisfacerse con una retórica muy bonita y despolitizada. El autoritarismo chavista sirve para que incluso quienes forman parte de los intereses más cuestionables de la política internacional, y por supuesto nacional, se luzcan dando discursos llenos de generalizaciones que instalan que el único antagonismo posible es el de dictadura versus democracia. No hay ningún otro para ellos. Agregando que “todas las dictaduras son iguales”, para dar por zanjado un debate más profundo y evitar poder llegar, efectivamente, a condenar todas las dictaduras con sus particularidades y sus motivos sociales y políticos. Porque, aunque no sea bien visto decirlo, Maduro no es Pinochet. Debido a que Maduro, con todo lo malo que representa por estos días, no es el peón de una clase, como sí lo fue el tirano chileno.

Pero para entender esto, se requiere antes desmenuzar la simpleza discursiva que esconde un relato ideológico claro. Mientras no se haga, personajes como Sebastián Piñera seguirán desfilando por los pasillos internacionales, enarbolando propagandas políticas disfrazadas de “conciencia democrática”. Porque, ¿qué es lo que le importa a Piñera, el restablecimiento de la democracia en Venezuela o colmar sus ganas de parecer un demócrata? ¿Realmente critica lo impresentable de muchos actos del chavismo, o solo le molestan las ideas que dice defender? Sería bueno saberlo, aunque no es tan difícil imaginarlo. Como tampoco es difícil imaginar que lo que molesta en muchos otros “nuevos demócratas” no es cómo actúa el gobierno policialmente, o la desobediencia a su propia Constitución, sino un discurso de izquierda que quieren erradicar del planeta.

Por esto, preocupa bastante el oportunismo personalista de un jefe de Estado que quiere satisfacerse a costa de toda una institucionalidad. Es complejo, por no decir patético, tratar de disfrazar cosas de otras, sobre todo cuando es tan evidente el disfraz. Y lo peor es que no es la primera vez que esta administración pretende contarnos que lo que vemos es otra cosa distinta a lo que evidentemente es. Ha sido una constante en este primer año.

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