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24 de Noviembre de 2020

Jugando con fuego

Aunque una mayoría de los chilenos cree en acuerdos y diálogos, nuestro mundo político está extasiado por el simplismo y la popularidad fácil.

Por Mariana Aylwin
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Mariana Aylwin

Mariana Aylwin es Profesora de origen, política por vocación y a mucha honra. DirectoraCorporación Educacional Aprender.

Hemos despreciado la historia de nuestro país.

La tragedia fue tan grande, pero al parecer no aprendimos lo suficiente de ella.

Hoy – después de un lapso de algunas décadas de paz y progreso que muchos se han dedicado a denigrar – podemos repetir la frase de Radomiro Tomic poco antes del golpe militar: “Sería injusto negar que la responsabilidad de algunos es mayor que la de otros, pero, unos más y otros menos, entre todos estamos empujando a la democracia chilena al matadero”.

Es cierto que no somos una isla (entonces tampoco lo éramos).

Lo que está ocurriendo en Chile sucede al mismo tiempo que el Presidente de la democracia más sólida del mundo, se ha negado a aceptar su derrota, esperando que sus falsas acusaciones lo salven mientras juega golf. Millones de norteamericanos le han creído. Pero las farsas no duran eternamente.

En nuestro país, pareciéramos estar frente a una tragedia griega.

Nadie quiere que nuestra democracia se derrumbe, pero estamos haciendo todo lo contrario para que ello no ocurra. A pesar de que los ciudadanos se manifestaron tan nítidamente por la necesidad de un proceso constitucional , esperando -de buena fe- que sea una oportunidad para hacer de Chile un país más justo y más unido.

En un momento tan difícil como el que estamos viviendo, ¿quiénes están disponibles a buscar soluciones compartidas? Aunque una mayoría de los chilenos cree en acuerdos y diálogos, nuestro mundo político está extasiado por el simplismo y la popularidad fácil ¿Cómo no han sido capaces de acordar cuestiones tan esenciales para el proceso constituyente como los escaños reservados para pueblos indígenas y emparejar en algo la cancha para los independientes? Todos dicen quererlo, pero nadie está dispuesto a ceder nada. Lo harán a último minuto y confirmaremos que los partidos privilegian sus intereses particulares al bien común.

Hoy hay 18 partidos en el Congreso Nacional y 18 parlamentarios independientes. Cada cual quiere su tajada, salvo honrosas excepciones. ¿Qué gobernabilidad puede haber donde cada cual hace lo que quiere? ¿Quiénes están interesados en calmar, en poner paños fríos, en buscar soluciones? Cada cual parece tener su propia respuesta. Predomina un individualismo galopante.

¿Alguien entiende en relación a los retiros de fondos de pensiones algo diferente de que hay unos buenos que quieren entregar plata (como si no fuera de los propios ahorrantes) y unos insensibles incapaces de reconocer las necesidades “de la gente”? ¿Importa algo que no se respete el Estado de Derecho? Total, la Constitución actual tiene sus días contados. Tampoco valen la pena las opiniones de los expertos, porque los populismos pueden sostener -como hemos visto en otras latitudes- que el covid o el cambio climático no existen. En el mundo de las simplificaciones y del populismo, las explicaciones racionales pierden toda su validez. Los efectos de sus decisiones, serán problemas de otros. Como si no se tratara de nuestros hijos y nietos.

El gobierno presenta en el Senado un segundo proyecto, paralelo al aprobado por amplia mayoría en la Cámara de Diputados, para que el nuevo retiro del 10% de los fondos previsionales, se haga conforme a la ley y, al mismo tiempo, hace una presentación de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional. Aunque tuviera razón, es una medida tardía y que sólo incendia más la pradera. El gobierno no ha sido capaz de convencer ni a sus propios diputados y senadores e insiste en propinarse otra derrota.

Ahora son más los que van por su caída. Los comunistas han estado desde el 18 de octubre en la tesis de la renuncia de Piñera. La “calle” lo pide. Las protestas se acercan a la Moneda, los gritos y pancartas piden la salida del Presidente. La violencia no cede. Las redes sociales y aquellos que las miran como si fueran la opinión pública se les suman. Un ex candidato presidencial, por segunda vez, pide que se adelanten las elecciones. Dos diputados anuncian que presentarán un proyecto para adelantar la elección presidencial. ¿Han pensado las consecuencias?

No se construye la democracia con popularidades efímeras, con actos frívolos, con voluntarismos. Se construye con liderazgos responsables con altura de miras, capaces de ir contra la corriente, de explicar la complejidad de las decisiones, de decir la verdad.

Dan ganas de suplicar. ¡Levanten la vista! ¡ Paren de jugar con fuego! Es la democracia con sus instituciones la que está en peligro.

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