Trabajar remotamente nos aísla. No tenemos ese encuentro fortuito con los compañeros que nos puede empujar a pedir ayuda, aclarar dudas o sanar roces. Y claro que esta “presencialidad” o proximidad ayuda a cohesionar al equipo, pero no idealicemos la oficina. Siempre tuvimos problemas y la escasez de este espacio no puede justificar los bajos niveles de compromiso, bienestar o desempeño que se pueden estar gestando en nuestro equipo.
Para abordar esto, una estrategia efectiva es enfocarnos en la proximidad percibida más que en la proximidad física. De hecho, la bibliografía sugiere que la unión del equipo no depende de estar geográficamente presente o distante, es decir, sentir cercanía no depende de estar cerca. Esto nos abre un campo de posibilidades en tiempos de pandemia, para lo que compartimos 4 consejos basados en evidencia y buenas prácticas:
1) Generar instancias abiertas donde los colaboradores puedan conversar de manera segura sobre temas difíciles y compartir sus experiencias, sentir que no están solos y buscar apoyo mutuo. Hoy tenemos contingencias y dificultades en nuestra sociedad, hay que dar el espacio para que nuestros colaboradores se sientan acompañados, no solos.
2) Dar autonomía y apoyo a los equipos para que organicen participativamente algún ritual o instancia periódica que exprese una identidad colectiva e inclusiva que los represente. Como líder, no es necesario moldear el equipo en relación a un ideal, sino impulsar a que este se construya a sí mismo de la mejor manera posible.
3) Promover la creatividad al regular el flujo o cantidad de información para que no sea ni mucha, ni muy poca, y al crear canales para que el equipo pueda comunicarse sin tener que pasar por un “centro coordinador”, posición muy visitada por líderes adictos al “micromanaging”.
4) Organizar instancias informales más significativas que frecuentes. Por ejemplo, coordinar un evento anual, donde se invite a los miembros a desarrollar actividades de planificación estratégica, creación de innovaciones y celebración de logros, pero de manera informal, cercana. Es decir, con cervezas en traje de baño y alrededor de una piscina. Así, el mail ya no será de un desconocido, sino de mi amigo Juan Pérez con quien jugué ping pong bajo una palmera conversando sobre fútbol.
Más allá de la intervención o modalidad de trabajo que se elija, lo importante es rescatar el tremendo valor que tiene una conexión humana más allá de lo laboral y su impacto en el bienestar, el compromiso y la productividad de la organización.
Como sociedad, tenemos el desafío de sacar a la superficie esa Humanidad Compartida que tenemos para conectarnos sinceramente, apoyarnos mutuamente, y celebrar la vida. Como líderes, tenemos la responsabilidad de que esto suceda.