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10 de Julio de 2023

El poder es poder

Por Guillermo Bilancio
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Guillermo Bilancio

Guillermo Bilancio es consultor de Alta Dirección.

Tener el poder es poder decidir, hacer y actuar sin el permiso de los demás, sólo con lo que le propone la audacia o los miedos de quien lo posee.

Es de suponer que quienes tienen el poder por habitar en la cima de una organización y, en el caso que vamos a abordar, en el rol de presidente de un país, poseer el poder no tiene relevancia si no existe la aptitud de ejercerlo.

Y el ejercicio del poder no solo implica decidir y hacer, sino contar con la suficiencia de poder creer, poder confiar, poder transformar, y como consecuencia fortalecer la capacidad de convivir, de delegar, de evolucionar.

Porque ejercer el poder es también otorgar el poder, equilibrar el poder, criticar el poder, algo que es saludable para cualquier espacio democrático.

Uno de los puntos determinantes en el uso del poder, es la capacidad que tiene, en este caso, un presidente para conducir y guiar a quienes lo ayudaron a llegar al poder, lo que no significa resignar convicciones ni nuevas miradas que surgen con la dinámica del liderazgo, la que tiene relación con el manejo de las circunstancias.

En Chile, como en otros países de la región, quienes gobiernan lo hacen a partir de haber llegado a la presidencia a través de una coalición de partidos que, en muchos casos, no son plenamente compatibles desde el punto de vista ideológico pero que han sido esenciales para lograr mayorías que han permitido alcanzar el objetivo de gobernar, aunque también con exigencias y condicionantes a futuro.

Esta instancia pone a prueba la plasticidad de los gobernantes para moverse dentro de sus convicciones, pero también para persuadir acuerdos que sostengan la coalición y con eso fortalecer la unidad aun reconociendo las diferencias.

El riesgo está en no tener convicciones, o de tenerlas de sufrir las dos “h” que erosionan el poder: la “hemiplejía” y la “hipocresía”.

La hemiplejía se manifiesta en la rigidez para recrear nuevas miradas y recurrir a verdades absolutas, producto de pensar desde un solo lugar.

No es el caso del presidente Boric, que ha demostrado tener movilidad y oportunidad para mostrar su postura frente a la falta de democracia de países que, a priori, representaban ideas afines a los miembros de su coalición, especialmente el partido comunista que es socio fundacional de la dicha coalición.

Es tal vez la hemiplejía de los socios la que pone en dificultad las intenciones integradoras del gobierno para moderar las ideologías que lo representan, porque la hemiplejía es un obstáculo al pragmatismo, y será una barrera para la convivencia, especialmente en este año dónde Chile pone en juego la cordura democrática en la conmemoración del cincuentenario del golpe militar.

Será responsabilidad del presidente ampliar su mirada para entender todos los lados del escenario político.

La otra “h”, la hipocresía, es la que pone en duda la confiabilidad del gobierno. Y todos sabemos que más allá de confiar, hay que ser confiable. Los hechos percibidos como corrupción muestran ese lado dónde el relato de transparencia y credibilidad, no se ajusta a la realidad de quienes pregonan el progresismo y la justicia social. Es que el poder es atractivo para aprovechar espacios de impunidad.

Otra instancia en la que el presidente no tiene margen de error, menos aun cuándo se trata de errores no forzados ante situaciones controlables.

El presidente Boric, que está haciendo un aprendizaje avanzado de lo que implica la conducción política del Estado, debe entender que el poder es transitorio, que la supuesta supremacía que supone tener quien lo detenta, no debe transformarse en abuso por ser obtuso.

Ese poder debe permitirle replantear el rumbo y el estilo para evitar situaciones que coarten la gobernabilidad, porque Chile necesita más que nunca estabilidad y convivencia política para avanzar en los temas críticos que hacen a la postura del país en el frente externo y en el interno, dónde hay que hacer frente a las demandas eternas de la gente.

En definitiva, tener el poder y usarlo para liderar la integración, es la premisa. Sería lamentable desperdiciar otra oportunidad.

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